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Situaciones de Peligro

viṣān mahāgneḥ puruṣāda-darśanād
asat-sabhāyā vana-vāsa-kṛcchrataḥ
mṛdhe mṛdhe ’neka-mahārathāstrato
drauṇy-astrataś cāsma hare ’bhirakṣitāḥ


Mi querido Kṛṣṇa, Tu Señoría nos ha protegido de un pastel envenenado, de un gran fuego, de caníbales, de la asamblea viciosa, de sufrimientos habidos durante nuestro exilio en el bosque y de la batalla en la que lucharon grandes generales. Y ahora nos has salvado del arma de Aśvatthāmā.


Śrīmad-Bhāgavatam 1.8.24


Aquí se presenta la lista de encuentros peligrosos. Devakī fue puesta una sola vez en dificultades por su envidioso hermano, aparte de lo cual ella estuvo bien. Pero Kuntīdevī y sus hijos fueron puestos en dificultades una vez tras otra, durante muchos años. Fueron hostigados por Duryodhana y su bando a causa del reino, y todas y cada una de las veces el Señor salvó a los hijos de Kuntī. Una vez, a Bhīma le dieron un pastel envenenado; en otra oportunidad, les enviaron a vivir a una casa hecha de laca a la que luego prendieron fuego; y una vez, Draupadī fue llevada a rastras, e intentaron insultarla tratando de desnudarla en la viciosa asamblea de los Kurus. El Señor salvó a Draupadī suministrándole una inconmensurable longitud de tela, y el bando de Duryodhana no pudo verla desnuda. De igual modo, cuando estaban exiliados en el bosque, Bhīma tuvo que pelear con el demonio caníbal Hiḍimba Rākṣasa, pero el Señor lo salvó. Y allí no acabó todo. Después de todas esas tribulaciones, hubo la gran batalla de Kurukṣetra, y Arjuna tuvo que enfrentarse con grandes generales, tales como Droṇa, Bhīṣma y Karṇa, todos ellos poderosos guerreros. Y finalmente, incluso cuando todo ya había terminado, apareció el brahmāstra que el hijo de Droṇācārya lanzó para matar al niño que se hallaba en el vientre de Uttarā y, así pues, el Señor salvó al único descendiente de los Kurus que había sobrevivido, Mahārāja Parīkṣit.


Aquí Kuntī recuerda todos los peligros por los que pasó antes de que los Pāṇḍavas recobraran su reino. En el Bhagavad-gītā, el Señor Kṛṣṇa dice: kaunteya pratijānīhi na me bhaktaḥ praṇaśyati, «Mi querido Arjuna, declara al mundo que Mi devoto nunca es vencido». Los Pāṇḍavas, los hijos de Pāṇḍu, eran grandes devotos del Señor Kṛṣṇa, pero debido a que la gente del mundo material está interesada en cosas materiales, los Pāṇḍavas fueron puestos en muchos peligros. Su materialista tío Dhṛtarāṣṭra siempre estaba planeando matarlos y usurpar el reino para sus propios hijos. Él tuvo eso por norma desde el mismo principio.


Una vez, Dhṛtarāṣṭra construyó una casa de laca tan inflamable que, al tocarla con un fósforo, de inmediato rompía en llamas. Entonces, dijo a sus sobrinos y a Kuntī, su cuñada: «He construido una casa muy hermosa; vayan a vivir allí por algún tiempo». Pero Vidura, el hermano de Dhṛtarāṣṭra, les informó de su plan: «Quiere que vayan a esa casa para reducirlos a cenizas». Cuando Duryodhana, el hijo de Dhṛtarāṣṭra, se dio cuenta de que Vidura había informado a los Pāṇḍavas, se puso muy furioso. Ésa es la naturaleza de la política. Luego, aunque los Pāṇḍavas sabían, «el plan de nuestro tío es enviarnos a esa casa y prenderle fuego», no obstante, accedieron a ir allí. Al fin y al cabo, Dhṛtarāṣṭra era su tutor, y ellos no querían desobedecer la orden de un superior. Pero cavaron un túnel bajo esa casa, y cuando le prendieron fuego, escaparon.


