Text 67
acintya-śaktye kara tumi tāhāra ghaṭana
ye karāha, sei kari, nāhika niyama
acintya-śaktye—con energía inconcebible; kara—haces; tumi—Tú; tāhāra—de esa relación; ghaṭana—la actividad; ye—cualquiera que; karāha—Tú Me hagas hacer; sei—ésa; kari—Yo hago; nāhika—no hay; niyama—restricción.
«Con Tu inconcebible energía, puedes hacer todo lo que desees, y todo lo que Me haces hacer a Mí, Yo lo hago sin restricción.»
SIGNIFICADO: Como se afirma al principio del Śrīmad-Bhāgavatam: tene brahma hṛdā ya ādi-kavaye. El Señor Brahmā es la primera criatura viviente del universo y, al mismo tiempo, el creador del universo. ¿Cómo es eso posible? Aunque es la primera entidad viviente, el Señor Brahmā no entra en la categoría de viṣṇu-tattva, sino que forma parte de las jīva-tattvas. Aun así, por la gracia del Señor, que le instruyó a través del corazón (tene brahma hṛdā), el Señor Brahmā pudo crear un enorme universo. El Señor está siempre situado en el corazón, y desde allí instruye a quienes son realmente Sus devotos puros. Īśvaraḥ sarva-bhūtānāṁ hṛd-deśe ‘rjuna tiṣṭhati (Bg. 18.61). La entidad viviente que sigue las instrucciones de la Suprema Personalidad de Dios puede, por la gracia del Señor, realizar las tareas más difíciles, aunque sea una criatura insignificante. Así lo confirma el Señor Kṛṣṇa en la Bhagavad-gītā (10.10):
teṣāṁ satata-yuktānāṁ bhajatāṁ prīti-pūrvakam
dadāmi buddhi-yogaṁ taṁ yena mām upayānti te
«A aquellos que están constantemente consagrados a servirme con amor, Yo les doy la comprensión con la cual pueden llegar hasta Mí».
Todo es posible para el devoto puro, pues actúa conforme a las instrucciones de la Suprema Personalidad de Dios. Mediante la energía inconcebible del Señor, el devoto puro puede realizar tareas que se consideran sumamente difíciles, tareas que ni el Señor mismo llevó a cabo nunca. Por ello, Nityānanda Prabhu dijo a Śrī Caitanya Mahāprabhu: ye karāha, sei kari, nāhika niyama: «No sé en virtud de qué principio regulativo estoy realizando esta maravillosa obra, pero estoy seguro de que haré lo que Tú desees». Aunque el Señor quiere que todo el mérito sea para el devoto, el devoto nunca acepta esos méritos, pues actúa sencillamente bajo la dirección del Señor. Por consiguiente, todo el mérito es para el Señor. Ésa es la naturaleza de la relación entre el Señor y Su devoto. El Señor desea que todo el mérito sea para Su sirviente, pero el sirviente no acepta mérito alguno, pues sabe que todo lo hace el Señor.