Capítulo 5
El encuentro de Nanda y Vasudeva
Aunque Kṛṣṇa era en realidad hijo de Vasudeva y Devakī, Vasudeva no pudo disfrutar de la ceremonia natal de su hijo, debido a las atroces actividades de Kaṁsa. Pero Nanda Mahārāja, el padre adoptivo, celebró con gran alegría la ceremonia natal de Kṛṣṇa. Al día siguiente fue anunciado que Yaśodā había dado a luz a un hijo varón. De acuerdo con la costumbre védica, Nanda Mahārāja llamó a astrólogos y brāḥmanas eruditos para que llevasen a cabo la ceremonia natal. Después de que un niño nace, los astrólogos calculan el momento del nacimiento y hacen un horóscopo de la vida futura de la criatura. Otra gran ceremonia tiene lugar después del nacimiento del niño: los miembros de la familia se bañan, se limpian y se engalanan con ornamentos y hermosos atuendos, reuniéndose después ante el niño y el astrólogo para enterarse de la vida futura de la criatura. Nanda Mahārāja y otros miembros de su familia se vistieron y se sentaron en sus respectivos sitios, frente al lugar de nacimiento. Todos los brāḥmanas reunidos para la ocasión cantaron mantras propicios, conforme al ritual, mientras los astrólogos llevaban a cabo la ceremonia natal. En esas ocasiones también se adora a todos los semidioses y a los antepasados de la familia. Nanda Mahārāja les dio a los brāḥmanas doscientas mil vacas bien decoradas, ataviadas y ornamentadas. Y su caridad no se limitó a dar vacas, sino que también regaló montañas de granos, decoradas con prendas ribeteadas con oro y muchos ornamentos.
En el mundo material poseemos riquezas y opulencia de muchas maneras, pero algunas veces no lo hacemos de una forma muy honesta y piadosa, porque esa es la naturaleza de la acumulación de riquezas. En consecuencia, de acuerdo con los mandatos védicos, dichas riquezas deben purificarse dándoles vacas y oro como caridad a los brāḥmanas. Así mismo, el recién nacido también se purifica cuando los brāḥmanas reciben granos como caridad. Es necesario comprender que en el mundo material vivimos siempre en un estado contaminado. Así pues, debemos purificar la duración de nuestras vidas, purificar también nuestra posesión de riquezas, y purificarnos nosotros mismos. Podemos purificar la duración de la vida mediante el baño diario y la limpieza exterior e interior del cuerpo. La posesión de riquezas podemos purificarla mediante la adopción de las diez clases de procesos purificadores, y mediante las austeridades, la adoración del Señor y la distribución de caridades. Y mediante el estudio de los Vedas, el esforzarse por alcanzar la autorrealización, y la comprensión de la Suprema Verdad Absoluta, podemos purificarnos nosotros mismos. Por ello se afirma en la literatura védica que todos somos śūdras por nacimiento, y que mediante la aceptación del proceso purificador nos convertimos en un «nacido por segunda vez». Mediante el estudio de los Vedas, uno puede convertirse en un vipra, lo cual es una cualidad preliminar para ser un brāḥmana. Quien comprende perfectamente la Verdad Absoluta recibe el nombre de brāḥmana. Y cuando el brāḥmana alcanza una perfección aún mayor, se convierte en vaiṣṇava, o devoto.