En otra oportunidad, cuando los Pāṇḍavas estaban en casa, Dhṛtarāṣṭra les dio unos pasteles venenosos, pero ellos escaparon de ser envenenados. Más adelante, puruṣāda-darśanāt, se encontraron con un demonio antropófago llamado Hiḍimba Rākṣasa, pero Bhīma peleó con él y lo mató.


En otra ocasión, los Pāṇḍavas fueron engañados en un juego de ajedrez que se realizó en la asamblea real de los Kurus. Dhṛtarāṣṭra, Bhīṣmadeva, Droṇācārya y otras personas mayores estaban presentes, y de una forma u otra se puso en juego a Draupadī, la esposa de los Pāṇḍavas. «Ahora bien, si pierden —dijeron los Kurus a los Pāṇḍavas—, Draupadī dejará de ser su esposa». Así que cuando los Pāṇḍavas perdieron el juego, Karṇa y Duḥśāsana la capturaron de inmediato. «Ahora ya no perteneces a tus esposos —le dijeron—. Eres propiedad nuestra. Podemos tratarte como queramos».


Anteriormente, Karṇa había sido insultado durante el svayaṁvara de Draupadī. En aquellos días, una princesa muy capacitada seleccionaba a su esposo en una ceremonia denominada svayaṁvara. Por supuesto que en la moderna América cualquier muchacha puede elegir esposo como guste, aunque para una muchacha común esto verdaderamente no es muy bueno. Pero incluso en aquellos tiempos, una muchacha poco común que estuviera altamente capacitada y supiera cómo elegir un buen esposo recibía la oportunidad de hacerlo. Con todo, incluso a esto lo limitaban condiciones muy estrictas. El padre de Draupadī, por ejemplo, colocó un pez en el techo, y estipuló que, para que un príncipe mereciera casarse con su hija, tenía que lanzar una flecha y atravesar el ojo del pez sin ver al pez directamente, sino viendo únicamente su reflejo en un recipiente de agua que se hallaba en el suelo. Cuando se declararon estas condiciones, muchos príncipes fueron a competir, pues es principio de un kṣatriya, un líder heroico, el responder a un desafío.


En la asamblea del svayaṁvara de Draupadī, Karṇa se hallaba presente. La verdadera intención de Draupadī era aceptar a Arjuna por esposo, pero Karṇa estaba allí, y ella sabía que, si él competía, Arjuna no podría triunfar. En ese entonces no se sabía que Karṇa era un kṣatriya. Él había nacido como hijo de Kuntī antes de que ella se casara, pero eso era un secreto. A Karṇa lo había mantenido un carpintero y, por consiguiente, se le conocía como śūdra, un miembro de la división más baja por ocupaciones de la sociedad. Draupadī se aprovechó de esto, diciendo: «En esta asamblea sólo pueden competir kṣatriyas. No quiero que ningún carpintero venga acá y participe en la competencia». De esa manera, Karṇa quedó excluido.


Karṇa tomó eso como un gran insulto y, por consiguiente, cuando Draupadī fue perdida en el juego, él fue el primero en pronunciarse. Él era el gran amigo de Duryodhana, y dijo: «Ahora queremos ver la belleza desnuda de Draupadī». En esa reunión estaban presentes personas mayores, tales como Dhṛtarāṣṭra, Bhīṣma y Droṇācārya, pero ellos no protestaron. No dijeron: «¿Qué es esto? ¿Van a desnudar a una dama en esta asamblea?». Como no protestaron, se les describe como asat-sabhāyāḥ, una asamblea de hombres incultos. Sólo un hombre inculto quiere ver desnuda a una mujer, aunque hoy en día eso se ha vuelto una moda. De acuerdo con la cultura védica, una mujer no debe estar desnuda ante nadie más que su esposo. Por consiguiente, puesto que esos hombres querían ver desnuda a Draupadī en esa gran asamblea, eran todos unos sinvergüenzas. La palabra sat significa «gentil», y asat significa «grosero». De manera que Kuntīdevī ora al Señor Kṛṣṇa diciéndole: «Tú salvaste a Draupadī en esa asamblea de hombres groseros». Cuando los Kurus le estaban quitando el sārī a Draupadī para verla desnuda, Kṛṣṇa proveyó de más y más tela de sārī y, en consecuencia, no pudieron llegar al final de él. Por último, con montones de tela apilados en la sala, comenzaron a cansarse y a darse cuenta de que ella nunca quedaría desnuda. Pudieron entender que «es imposible».


