Capítulo 44
La muerte de Kaṁsa
Después de que los luchadores de Kaṁsa expresaron su determinación, la Suprema Personalidad de Dios, el destructor de Madhu, se enfrentó con Cāṇūra, y el Señor Balarāma, el hijo de Rohiṇī, se enfrentó con Muṣṭika. Kṛṣṇa y Cāṇūra, y luego Balarāma y Muṣṭika, se enlazaron mano a mano, pierna a pierna, y cada uno empezó a presionar contra el otro con miras a salir victorioso. Ellos unieron palma con palma, pantorrilla con pantorrilla, cabeza con cabeza, pecho con pecho, y empezaron a golpearse el uno al otro. La lucha aumentó a medida que se empujaban el uno al otro de un lugar a otro. El uno atrapaba al otro y lo lanzaba al piso, y el otro se abalanzaba desde atrás hacia el frente del contrario, y trataba de vencerlo con una llave. La lucha aumentó paso a paso. Hubo recogidas, arrastradas y empujones, y luego las piernas y las manos se enlazaron. Los dos bandos exhibieron perfectamente todas las artes de la lucha, mientras cada uno trató lo mejor que pudo de vencer a su oponente.
Pero el público de la arena de lucha no estaba muy satisfecho, porque los combatientes no parecían estar en condiciones parejas. Consideraban que Kṛṣṇa y Balarāma eran tan solo niños ante los luchadores Cāṇūra y Muṣṭika, quienes eran hombres enormes, tan sólidos como rocas. Compadeciéndose y apoyando a Kṛṣṇa y a Balarāma, muchos integrantes del público empezaron a hablar de la siguiente manera: «Queridos amigos, hay peligro aquí. Otro dijo: Aun frente al Rey está llevándose a cabo esta lucha entre bandos desiguales». El público había perdido su sentido de disfrute. Ellos no podían alentar la lucha entre fuertes y débiles. «Muṣṭika y Cāṇūra son como rayos, tan fuertes como grandes montañas, y Kṛṣṇa y Balarāma son dos niños delicados de una edad muy tierna. El principio de la justicia ya ha abandonado esta asamblea. Las personas que están conscientes de los principios civilizados de la justicia, no permanecerán para observar esta contienda injusta. Aquellos que están observando esta lucha no son muy iluminados; por lo tanto, ya sea que hablen o que permanezcan callados, están siendo sujetos a las reacciones de las actividades pecaminosas».
«Pero mis queridos amigos —dijo otro integrante del público—, miren bien la cara de Kṛṣṇa. Por estar persiguiendo a Su enemigo, hay gotas de transpiración en Su cara, y esta se asemeja a la flor de loto con gotas de agua.
Y ¿ven ustedes cómo la cara del Señor Balarāma se ha vuelto especialmente hermosa? Hay un matiz rojizo en su hermosa cara blanca, debido a que está ocupado en una fuerte contienda con Muṣṭika».
Las damas de la asamblea también se dirigieron una a la otra: «Queridas amigas, imaginen cuán afortunada es la tierra de Vṛndāvana donde la Suprema Personalidad de Dios Mismo está presente, siempre adornado con guirnaldas de flores y ocupado en cuidar de las vacas junto con Su hermano, el Señor Balarāma. Sus amigos pastorcillos de vacas siempre lo acompañan, y Él toca Su flauta trascendental. Los residentes de Vṛndāvana son afortunados de poder ver constantemente los pies de loto de Kṛṣṇa y de Balarāma, que son adorados por los grandes semidioses como el Señor Śiva y Brahmā, y la diosa de la fortuna. No podemos imaginar cuántas actividades piadosas ejecutaron las doncellas de Vrajabhūmi para poder disfrutar de la Suprema Personalidad de Dios y contemplar la belleza sin paralelo de Su cuerpo trascendental. La belleza del Señor está más allá de toda comparación. Nadie es superior ni igual a Él en lo que se refiere a la belleza de Su tez o de Su brillo corporal. Kṛṣṇa y Balarāma son las fuentes de todo tipo de opulencia: riqueza, fuerza, belleza, fama, conocimiento y renunciación. Las gopīs son tan afortunadas, que pueden ver y pensar en Kṛṣṇa veinticuatro horas al día, comenzando desde el momento en que ordeñan a las vacas, descascaran el arroz o baten la mantequilla en la mañana. Mientras se ocupan en limpiar sus casas y en lavar sus pisos, siempre están absortas en pensamientos de Kṛṣṇa».
