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Siguiendo las instrucciones de Prahlāda Mahārāja, todos los hijos de los demonios se apegaron al Señor Viṣṇu, la Suprema Personalidad de Dios. Cuando ese apego comenzó a resultar evidente, sus maestros, Ṣaṇḍa y Amarka, sintieron mucho miedo de que la devoción de los niños por el Señor fuese cada vez mayor. Llenos de desesperación, revelaron a Hiraṇyakaśipu con todo detalle los efectos de la prédica de Prahlāda. Tras escuchar aquello, Hiraṇyakaśipu decidió matar a su hijo Prahlāda. Hiraṇyakaśipu estaba tan iracundo que Prahlāda Mahārāja no logró calmar a su demoníaco padre, ni con palabras ni postrándose a sus pies. Hiraṇyakaśipu, con la conducta característica de los demonios, proclamó su propia grandeza, diciendo que estaba por encima de la Suprema Personalidad de Dios, pero Prahlāda Mahārāja le desafió, diciéndole que no era Dios, y comenzó a glorificar a la Suprema Personalidad de Dios. Prahlāda declaró que el Señor es omnipresente, que todo está subordinado a Él, y que nadie es igual ni más grande que Él. De ese modo, pidió a su padre que se mostrase sumiso ante el Todopoderoso Señor Supremo.
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