Al principio, Draupadī había tratado de asir su sārī. Pero, ¿qué podía hacer ella? Al fin y al cabo, ella era una mujer, y los Kurus estaban tratando de desnudarla. Así que lloró y oró a Kṛṣṇa diciéndole: «Salva mi honor»; pero ella también trató de salvarse mediante el hecho de asir su sārī. Luego, ella pensó: «Es imposible salvar mi honor de esta manera», y lo soltó y simplemente alzó sus brazos y oró lo siguiente: «Kṛṣṇa, si Tú quieres, Tú puedes salvarme». Así pues, el Señor respondió a sus oraciones.

De modo que no es muy bueno tratar de salvarse uno mismo. Más bien, simplemente debemos depender de Kṛṣṇa: «Kṛṣṇa, si Tú me salvas, está bien. De lo contrario, mátame. Puedes hacer lo que quieras». Como dice Bhaktivinoda Ṭhākura:

mānasa, deha, geha—yo kichu mora
arpiluṅ tuya pade, nanda-kiśora

«Mi querido Señor, todo lo que poseo Te lo entrego a Ti. ¿Y qué tengo? Tengo este cuerpo y esta mente, y tengo un pequeño hogar y una esposa e hijos, pero todo lo que tengo Te lo entrego a Ti». Eso es entrega total.

El devoto de Kṛṣṇa se entrega a Kṛṣṇa sin reservas y, por ello, recibe el nombre de akiñcana. La palabra kiñcana se refiere a algo que uno reserva para sí, y akiñcana significa que uno no guarda nada para sí. Claro que, aunque de hecho debamos entregarnos de esa manera, en el mundo material no debemos imitar artificialmente a aquellos que están totalmente entregados. De acuerdo con el ejemplo que dio Rūpa Gosvāmī, de todas las posesiones que tengamos, debemos dar el cincuenta por ciento para Kṛṣṇa, el veinticinco por ciento para los familiares, que también esperarán recibir algo, y debemos guardar el veinticinco por ciento para emergencias personales. Antes de su retiro, Rūpa Gosvāmī dividió su dinero de esa manera, aunque luego, cuando su hermano Sanātana Gosvāmī, otro gran devoto, fue arrestado, Rūpa Gosvāmī lo gastó todo. Eso es entrega total. De la misma manera, Draupadī se entregó a Kṛṣṇa por completo, sin tratar de salvarse a sí misma, y entonces recibió una ilimitada cantidad de metros de tela, y los Kurus no pudieron verla desnuda.


Pero luego, en la siguiente partida de ajedrez, la apuesta consistió en que, si los Pāṇḍavas perdían el juego, se irían al bosque por doce años. Después de eso, tenían que permanecer de incógnito por un año y, si les descubrían, tendrían que vivir en el bosque una vez más, por otros doce años. Los Pāṇḍavas también perdieron esa partida, así que durante doce años vivieron en el bosque, y durante uno, de incógnito. Fue mientras ellos vivían de incógnito que Arjuna se ganó a Uttarā.


Todos estos incidentes se encuentran anotados en el libro titulado el Mahābhārata. La palabra mahā significa «grande» o «más grande», y bhārata se refiere a la India. Así pues, el Mahābhārata es la historia de la gran India. Algunas veces, la gente considera que esos relatos son cuentos o mitología, pero eso es una necedad. El Mahābhārata y los Purāṇas son relatos históricos, aunque no están en orden cronológico. Si la historia de un período de tiempo tan vasto se hubiera apuntado en orden cronológico, ¿cuántas páginas tendría que tener? Por lo tanto, en el Mahābhārata sólo se han seleccionado y descrito los incidentes más importantes.


