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Un año más tarde, Purūravā volvió a ver a Urvaśī en Kurukṣetra, y se alegró de pasar una noche con ella, pero, ante la idea de que le abandonase de nuevo, estaba abrumado de dolor. Entonces Urvaśī aconsejó a Purūravā que adorase a los gandharvas. Estos, satisfechos con Purūravā, le ofrecieron una mujer llamada Agnisthālī. Purūravā confundió a Agnisthālī con Urvaśī, pero, mientras caminaban por el bosque, se dio cuenta de su error y abandonó su compañía. Tras regresar al hogar y meditar en Urvaśī toda la noche, decidió celebrar una ceremonia ritual védica para satisfacer su deseo. Purūrāva volvió al lugar en que había dejado a Agnisthālī, y allí vio que, del seno de un árbol śamī, había brotado un árbol aśvattha. Con dos astillas de aquel árbol, Purūravā encendió un fuego. Esa clase de fuego puede satisfacer todos los deseos lujuriosos. El fuego fue considerado hijo de Purūravā. En Satya-yuga solo había una clase social, denominada haṁsa; las divisiones de varṇa, como brāhmaṇa, kṣatriya, vaiśya, y śūdra, no estaban vigentes. El Veda era el oṁkāra. Los semidioses no recibían adoración, pues la única Deidad adorable era la Suprema Personalidad de Dios.

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