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El Señor Nṛsiṁhadeva advino para beneficio de toda la sociedad humana, y no para beneficio exclusivo de Prahlāda. Al no devoto, la feroz forma del Señor Nṛsiṁhadeva le puede parecer espantosa; para el devoto, sin embargo, esa forma del Señor es tan afectuosa como todas las demás. En realidad, lo verdaderamente aterrador es la vida condicionada en el mundo material; eso es, de hecho, lo único que puede inquietar al devoto. El temor a la existencia material se debe al ego falso. Por ello, el objetivo supremo de toda entidad viviente debe ser elevarse a la posición de sirviente del sirviente del Señor. La misericordia del Señor es el único remedio para la miserable situación en que se encuentran las entidades vivientes en el mundo material. Si la Suprema Personalidad de Dios nos deja de lado, ninguno de los supuestos protectores materiales, desde el Señor Brahmā y los semidioses hasta nuestro propio padre, pueden hacer nada por nosotros. Sin embargo, la persona que se ha refugiado por completo en los pies de loto del Señor puede salvarse del acoso de la naturaleza material. Por lo tanto, todas las entidades vivientes deben poner todos los medios a su alcance para refugiarse en el Señor, evitando la atracción por la supuesta felicidad material. Esa es la misión de la vida humana. Sentir atracción por la complacencia de los sentidos es, simplemente, una necedad. Ser un devoto del Señor o no serlo es algo que no depende de haber nacido en una familia más o menos elevada. Ni siquiera el Señor Brahmā y la diosa de la fortuna pueden obtener por completo el favor del Señor; el devoto, sin embargo, puede alcanzar fácilmente el servicio devocional. El Señor concede Su misericordia a todos por igual, sin considerar la posición más o menos elevada de la persona. Prahlāda Mahārāja, gracias a la bendición de Nārada Muni, se volvió un gran devoto. El Señor siempre salva al devoto de los impersonalistas y nihilistas. El Señor Se encuentra en el corazón de todos en forma de Superalma, para proteger al ser vivo y ofrecerle todo tipo de beneficios. De ese modo, el Señor a veces mata y a veces protege. Nunca debemos acusar al Señor diciendo que con unas personas actúa de un modo y con otras de otro. Las diversidades que nos muestra la vida en el mundo material forman parte de Su plan. En última instancia, todo ello es muestra de Su misericordia.

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