Kuntī ora a Kṛṣṇa recordando cómo salvó a los Pāṇḍavas en el campo de batalla de Kurukṣetra. Mṛdhe mṛdhe ’neka-mahārathāstrataḥ. En el campo de batalla de Kurukṣetra había guerreros muy, muy sobresalientes, llamados mahā-rathas. Así como en los tiempos actuales los militares reciben títulos como teniente, capitán, comandante y comandante en jefe, antiguamente había títulos como eka-ratha, ati-ratha y mahā-ratha. La palabra ratha significa «cuadriga». De modo que, si un guerrero podía pelear contra una cuadriga, se le llamaba eka-ratha, y si podía pelear contra miles de cuadrigas, se le llamaba mahā-ratha. Todos los comandantes que había en el campo de batalla de Kurukṣetra eran mahā-rathas. A muchos de ellos se les menciona en el Bhagavad-gītā. Bhīṣma, Karṇa y Droṇācārya eran comandantes especialmente notables. Eran guerreros tan poderosos que, aunque Arjuna también era un mahā-ratha, ante ellos no era nada. Pero, por la gracia de Kṛṣṇa, pudo matar a Karṇa, Bhīṣma, Droṇācārya y a los demás, y conseguir la victoria. Mientras Mahārāja Parīkṣit hablaba con Śukadeva Gosvāmī, también se refirió a esto. «El campo de batalla de Kurukṣetra —dijo él— era como un océano, y los guerreros eran como muchos animales acuáticos feroces. Pero, por la gracia de Kṛṣṇa, mi abuelo Arjuna atravesó ese océano muy fácilmente».


Esto es muy significativo. Puede que tengamos muchos enemigos que sean guerreros muy poderosos, pero, si permanecemos bajo la protección de Kṛṣṇa, nadie puede hacernos ningún daño. Rakhe kṛṣṇa māre ke māre kṛṣṇa rakhe ke: «Aquel a quien Kṛṣṇa protege, nadie le puede matar, pero, si Kṛṣṇa quiere matar a alguien, nadie le puede proteger». Por ejemplo, supongan que un hombre muy rico está padeciendo de una enfermedad. Puede que tenga un médico de primera, medicinas, y un hospital a su disposición, pero aun así puede que muera. Eso significa que Kṛṣṇa deseaba: «Este hombre debe morir». Por consiguiente, los supuestos métodos protectores que hemos ideado serán inútiles si Kṛṣṇa no desea que vivamos. El demonio Rāvaṇa era muy poderoso, pero, cuando Kṛṣṇa en la forma del Señor Rāmacandra deseó matarle, nadie pudo protegerle. Rāvaṇa era un gran devoto del Señor Śiva, a quien le estuvo orando: «Por favor, ven a salvarme de este peligro». Pero el Señor Śiva no fue. Entonces, Pārvatī, la esposa del Señor Śiva, le preguntó: «¿Qué es esto? Él es un devoto tan consagrado y te ha servido tanto, y ahora está en peligro y está pidiendo tu ayuda. ¿Por qué no vas a ayudarle?». El Señor Śiva respondió entonces: «Mi querida Pārvatī, ¿qué voy a hacer? Yo no puedo protegerlo. No es posible. ¿Por qué habría de ir?». Por lo tanto, si Dios quiere matar a alguien, nadie puede protegerle, y si Dios quiere proteger a alguien, nadie puede matarle. Rakhe kṛṣṇa māre ke māre kṛṣṇa rakhe ke.


Así pues, Kuntī está recordando cómo Kṛṣṇa la salvó a ella y a sus hijos vez tras vez. Eso es smaraṇam, pensar en Kṛṣṇa. «Kṛṣṇa, Tú eres tan bondadoso con nosotros que nos salvaste de muchos y grandes peligros. Sin Ti no había ninguna esperanza».


