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Este capítulo presenta las instrucciones de Prahlāda Mahārāja a sus compañeros de escuela. Dirigiéndose a sus compañeros, todos ellos hijos de demonios, Prahlāda Mahārāja subrayó que todas las entidades vivientes, y especialmente en la sociedad humana, deben interesarse por la iluminación espiritual desde el mismo principio de la vida. En la niñez, los seres humanos deben aprender que la Suprema Personalidad de Dios es la Deidad digna de la veneración de todos. No hay que poner demasiado interés en el disfrute material; mejor estar satisfechos con los beneficios materiales que se puedan obtener sin grandes dificultades; la vida es breve, y, por lo tanto, cada instante debe dedicarse al avance espiritual. Se puede caer en el error de pensar: «En los primeros años de la vida disfrutaré de las comodidades materiales; ya me volveré consciente de Kṛṣṇa en la vejez». Esos pensamientos materialistas son siempre inútiles, porque en la vejez no es posible educarse en el modo de vida espiritual. Por lo tanto, debemos ocuparnos en servicio devocional (śravaṇaṁ kīrtanaṁ viṣṇoḥ) desde el mismo comienzo de la vida. Ese es el deber de todas las entidades vivientes. La educación materialista está contaminada de las tres modalidades de la naturaleza, pero la educación espiritual, de la que está muy necesitada la sociedad humana, es trascendental. Prahlāda Mahārāja reveló el secreto de cómo recibió las enseñanzas de Nārada Muni. Si aceptamos los pies de loto de Prahlāda Mahārāja, que pertenece a la sucesión paramparā, podremos entender la modalidad espiritual de la vida. Para aceptar esta clase de actividades, no hay necesidad de grandes cualidades materiales.
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