Las gopīs dan un perfecto ejemplo de cómo uno puede ejecutar actividades con conciencia de Kṛṣṇa aun si uno se encuentra dedicado a diferentes tipos de ocupaciones materiales. Por estar constantemente absorto en pensamientos de Kṛṣṇa, la contaminación de las actividades materiales no puede afectarlo a uno. Por lo tanto, las gopīs están por completo en trance, samādhi, la más alta etapa de perfección del poder místico. En el Bhagavad-gītā, se confirma que aquel que constantemente está pensando en Kṛṣṇa, es un yogī de primera clase entre todos los tipos de yogīs. «Mis queridas amigas —le dijo una dama a las otras—, debemos aceptar que las actividades de las gopīs son la más elevada forma de piedad, de no ser así, ¿cómo pudieron haber logrado la oportunidad de ver a Kṛṣṇa tanto en la mañana como al atardecer; cuando Él va a los pastizales con Sus vacas y amigos pastorcillos, y cuando regresa al atardecer? Ellas a menudo lo ven tocando Su flauta y sonriendo muy brillantemente».
Cuando el Señor Kṛṣṇa, la Superalma de todo ser viviente, se dio cuenta de que las damas de la asamblea estaban angustiadas por Él, decidió no continuar luchando sino matar a los luchadores inmediatamente. Los padres de Kṛṣṇa y Balarāma —Nanda Mahārāja, Yaśodā, Vasudeva y Devakī— estaban también muy ansiosos debido a que no conocían la fuerza ilimitada de sus hijos. El Señor Balarāma estaba peleando con el luchador Muṣṭika de la misma manera en que Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, peleaba y luchaba con Cāṇūra. El Señor Kṛṣṇa parecía ser cruel con Cāṇūra, e inmediatamente lo golpeó tres veces con Su puño. Para asombro del público, el gran luchador se aturdió momentáneamente. Cāṇūra usó entonces su última oportunidad y atacó a Kṛṣṇa, de la misma manera en que un halcón se abalanza sobre otro. Enlazando sus dos manos, empezó a golpear el pecho de Kṛṣṇa, pero el Señor Kṛṣṇa ni siquiera se perturbó ligeramente, tal como un elefante no se perturba al ser golpeado por una guirnalda de flores. Kṛṣṇa rápidamente agarró las dos manos de Cāṇūra y empezó a hacerlo girar, y simplemente por esta acción centrífuga, Cāṇūra perdió su vida. Kṛṣṇa lo lanzó entonces al piso. Cāṇūra cayó tal como la bandera de Indra, y todos sus ornamentos hermosamente decorados se desparramaron por todas partes.
Muṣṭika también golpeó a Balarāma, y Balarāma devolvió el golpe con gran fuerza. Muṣṭika empezó a temblar; sangre y vómito manaban de su boca. Extenuado, perdió su fuerza vital y cayó de la misma manera en que un árbol cae en medio de un huracán.
Después de que los dos luchadores fueron matados, se presentó un luchador llamado Kūṭa. El Señor Balarāma inmediatamente lo atrapó con Su mano izquierda y lo mató despreocupadamente y sin ningún esfuerzo. Un luchador llamado Śala se presento, y Kṛṣṇa inmediatamente lo pateó y le partió la cabeza. También se presentó otro luchador, llamado Tośala, y fue matado de la misma manera. Así, todos los luchadores murieron a manos de Kṛṣṇa y Balarāma, y los luchadores que quedaban empezaron a huir de la asamblea temiendo por sus vidas. Todos los amigos pastorcillos de vacas de Kṛṣṇa y Balarāma se les acercaron y los felicitaron con gran placer. Mientras los tambores redoblaban y ellos hablaban sobre la victoria, las campanitas de los pies de Kṛṣṇa y de Balarāma tintineaban.
