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Después de que Sudyumna entrase en la orden de vānaprastha y se marchase al bosque, Vaivasvata Manu, en su deseo de tener hijos, adoró a la Suprema Personalidad de Dios. Como resultado de ello engendró diez hijos que, como en el caso de Mahārāja Ikṣvāku, fueron semejantes a su padre. Uno de esos hijos, Pṛṣadhra, iba armado con una espada mientras cumplía con su deber de proteger las vacas por la noche. Por orden de su maestro espiritual, hacía guardia toda la noche. En cierta ocasión, un tigre entró en el establo amparándose en la oscuridad de la noche, y atrapó una vaca. Pṛṣadhra, al darse cuenta, empuñó la espada y siguió el rastro del tigre hasta encontrarlo. Por desgracia, en la oscuridad no supo distinguir entre el tigre y la vaca, de forma que mató a la vaca. Su maestro espiritual, al saberlo, lo maldijo a nacer en una familia śūdra. Pṛṣadhra, sin embargo, se dedicó a la práctica del yoga místico, y adoró a la Suprema Personalidad de Dios mediante el bhakti-yoga, hasta que, por voluntad propia, entró en un bosque en llamas. De ese modo, abandonó el cuerpo material para ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios.

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