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La gran alma Bali Mahārāja pudo comprobar que el mayor bien en la vida consiste en alcanzar la entrega plena en el servicio devocional, bajo el refugio de los pies de loto del Señor. Firmemente establecido en esta conclusión, con el corazón lleno de devoción extática y los ojos llenos de lágrimas, ofreció reverencias a la Personalidad de Dios antes de entrar, con todos los suyos, en el planeta Sutala. De este modo, la Suprema Personalidad de Dios satisfizo el deseo de Aditi y devolvió a Indra el trono. Prahlāda Mahārāja, enterado de que Bali había sido liberado de su arresto, glorificó los pasatiempos trascendentales de la Suprema Personalidad de Dios en el mundo material. Prahlāda Mahārāja alabó al Señor Supremo por haber creado el mundo material, por Su total ecuanimidad, y por ser como un árbol de deseos, ilimitadamente generoso con los devotos. Prahlāda Mahārāja dijo que el Señor no solo es bondadoso con los devotos, sino también con los demonios. De esa manera glorificó la ilimitada misericordia sin causa de la Suprema Personalidad de Dios. Después, con las manos juntas, ofreció respetuosas reverencias al Señor, y, tras caminar alrededor de Él, entró en el planeta Sutala conforme a Su orden. El Señor ordenó entonces a Śukrācārya que explicase los errores y faltas que Bali Mahārāja había cometido en la ceremonia de sacrificio. Śukrācārya, mediante el canto del santo nombre del Señor, se liberó de las actividades fruitivas; entonces explicó que ese santo nombre puede hacer que disminuyan los defectos del alma condicionada. A continuación, completó la ceremonia de sacrificio de Bali Mahārāja. Todas las grandes personas santas aclamaron al Señor Vāmanadeva como benefactor del Señor Indra, a quien había devuelto su planeta celestial. También reconocieron que la Suprema Personalidad de Dios es quien sustenta todo el universo. Muy feliz, en compañía de todo su séquito, Indra subió a su avión y, sentado al frente de Vāmanadeva, volvió a entrar en el planeta celestial. Después de ver las maravillosas actividades del Señor Viṣṇu en el recinto de sacrificios de Bali Mahārāja, todos los semidioses, las personas santas, los pitās, los bhūtas y los siddhasglorificaban al Señor una y otra vez. El capítulo se cierra con la afirmación de que la actividad más auspiciosa para el alma condicionada consiste en cantar y escuchar las gloriosas actividades del Señor Viṣṇu.
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