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Text 23

yathāmbhasā pracalatā
taravo ’pi calā iva
cakṣuṣā bhrāmyamāṇena
dṛśyate calatīva bhūḥ


yathā—tal como; ambhasā—por agua; pracalatā—moverse; taravaḥ—los árboles (en la orilla del río); api—también; calāḥ—moverse; iva—como si; cakṣuṣā—por el ojo; bhrāmyamāṇena—moverse; dṛśyate—se ve; calatī—moverse; iva—como si; bhūḥ—la tierra.


Debido a los movimientos del agua, los árboles de la orilla, reflejados en el río, también parecen moverse. De manera similar, cuando los ojos se mueven debido a algún trastorno de la mente, también la tierra parece moverse.


SIGNIFICADO: A veces, debido a desórdenes de la mente, la tierra parece moverse. Los borrachos y los enfermos de corazón, por ejemplo, a veces tienen la sensación de que el suelo se mueve. Del mismo modo, también los árboles reflejados en la corriente de un río parecen moverse. Todo ello no es más que la acción de māyā. En realidad, la entidad viviente no se mueve (sthāṇur acalo 'yam). La entidad viviente no nace ni muere, pero debido a los cuerpos densos y sutiles, que son temporales parece que se mueve de un lugar a otro, o parece estar muerta y haberse ido para siempre. En palabras del gran poeta vaiṣṇava bengalí Jagadānanda Paṇḍit:

piśācī pāile yena mati-cchanna haya
māyā-grasta jīvera haya se bhāva udaya


Según este verso del Prema-vivarta, la entidad viviente sometida al condicionamiento de la naturaleza material es como una persona poseída por un fantasma. Debemos, pues, entender que el alma espiritual permanece en una posición fija, y que, arrastrada por las olas de la naturaleza material, pasa por distintos cuerpos y situaciones caracterizadas por el anhelo y la lamentación. El éxito en la vida se alcanza cuando comprendemos la posición constitucional de nuestro propio ser y no nos perturbamos ante los condicionamientos creados por la naturaleza material (prakṛteḥ kriyamāṇāni guṇaiḥ karmāṇi sarvaśaḥ).

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