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Text 40

ātmānaṁ ced vijānīyāt
paraṁ jñāna-dhutāśayaḥ
kim icchan kasya vā hetor
dehaṁ puṣṇāti lampaṭaḥ


ātmānam—el alma y la Superalma; cet—si; vijānīyāt—puede entender; param—que son trascendentales, más allá del mundo material; jñāna—por medio del conocimiento; dhuta-āśayaḥ—el que ha purificado su conciencia; kim—qué; icchan—desear comodidades materiales; kasya—para quién; vā—o; hetoḥ—por qué razón; deham—el cuerpo material; puṣṇāti—mantiene; lampaṭa—ilegalmente adicto a la complacencia de los sentidos.


El cuerpo de forma humana tiene por objeto la comprensión del yo y del Yo Supremo, la Suprema Personalidad de Dios; ambos se encuentran en una posición trascendental. Si ambos pueden ser comprendidos gracias a la purificación que viene del avance en el conocimiento, ¿qué o quién impulsa a la persona necia y codiciosa a mantener el cuerpo para complacer los sentidos?


SIGNIFICADO: Por supuesto, en el mundo material todos centran su interés en mantener el cuerpo para complacer los sentidos; sin embargo, mediante el cultivo de conocimiento, poco a poco debemos llegar a entender que el cuerpo no es el ser. Tanto el alma como la Superalma son trascendentales al mundo material. Esto debe comprenderse en la forma de vida humana, y especialmente cuando se entra en la orden desannyāsa. El sannyāsī, la persona que ha comprendido el ser, debe dedicarse a la elevación del ser y a relacionarse con el Superser. Nuestro movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa tiene la misión de elevar al ser vivo a fin de que pueda ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. La búsqueda de esa elevación es nuestro deber en la forma de vida humana. Si no llevamos a cabo ese deber, ¿para qué seguir manteniendo el cuerpo? Unsannyāsī, especialmente, que no solo mantenga su cuerpo por medios mundanos, sino que además recurra a todo tipo de actividades con esa finalidad, llegando incluso a comer carne y otros productos detestables, debe ser considerado un lampaṭaḥ, una persona codiciosa ocupada únicamente en la complacencia de los sentidos. El sannyāsī tiene el cometido específico de apartarse de los impulsos de la lengua, el estómago y los genitales, que son causa de perturbación mientras no se llega a comprender perfectamente que el cuerpo y el alma son entidades separadas.

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