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Text 16

vidvān apītthaṁ danujāḥ kuṭumbaṁ
puṣṇan sva-lokāya na kalpate vai
yaḥ svīya-pārakya-vibhinna-bhāvas
tamaḥ prapadyeta yathā vimūḍhaḥ


vidvān—conociendo (los inconvenientes de la existencia material, especialmente en la vida familiar); api—aunque; ittham—así; danu-jāḥ—¡oh, hijos de demonios!;kuṭumbam—los miembros de la familia, o los miembros de la familia ampliada (como nuestra comunidad, sociedad, nación o unión de naciones); puṣṇan—proveer de todo lo que se necesita en la vida; sva-lokāya—en entenderse a sí mismo; na—no; kalpate—capaz; vai—en verdad; yaḥ—aquel que; svīya—mío propio;pārakya—de otros; vibhinna—separado; bhāvaḥ—con un concepto de la vida; tamaḥ—nada más que oscuridad; prapadyeta—entra; yathā—tal como;vimūḍhaḥ—una persona sin educación, o que es como un animal.


¡Oh, amigos míos, hijos de demonios!, en este mundo material, hasta aquellos que aparentemente son cultos y educados tienen la propensión a pensar: «Esto es mío, y eso es para otros». De ese modo, están siempre pendientes de satisfacer las necesidades de sus familias, conforme a un concepto familiar tan limitado como el de los perros y los gatos, que no tienen educación. Son incapaces de asumir el conocimiento espiritual; por el contrario, siempre están confundidos bajo la influencia de la ignorancia.


SIGNIFICADO: Lo que diferencia a la sociedad humana de la sociedad animal es la existencia de sistemas educativos, ya que los animales son incapaces de asimilar una educación. Por esa razón, los animales y los hombres sin inteligencia reciben el calificativo de vimūḍha, ignorantes confundidos, mientras que la persona educada es vidvān. El verdadero vidvān es aquel que trata de entender su posición en el mundo material. Por ejemplo, cuando Sanātana Gosvāmī se entregó a los pies de loto de Śrī Caitanya Mahāprabhu, su primera pregunta fue: ke āmikene āmāya jāre tāpa-traya. En otras palabras, deseaba conocer su posición constitucional y la razón por la cual tenía que sufrir las tres miserias de la existencia material. Eso es educación. ¿De qué sirve la educación, si en lugar de preguntarnos: «¿Quién soy?; ¿cuál es el objeto de mi vida?», mostramos las mismas inquietudes animales que los perros y los gatos? Como se comentó en un verso anterior, el ser viviente queda atrapado en sus actividades fruitivas, del mismo modo que el gusano de seda queda prisionero en su propio capullo. Los necios, debido a su intenso deseo de disfrutar del mundo material, suelen acabar presos en la red de sus acciones fruitivas (karma). Víctimas de esa atracción, esas personas se enredan en la sociedad, la comunidad y la nación, y desperdician su tiempo, sin beneficiarse de la forma humana que han logrado alcanzar. En la era en que vivimos, Kali-yuga, predominan de modo especial los grandes líderes, políticos, filósofos y científicos que se dedican a actividades de necios, pensando: «Esto es mío, y eso es tuyo». Los científicos inventan armas nucleares y colaboran con los grandes líderes para proteger los intereses de la nación o comunidad a que pertenecen. Sin embargo, en este verso se afirma claramente que, a pesar de su supuesto avance en el conocimiento, lo cierto es que tienen la misma mentalidad que los perros y los gatos. Y, al igual que esos animales, que no conocen sus verdaderos intereses en la vida y se enredan en una ignorancia cada vez más profunda, la persona supuestamente educada que no conoce su verdadero interés personal, el verdadero objetivo de su vida, se enreda cada vez más en el materialismo. Por eso Prahlāda Mahārāja nos aconseja a todos que sigamos los principios del varṇāśrama-dharma. En concreto, señala que en determinado momento debemos abandonar la vida familiar y aceptar la orden de vida de renuncia, a fin de cultivar conocimiento espiritual y, de ese modo, alcanzar la liberación. Esto se comentará con más detalle en los siguientes versos.

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