Text 10
dravya-yajñair yakṣyamāṇaṁ
dṛṣṭvā bhūtāni bibhyati
eṣa mākaruṇo hanyād
ataj-jño hy asu-tṛp dhruvam
dravya-yajñaiḥ—con animales y otras cosas comestibles; yakṣyamāṇam—la persona ocupada en esos sacrificios; dṛṣṭvā—por ver; bhūtāni—las entidades vivientes (animales); bibhyati—sienten miedo; eṣaḥ—esa persona (el que realiza el sacrificio); mā—a nosotros; akaruṇaḥ—que es inhumana y despiadada; hanyāt—va a matar; a-tat-jñaḥ—muy ignorante; hi—en verdad; asu-tṛp—que se siente muy satisfecho matando a otros;dhruvam—ciertamente.
Al ver a la persona que realiza el sacrificio, los animales que van a ser sacrificados, llenos de terror, piensan: «Este despiadado ejecutor de sacrificios, que ignora la finalidad del sacrificio, está decidido a matarnos, pues eso le causa gran satisfacción».
SIGNIFICADO: El sacrificio de animales en nombre de la religión es una costumbre en vigor en la práctica totalidad del mundo y en todas las religiones establecidas. Se dice que el Señor Jesucristo, a los doce años de edad, recibió una fuerte impresión al ver que los judíos sacrificaban aves y animales en las sinagogas; a partir de entonces, rechazó el sistema religioso de los judíos y dio comienzo al sistema de la cristiandad, ciñéndose al mandamiento del Antiguo Testamento que dice: «No matarás». Sin embargo, en la actualidad, no solo se matan animales bajo el pretexto de realizar sacrificios, sino que la matanza de animales ha aumentado enormemente debido a que el número de mataderos es cada vez mayor. La matanza de animales, en nombre de la religión o por cuestiones alimentarias, es un acto de lo más abominable, y este verso lo condena. Solo una persona despiadada puede sacrificar animales, bien sea en nombre de la religión, o por obtener alimento.