Toda la gente allí reunida empezó a aplaudir con gran éxtasis, y nadie pudo imaginar hasta dónde llegaba su placer. Los brāhmaṇas presentes empezaron a alabar a Kṛṣṇa y a Balarāma con gran éxtasis. Solamente Kaṁsa estaba displicente; él ni aplaudió ni ofreció bendiciones a Kṛṣṇa. Kaṁsa se indignó de que los tambores redoblaran por la victoria de Kṛṣṇa, y lamentó mucho que los luchadores hubieran sido muertos o hubieran huido de la asamblea. Por lo tanto, inmediatamente ordenó que se detuviera el toque de los tambores, y se dirigió a sus amigos de la siguiente manera: «Ordeno que estos dos hijos de Vasudeva sean expulsados inmediatamente de Mathurā. Deben saquear a los pastorcillos de vacas que han venido con Ellos, y quitarles todas sus riquezas. Deben arrestar y matar de inmediato a Nanda Mahārāja por su comportamiento astuto, y al pícaro Vasudeva también se le debe matar sin demora. A mi padre, Ugrasena, también se le debe matar, pues siempre ha apoyado a mis enemigos en contra de mi voluntad».
Cuando Kaṁsa habló de esta manera, el Señor Kṛṣṇa se puso muy furioso con él, y en un segundo saltó por encima de los altos guardias del rey Kaṁsa. Kaṁsa estaba preparado para el ataque de Kṛṣṇa, pues desde el principio sabía que Él iba a ser la causa de su muerte. Inmediatamente desenvainó su espada y se dispuso a contestar al reto de Kṛṣṇa, con espada y escudo. Mientras Kaṁsa esgrimía su espada hacia arriba y hacia abajo, de aquí para allá, el Señor Kṛṣṇa, el supremo y poderoso Señor, lo agarró con gran fuerza. La Suprema Personalidad de Dios, quien es el refugio de toda la creación, y de cuyo ombligo de loto se manifiesta la creación entera, inmediatamente tumbó la corona de la cabeza de Kaṁsa, y agarró su larga cabellera con Su mano. Luego arrastró a Kaṁsa desde su asiento hasta el estrado de lucha, y lo lanzo al suelo. Kṛṣṇa enseguida se sentó a horcajadas en su pecho, y empezó a golpearlo una y otra vez. Simplemente a causa de los golpes de Su puño, Kaṁsa perdió la fuerza vital.
Para asegurarle a Sus padres que Kaṁsa estaba muerto, el Señor Kṛṣṇa lo arrastró tal como un león arrastra a un elefante después de matarlo. Cuando la gente vio eso, hubo un gran sonido rugiente que provenía de todos lados, ya que algunos espectadores expresaron su júbilo, y otros lloraron, lamentándose. Desde el día en que Kaṁsa oyó que el octavo hijo de Devakī lo mataría, siempre estaba pensando en Kṛṣṇa veinticuatro horas al día, sin parar—aun mientras comía, mientras caminaba, mientras respiraba—, y, por supuesto, obtuvo la bendición de liberarse. En el Bhagavad-gītā se afirma: sadā tad-bhāva-bhāvitaḥ, una persona obtiene su próxima vida de acuerdo con los pensamientos en los cuales siempre está absorta. Kaṁsa estaba pensando en Kṛṣṇa con Su rueda, lo cual significa que pensaba en Nārāyaṇa, quien porta una rueda, una caracola, una flor de loto y una maza.
Según la opinión de las autoridades, Kaṁsa obtuvo sārūpya-mukti, después de la muerte; en otras palabras, obtuvo la misma forma que tiene Nārāyaṇa (Viṣṇu). En los planetas Vaikuṇṭha, todos los habitantes tienen los mismos rasgos corporales que Nārāyaṇa. Después de su muerte, Kaṁsa obtuvo la liberación y fue promovido a Vaikuṇṭhaloka. Del estudio de este caso podemos concluir que, incluso una persona que piensa en la Suprema Personalidad de Dios como un enemigo, obtiene la liberación o un lugar en un planeta Vaikuṇṭha, así pues, ¿qué decir de los devotos puros, que están siempre absortos en pensamientos favorables acerca de Kṛṣṇa? Aun un enemigo que muere a manos de Kṛṣṇa obtiene la liberación y es colocado en el brahmajyoti impersonal. Debido a que la Suprema Personalidad de Dios es plenamente bondadoso, cualquiera que piensa en Él, ya sea como enemigo o como amigo, obtiene la liberación. Pero la liberación del devoto y la liberación del enemigo no son iguales. El enemigo generalmente obtiene la liberación de sāyujya, y algunas veces obtiene la liberación sārūpya.
