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Text 12

sa yadānuvrataḥ puṁsāṁ
paśu-buddhir vibhidyate
anya eṣa tathānyo ’ham
iti bheda-gatāsatī


saḥ—esa Suprema Personalidad de Dios; yadā—cuando; anuvrataḥ—favorable o complacido; puṁsām—de las almas condicionadas; paśu-buddhiḥ—el concepto animal de la vida («yo soy el Supremo, y todos somos Dios»); vibhidyate—se destruye; anyaḥ—otro; eṣaḥ—este; tathā—así como; anyaḥ—otro; aham—yo; iti—así; bheda—distinción; gata—teniendo; asatī—que es desastroso.


Cuando la Suprema Personalidad de Dios está complacido con el servicio devocional de la entidad viviente, esta se convierte en un paṇḍita y no hace distinciones entre enemigos, amigos y su propia persona. Es inteligente, y piensa: «Cada uno de nosotros es un sirviente eterno de Dios; por lo tanto, no somos distintos los unos de los otros».


SIGNIFICADO: Cuando sus maestros y su demoníaco padre le preguntaron cómo se había contaminado su inteligencia, Prahlāda Mahārāja dijo: «En lo que a mí respecta, no tengo la inteligencia contaminada. Más bien, por la gracia de mi maestro espiritual y de mi Señor, Kṛṣṇa, ahora he aprendido que nadie es amigo ni enemigo mío. En realidad, todos somos sirvientes eternos de Kṛṣṇa; pero, bajo la influencia de la energía externa, pensamos en nosotros mismos considerando que estamos separados de la Suprema Personalidad de Dios y que somos amigos o enemigos de los demás. Ahora estoy libre de esa errónea idea, y, por lo tanto, a diferencia de los seres humanos corrientes, he dejado de pensar que yo soy Dios y que los demás son amigos o enemigos míos. Ahora pienso, correctamente, que todos somos sirvientes eternos de Dios, y que nuestro deber es servir al amo supremo, ya que entonces nos estableceremos en el plano de la igualdad en calidad de sirvientes».


Los demonios piensan en los demás considerándoles amigos o enemigos, pero los vaiṣṇavas dicen que, como todos somos sirvientes del Señor, todos estamos en un mismo plano. Por esa razón, el vaiṣṇava no trata a las demás entidades vivientes ni como amigos ni como enemigos; por el contrario, trata de difundir el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, enseñando que todos somos uno en cuanto que somos sirvientes del Señor Supremo, y que estamos desperdiciando inútilmente nuestra valiosa vida creando naciones, comunidades y otros grupos de amigos y enemigos. Todo el mundo debería elevarse hasta el nivel consciente de Kṛṣṇa, para de ese modo sentir la unidad en su posición de sirvientes del Señor. Aunque hay 8 400 000 especies de vida, el vaiṣṇava siente esa unidad. ElĪśopaniṣad aconseja: ekatvam anupaśyataḥ: El devoto debe ver a la Suprema Personalidad de Dios situado en el corazón de todos, y también debe ver que todas las entidades vivientes son servidores eternos del Señor. Esa visión recibe el nombre de ekatvam, unidad. Existe la relación de amo y sirviente, pero ambos son uno debido a su identidad espiritual. Eso también es ekatvam. Así, el concepto de ekatvam de los vaiṣṇavas es distinto al que sostienen los māyāvādīs.


Hiraṇyakaśipu preguntó a Prahlāda Mahārāja cómo se había vuelto en contra de su familia. Cuando alguien mata a un miembro de la familia, lo natural es que la familia entera le considere su enemigo; Hiraṇyakaśipu, sin embargo, vio que Prahlāda se mostraba amistoso con el asesino, y por ello le preguntó: «¿Quién ha creado en ti ese tipo de inteligencia? ¿Has adquirido esa conciencia por ti mismo? No eres más que un niño pequeño; alguien ha debido de inducirte a pensar de esa forma». Prahlāda Mahārāja quiso contestar que una actitud favorable hacia Viṣṇu solo se puede lograr cuando el Señor Se muestra favorable (sa yadānuvrataḥ). Como se afirma en el Bhagavad-gītā, Kṛṣṇa es el amigo de todos (suhṛdaṁ sarva-bhūtānāṁ jñātvā māṁ śāntim ṛcchati). El Señor jamás es enemigo de ninguna de los millones de entidades vivientes que existen, sino que siempre es amigo de todas. Esa es la comprensión correcta. La inteligencia de quien piensa que el Señor es su enemigo es paśu-buddhi, la inteligencia de un animal. Esa persona piensa, desacertadamente: «Yo soy diferente de mi enemigo, y mi enemigo es diferente de mí. El enemigo ha hecho esto, y por lo tanto mi deber es matarle». Este concepto erróneo se describe en este verso con la palabra bheda-gatāsatī. La realidad es que todos somos sirvientes del Señor, como confirma Śrī Caitanya Mahāprabhu en el Caitanya-caritāmṛta (jīvera svarūpa hayakṛṣṇera nitya-dāsa'). Como sirvientes del Señor, todos somos uno, y no se puede hablar de amistad o enemistad. Si de verdad entendemos que todos somos sirvientes del Señor, ¿cómo podemos hablar de amigos o enemigos?


En el servicio del Señor, todos debemos ser amistosos. Todos debemos alabar el servicio que los demás ofrecen al Señor, sin enorgullecernos de nuestro propio servicio. Ese es el modo de pensar vaiṣṇava, el modo de pensar de Vaikuṇṭha. En la práctica del servicio, los sirvientes pueden sostener rivalidades y competiciones aparentes, pero en los planetas Vaikuṇṭhas siempre se aprecia el servicio de los demás sirvientes, nunca se censura. Así es la competición que existe en Vaikuṇṭha. Entre sirvientes, la enemistad no tiene razón de ser. A todo el mundo se le debe permitir que ofrezca servicio al Señor con todas sus capacidades, y todo el mundo debe apreciar el servicio de los demás. Esas son las actividades de Vaikuṇṭha. Como todos somos sirvientes, todos estamos en un mismo plano, y a todos se nos permite servir al Señor conforme a nuestra propia capacidad. Como se confirma en el Bhagavad-gītā (15.15): sarvasya caāhaṁ hṛdi sanniviṣṭo mattaḥ smṛtir jñānam apohanaṁ ca: El Señor está situado en el corazón de todos, y dirige al sirviente conforme a su actitud. Sin embargo, no da las mismas directrices a los devotos que a los no devotos. Como los no devotos desafían la autoridad del Señor Supremo, el Señor les dirige de modo que puedan olvidar el servicio del Señor vida tras vida, y, de ese modo, son castigados por las leyes de la naturaleza. Sin embargo, al devoto que desea sinceramente ofrecer servicio al Señor, el Señor le dirige de otro modo. Dice el Señor en el Bhagavad-gītā (10.10):

teṣāṁ satata-yuktānāṁ
bhajatāṁ prīti-pūrvakam
dadāmi buddhi-yogaṁ taṁ
yena mām upayānti te


«A aquellos que están constantemente consagrados a servirme con amor, Yo les doy la comprensión con la cual pueden llegar hasta Mí». En realidad, todos somos sirvientes, no amigos o enemigos, y todos actuamos siguiendo distintas directrices del Señor, que guía a cada entidad viviente conforme a la mentalidad que manifiesta.

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