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Text 39

ya icchayeśaḥ sṛjatīdam avyayo
ya eva rakṣaty avalumpate ca yaḥ
tasyābalāḥ krīḍanam āhur īśituś
carācaraṁ nigraha-saṅgrahe prabhuḥ


yaḥ—quien; icchayā—por Su voluntad (sin ser obligado por nadie); īśaḥ—el controlador supremo; sṛjati—crea; idam—este (mundo material); avyayaḥ—permaneciendo tal y como Él es (sin haber perdido Su propia existencia por haber creado tantas manifestaciones materiales); yaḥ—quien; eva—en verdad; rakṣati—mantiene; avalumpate—aniquila; ca—también; yaḥ—quien;tasya—de Él; abalāḥ—¡oh, pobres mujeres!; krīḍanam—el juguete; āhuḥ—ellos dicen; īśituḥ—de la Suprema Personalidad de Dios; cara-acaram—móviles e inmóviles; nigraha—en destrucción; saṅgrahe—o en protección; prabhuḥ—perfectamente capacitado.


El niño se dirigió a las mujeres: ¡Oh, débiles mujeres!, solo por la voluntad de la Suprema Personalidad de Dios, quien nunca se ve disminuido, se crea, se mantiene y vuelve de nuevo a aniquilarse el mundo entero. Ese es el veredicto del conocimiento védico. Esta creación material, que comprende todo lo móvil e inmóvil, es para Él como un juguete. Él, como Señor Supremo, está perfectamente capacitado para destruir y proteger.


SIGNIFICADO: Con respecto a esto, las reinas podrían argumentar: «Si nuestro esposo fue protegido por la Suprema Personalidad de Dios cuando estaba en el vientre de su madre, ¿por qué no lo ha sido también ahora?». La respuesta a esa pregunta es: ya icchayeśaḥ sṛjatīdam avyayo ya eva rakṣaty avalumpate ca yaḥ. Las actividades de la Suprema Personalidad de Dios no están sujetas a discusión. El Señor siempre es libre, y por ello puede proteger o puede también destruir. Él no es nuestro criado; puede hacer lo que guste. Por lo tanto, Él es el Señor Supremo. El Señor no crea el mundo material porque alguien Se lo haya ordenado, y, por lo tanto, puede aniquilarlo todo si así gusta. Esa es Su supremacía. Si alguien argumenta: «¿Por qué actúa de ese modo?», la respuesta es que lo hace así porque es supremo. Nadie puede poner en tela de juicio Sus actividades. Si alguien argumenta: «¿Qué sentido tienen esas pecaminosas actividades de la creación y la destrucción?», la respuesta es que Él puede hacer lo que sea para probar Su omnipotencia, y nadie puede negarle ese derecho. Si Él tuviera que rendirnos cuentas de lo que hace y de lo que no hace, Su supremacía quedaría restringida.

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