Text 23
so ’dityāṁ vīryam ādhatta
tapasā cira-sambhṛtam
samāhita-manā rājan
dāruṇy agniṁ yathānilaḥ
saḥ—Kaśyapa; adityām—en Aditi; vīryam—semen; ādhatta—puso; tapasā—con austeridad; cira-sambhṛtam—contenido durante muchísimos años; samāhita-manāḥ—en perfecto trance de meditación en la Suprema Personalidad de Dios; rājan—¡oh, rey!; dāruṇi—como en la leña; agnim—fuego; yathā—como; anilaḥ—el viento.
¡Oh, rey!, del mismo modo que el viento causa la fricción de dos trozos de madera y provoca un incendio, Kaśyapa Muni, cuya posición trascendental le mantenía completamente absorto en la Suprema Personalidad de Dios, transfirió su potencia al vientre de Aditi.
SIGNIFICADO: Un incendio forestal comienza con la fricción de dos trozos de madera agitados por el viento. Sin embargo, la realidad es que el fuego no pertenece ni a la madera ni al viento, sino que es diferente de ambos. Del mismo modo, en este verso debemos entender que la unión de Kaśyapa Muni y Aditi no era como la relación sexual de los seres humanos corrientes. La Suprema Personalidad de Dios no tiene nada que ver con las secreciones humanas de la relación sexual. Siempre permanece completamente aparte de esas combinaciones materiales.
En el Bhagavad-gītā (9.29), el Señor dice: samo 'ham sarva-bhūteṣu: «Yo soy ecuánime con todas las entidades vivientes». No obstante, para proteger a los devotos y matar a los demonios, que estaban creando trastornos, el Señor entró en el vientre de Aditi. Por lo tanto, estamos ante un pasatiempo trascendental del Señor. Esto no debe entenderse erróneamente. No debemos pensar que el Señor nació de Aditi como resultado de una relación sexual entre un hombre y una mujer, como es el caso de los niños corrientes.
En relación con esto, también sería conveniente explicar el origen de la vida, que es motivo de debate en nuestros días. La fuerza vital de la entidad viviente, el alma, es diferente del óvulo y del semen del ser humano. El alma condicionada no tiene nada que ver con las células reproductoras del hombre y de la mujer, pero tiene que pasar por esa situación debido a sus actividades (karmaṇā daiva-netreṇa). La vida, sin embargo, no es producto de dos secreciones, sino que es independiente de todos los elementos materiales. En el Bhagavad-gītā se explica con todo detalle que la entidad viviente no está sujeta a ningún tipo de reacciones materiales. No puede ser quemada por el fuego, ni cortada con armas afiladas, mojada por el agua o secada por el aire. Aunque es completamente distinta de los elementos físicos, disposiciones superiores la fuerzan a entrar en esos elementos materiales. Siempre está libre del contacto material (asaṅgo hy ayaṁ puruṣaḥ); pero, debido a la situación material en que se encuentra, tiene que sufrir las reacciones de las modalidades materiales de la naturaleza.
puruṣaḥ prakṛti-stho hi
bhuṅkte prakṛtijān guṇān
kāraṇaṁ guṇa-saṅgo ’sya
sad-asad-yoni-janmasu
«La entidad viviente que se encuentra en la naturaleza material sigue así los caminos de la vida, disfrutando de las tres modalidades de la naturaleza. Ello se debe a su contacto con esa naturaleza material. De ese modo, se encuentra con el bien y el mal entre las diversas especies» (Bg. 13.22). Aunque permanece aparte de los elementos materiales, la entidad viviente se ve forzada a aceptar condiciones materiales, y, de ese modo, tiene que sufrir las reacciones de las actividades materiales.