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Bali Mahārāja era extraordinariamente veraz. Al ver que no podía cumplir su promesa, sintió mucho temor, pues sabía que quien se aparta de la senda de la veracidad pierde todo valor ante los ojos de la sociedad. Las personas elevadas pueden soportar las consecuencias de la vida infernal, pero sienten muchísimo temor de apartarse de la verdad y ser difamadas por ello. Bali Mahārāja aceptó con agrado el castigo que la Suprema Personalidad de Dios le había impuesto. En la dinastía de Bali Mahārāja habían nacido muchos asuras que, por ser enemigos de Viṣṇu, alcanzaron un destino más glorioso que el de muchos yogīs místicos. Bali Mahārāja recordó en particular la determinación de Prahlāda Mahārāja en el servicio devocional. Basándose en todas estas consideraciones, decidió ofrecer su cabeza en caridad, para que Viṣṇu pudiera dar Su tercer paso. Bali Mahārāja reflexionó también en las grandes personalidades que habían abandonado sus relaciones familiares y posesiones materiales para satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios. En verdad, algunos habían llegado a sacrificar sus propias vidas para satisfacer al Señor, con el deseo de ser Sus sirvientes personales. Así, siguiendo los pasos de los ācāryasy devotos que le habían precedido, Bali Mahārāja consideró que había alcanzado el éxito.

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