En aquella ceremonia, todos los brāḥmanas reunidos comenzaron a cantar diferentes clases de mantras védicos para invocar toda clase de buena fortuna para el niño. Hay diferentes clases de cantos, conocidos como sūta, māgadha, vandī y virudāvalī. Junto con este canto de mantras y canciones, afuera de la casa de Nanda se oía el sonido de trompetas y timbales. En esta ocasión, en todos los pastizales, en todas las puertas de las casas, en los patios, y dentro y fuera de las casas, había una gran variedad de pinturas artísticas hechas con pasta de arroz, y en todas partes, incluso en las calles y en los caminos, se había rociado agua aromatizada. Los techos y las azoteas estaban decorados con diferentes clases de banderas, festones y hojas verdes. Y los portones estaban hechos de hojas verdes y flores. Todas las vacas, toros y terneros fueron ungidos con una mezcla de aceite y cúrcuma, y pintados con minerales tales como el óxido rojo, greda amarilla y manganeso. Lucían además guirnaldas de plumas de pavo real y estaban cubiertos con prendas de hermosos colores y con collares dorados.
Cuando todos los pastores de vacas, los cuales estaban en éxtasis, oyeron que Nanda Mahārāja, el padre de Kṛṣṇa, estaba celebrando la ceremonia natal de su hijo, espontáneamente se alegraron. Se vistieron con costosas prendas, adornaron sus cuerpos con diferentes clases de pendientes y collares, y pusieron en sus cabezas grandes turbantes. Después de vestirse de manera tan espléndida, los pastores tomaron una gran variedad de presentes y se dirigieron a la casa de Nanda Mahārāja.
Tan pronto como todas las pastoras de vacas oyeron que madre Yaśodā había dado a luz a un hijo, se llenaron de júbilo y se vistieron con diversos tipos de costosos atavíos y ornamentos, y ungieron sus cuerpos con cosméticos perfumados.
Así como el polvo de los lotos exhibe la belleza exquisita de la flor, así mismo todas las gopīs (las pastoras de vacas) aplicaban el polvo de kuṅkuma sobre sus rostros semejantes a los lotos. Estas hermosas gopīs, después de tomar sus diferentes presentes, llegaron rápidamente a la casa de Mahārāja Nanda. Aunque las gopīs no podían desplazarse con mucha rapidez debido a que estaban sobrecargadas con sus amplias caderas y sus abultados pechos, su amor extático por Kṛṣṇa hizo que se dirigieran a la casa de Nanda Mahārāja tan rápido como era posible. Sus orejas lucían aretes de perlas, y sus cuellos estaban adornados con preciosas gargantillas de joyas. Tanto sus ojos como sus labios estaban decorados con diversos tipos de cosméticos y ungüentos, y finas pulseras de oro engalanaban sus brazos. Al pasar las gopīs apresuradamente por los empedrados caminos, las guirnaldas que decoraban sus cuerpos se caían al suelo, y parecía como si una lluvia de flores cayera del cielo. El movimiento de las diversas clases de ornamentos de sus cuerpos las hacía verse aún más bellas. De esa manera, todas ellas llegaron a la casa de Nanda Mahārāja, y bendijeron al niño diciéndole: «Querido niño, ¡que vivas una larga vida tan solo para protegernos!». Y mientras bendecían así al niño Kṛṣṇa, le ofrecieron una mezcla de polvo de cúrcuma con aceite, yogur, leche y agua. Y no solo rociaron esa mezcla sobre el cuerpo del niño Kṛṣṇa, sino también sobre todas las personas mayores allí presentes. En aquella ocasión propicia tocaron también diferentes bandas, integradas por músicos expertos.
Cuando los pastores de vacas vieron los pasatiempos de las pastoras, se pusieron muy alegres, y, en respuesta, ellos también comenzaron a lanzar yogur, leche, mantequilla clarificada y agua sobre los cuerpos de las gopīs. Después, ambos bandos empezaron a arrojarse mantequilla los unos a los otros. Nanda Mahārāja también estaba muy feliz de ver los pasatiempos de los pastores y las pastoras, y con gran generosidad dio caridad a los diferentes cantantes reunidos allí. Mientras unos cantantes recitaban grandes versos de los Upaniṣads y de los Purāṇas, otros glorificaban a los antepasados de la familia, y otros entonaban dulcísimas canciones. Había también muchos brāḥmanas eruditos a quienes Nanda Mahārāja, satisfecho por la ocasión, les entregó como caridad muchas prendas de vestir, ornamentos y vacas.