Finalmente, el último peligro fue el drauṇy-astra, el arma de Aśvatthāmā, el hijo de Droṇa. Aśvatthāmā realizó el muy abominable acto de matar a los cinco hijos de los Pāṇḍavas. Claro que, en el campo de batalla de Kurukṣetra, ambos bandos pertenecían a la misma familia, y prácticamente todo el mundo fue matado; pero los cinco hijos de los Pāṇḍavas sobrevivieron. Así que Aśvatthāmā pensó: «Si mato a estos cinco hijos de los Pāṇḍavas y presento sus cabezas a Duryodhana, él se sentirá muy complacido». En consecuencia, cuando los cinco hijos se encontraban durmiendo, les cortó la cabeza, y las presentó luego a Duryodhana. En ese momento, Duryodhana estaba incapacitado. Tenía la columna rota y no se podía mover. Aśvatthāmā le dijo: «He traído las cinco cabezas de los Pāṇḍavas, mi querido Duryodhana». Al principio, Duryodhana se puso muy contento, pero él sabía cómo examinar las cabezas para ver si de hecho eran las de los Pāṇḍavas. Cuando las apretó, las cabezas cedieron, y Duryodhana dijo: «¡Oh!, éstas no son las cabezas de los Pāṇḍavas. Deben de ser las cabezas de sus hijos». Cuando Aśvatthāmā admitió que así era, Duryodhana se desmayó, y cuando volvió en sí, dijo: «Has matado todas nuestras esperanzas. Yo tenía la esperanza de que en nuestra familia, al menos estos cinco hijos sobrevivirían, pero ahora los has matado». Así pues, murió lamentándose.


Más adelante, Arjuna arrestó a Aśvatthāmā y se dispuso a matarlo. En efecto, Kṛṣṇa le ordenó: «Mátalo. Él no es un brāhmaṇa; es menos que un śūdra». Pero, entonces, Draupadī dijo: «Yo estoy sufriendo a causa de la muerte de mis hijos, y este sinvergüenza es el hijo de nuestro guru-mahārāja, Droṇācārya, quien ha hecho tanto por nosotros. Si Aśvatthāmā muere, entonces la esposa de Droṇācārya, nuestra madre guru, se sentirá muy infeliz. Así que suéltalo y déjalo que se vaya». Así pues, Arjuna liberó a Aśvatthāmā. Mas, luego, Aśvatthāmā, habiendo sido insultado, se vengó lanzando un brahmāstra. El brahmāstra es algo así como un arma nuclear. Puede ir hasta el enemigo, dondequiera que éste se encuentre, y matarlo. Aśvatthāmā sabía que «el último descendiente de la familia Kuru es Parīkṣit, el hijo de Abhimanyu. Él se halla en el vientre de Uttarā, de modo que también voy a matarlo, y así toda la dinastía se acabará».

Cuando lanzó esa arma, Uttarā, la madre de Parīkṣit Mahārāja, sintió que iba a abortar y, por consiguiente, acudió a Kṛṣṇa, diciendo: «Por favor, sálvame». Kṛṣṇa, mediante Su poder místico, entró en el vientre de Uttarā y salvó al niño. Después de la batalla de Kurukṣetra, Parīkṣit Mahārāja, que aún se hallaba en el vientre de su madre, era el último descendiente de los Pāṇḍavas que quedaba, y a su debido tiempo, cuando nació, sólo sus abuelos estaban aún vivos. Parīkṣit Mahārāja era el hijo de Abhimanyu, quien a su vez era hijo de Arjuna y Subhadrā, la hermana de Kṛṣṇa. Cuando Abhimanyu tenía dieciséis años, fue a pelear, y siete grandes comandantes unieron fuerzas para matarlo. Subhadrā tenía sólo un nieto, Parīkṣit Mahārāja. En cuanto él creció, se le confió todo el estado de los Pāṇḍavas, y éstos dejaron el hogar y se fueron a los Himalayas. La historia se describe en el Mahābhārata. Muchas y grandes desgracias ocurrieron a los Pāṇḍavas, pero en todas las circunstancias ellos simplemente dependieron de Kṛṣṇa, quien siempre los salvó. La respuesta de la reina Kuntī a esas desgracias se recoge en el verso siguiente.

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