Kaṁsa tenía ocho hermanos, encabezados por Kaṅka. Todos ellos eran menores que él, y cuando supieron que su hermano mayor había sido matado, se unieron y se abalanzaron hacia Kṛṣṇa con gran furia para matarlo. Kaṁsa y sus hermanos eran todos tíos maternos de Kṛṣṇa. Todos eran hermanos de la madre de Kṛṣṇa, Devakī. Cuando Kṛṣṇa mató a Kaṁsa, mató a Su tío materno, lo cual va en contra de las regulaciones de las normas védicas. A pesar de que Kṛṣṇa es independiente de todas las normas védicas, Él viola las normas védicas solamente en casos inevitables. Nadie podía matar a Kaṁsa a excepción de Kṛṣṇa; por lo tanto, Kṛṣṇa estaba obligado a matarlo. Pero, en lo que concierne a los ocho hermanos de Kaṁsa, Balarāma se encargó de matarlos a ellos. La madre de Balarāma, Rohiṇī, no era hermana de Kaṁsa, a pesar de ser la esposa de Vasudeva; por lo tanto, Balarāma se encargó de matar a los ocho hermanos de Kaṁsa. Inmediatamente tomo un arma asequible (lo más probable es que fuera el colmillo del elefante que Él llevaba consigo), y mató a los ocho hermanos, uno tras otro, de la misma forma en que un león mata a una manada de venados. Kṛṣṇa y Balarāma verificaron de esta manera la afirmación de que la Suprema Personalidad de Dios aparece para proteger a los piadosos y para matar a los demonios impíos, quienes siempre son enemigos de los semidioses.
Los semidioses de los sistemas planetarios más elevados empezaron a arrojar flores, felicitando a Kṛṣṇa y a Balarāma. Entre los semidioses se encontraban personalidades poderosas como el Señor Brahmā y el Señor Śiva, y todos se unieron en la exhibición de su júbilo por la muerte de Kaṁsa. Había un redoble de tambores y una lluvia de flores que provenían de los planetas celestiales, y las esposas de los semidioses empezaron a bailar en éxtasis.
Las esposas de Kaṁsa y de sus ocho hermanos se apesadumbraron debido a la muerte repentina de sus esposos, y todas estaban golpeando sus frentes y derramando torrentes de lágrimas. Llorando muy fuertemente y abrazando los cuerpos de sus esposos, las esposas de Kaṁsa y de sus hermanos empezaron a lamentarse, dirigiéndose a los cuerpos muertos: «Queridos esposos, ustedes son muy bondadosos y son los protectores de sus dependientes. Ahora, después de su muerte, también estamos muertas, junto con sus hogares e hijos. Ya no nos vemos auspiciosas. Debido a sus muertes, todas las funciones auspiciosas que debían llevarse a cabo, tales como el sacrificio del arco, se han arruinado. Queridos esposos, ustedes trataron mal a personas intachables, y como resultado, han sido matados. Esto es inevitable, debido a que una persona que atormenta a una persona inocente debe ser castigada por las leyes de la naturaleza. Sabemos que el Señor Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios. Él es el supremo amo y supremo disfrutador de todo, y, por lo tanto, aquel que hace caso omiso de Su autoridad nunca puede ser feliz, y en fin de cuentas, como sucedió con ustedes, encuentra la muerte».
Debido a que Kṛṣṇa era bondadoso y afectuoso con Sus tías, empezó a consolarlas tanto como le fue posible. Luego, las ceremonias rituales que se ejecutan después de la muerte se condujeron bajo la supervisión personal de Kṛṣṇa, debido a que resultaba ser sobrino de todos los príncipes muertos. Después de terminar este asunto, Kṛṣṇa y Balarāma inmediatamente soltaron a Sus padres, Vasudeva y Devakī, a quienes Kaṁsa había encarcelado. Kṛṣṇa y Balarāma se postraron a los pies de Sus padres y les ofrecieron oraciones. Vasudeva y Devakī habían sufrido muchas dificultades debido a que Kṛṣṇa era su hijo; fue a causa de Kṛṣṇa que Kaṁsa estaba siempre dándoles problemas. Devakī y Vasudeva estaban plenamente conscientes de la posición elevada de Kṛṣṇa como la Suprema Personalidad de Dios; por lo tanto, a pesar de que Kṛṣṇa tocó sus pies y les ofreció reverencias y oraciones, ellos no lo abrazaron, sino que simplemente se pusieron de pie para oír a la Suprema Personalidad de Dios. A pesar de que Kṛṣṇa nació como Su hijo, Vasudeva y Devakī estaban siempre conscientes de Su posición.
Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo cuadragésimo cuarto del libro Kṛṣṇa, titulado: «La muerte de Kaṁsa».