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El cabeza de familia debe ser muy cauteloso, pues, aunque trate de dominar sus sentidos, debido a la relación con sus familiares, acaba cayendo. Por lo tanto, el gṛhastha debe volverse vānaprastha o sannyāsī, debe vivir en un lugar apartado y satisfacerse con el alimento que pueda obtener mendigando de puerta en puerta. Debe cantar los mantras oṁkāra o Hare Kṛṣṇa; de ese modo percibirá la felicidad trascendental dentro de sí mismo. Sin embargo, aquel que, después de haber entrado en la orden de sannyāsa, vuelve a la vida degṛhastha, recibe el nombre de vāntāśī, que significa «el que come su propio vómito». Esa persona no tiene vergüenza. El casado no debe abandonar las actividades rituales, y el sannyāsī no debe vivir en la sociedad. Un sannyāsī agitado por los sentidos es un engañador bajo la influencia de las modalidades de la pasión y la ignorancia. Cuando alguien acepta el papel de filántropo altruista bajo la influencia de la bondad, sus actividades en ese campo se convierten en obstáculos en la senda del servicio devocional.
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