Es muy importante hacer notar en relación con lo anterior, cuán felices eran los habitantes de Vṛndāvana simplemente gracias a la cría de vacas. Todos los pastores de vacas pertenecían a la comunidad vaiśya, y su ocupación consistía en la protección de las vacas y el cultivo de la tierra. Su conducta, sus atavíos y sus ornamentos indicaban que, a pesar de vivir en una aldea, aun así eran ricos en posesiones materiales. Poseían tal abundancia de diversos productos lácteos, que derrochaban sin ninguna restricción la mantequilla, lanzándosela los unos a los otros. Su riqueza consistía en leche, yogur, mantequilla clarificada y muchos otros derivados de la leche; e intercambiando sus productos agrícolas se hacían ricos en diversos tipos de joyas, ornamentos y costosos atuendos. Y no solamente poseían todas estas cosas, sino que también podían darlas como caridad tal como lo hizo Nanda Mahārāja.
Así pues, Nanda Mahārāja, el padre adoptivo de Kṛṣṇa, comenzó a satisfacer los deseos de todas las clases de hombres allí reunidos. Él los recibió respetuosamente, y les dio como caridad todo lo que deseaban. Los brāḥmanas eruditos, carentes de otra fuente de ingresos, dependían por completo de las comunidades vaiśya y kṣatriya para su manutención, y en ocasiones festivas, tales como los nacimientos y las bodas, recibían regalos. Mientras que Nanda Mahārāja adoraba al Señor Viṣṇu en aquella ocasión y trataba de complacer a toda la gente allí reunida, su única motivación era que Kṛṣṇa, el niño recién nacido, fuese feliz. Nanda Mahārāja, ignorando que su hijo era el origen de Viṣṇu, le oraba a Este para que protegiera a Kṛṣṇa.
Rohiṇīdevī, la madre de Balarāma, era la esposa más afortunada de Vasudeva. Ella estaba lejos de su marido, mas aún así, tan solo para visitar a Mahārāja Nanda en ocasión de la ceremonia natal de su hijo Kṛṣṇa, se vistió muy hermosamente. Rohiṇī llegó a la ceremonia luciendo una guirnalda, un collar y otros ornamentos para el cuerpo, y se movía de un lado a otro. De acuerdo con el sistema védico, la mujer cuyo marido no está en casa no debe vestir con mucha elegancia. A pesar de que el esposo de Rohiṇī estaba lejos, ella se engalanó en esta ocasión. Rohiṇī era una de las dieciséis esposas de Vasudeva, y Baladeva fue transferido del vientre de Devakī al vientre de ella. Este incidente ya lo hemos discutido anteriormente.
La opulencia de la ceremonia natal de Kṛṣṇa indica claramente que en aquel entonces Vṛndāvana era una ciudad rica en todos los aspectos. Puesto que el Señor Kṛṣṇa había nacido en la casa del rey Nanda y madre Yaśodā, la diosa de la fortuna estaba obligada a manifestar sus opulencias en Vṛndāvana. Parecía que Vṛndāvana se había convertido ya en el lugar de los pasatiempos de la diosa de la fortuna.
Después de la ceremonia, Nanda Mahārāja decidió ir a Mathurā para pagarle el impuesto anual al gobierno de Kaṁsa. Antes de partir, llamó a los pastores de vacas capaces de la aldea para pedirles que cuidaran Vṛndāvana en su ausencia.
Cuando Mahārāja Nanda llegó a Mathurā, Vasudeva se enteró de ello y sintió un gran anhelo de felicitar a su amigo. Vasudeva fue inmediatamente al lugar en donde estaba Nanda Mahārāja. Al ver a Nanda, Vasudeva sintió que había recobrado su vida. Nanda, sobrecogido de felicidad, se puso de pie inmediatamente y abrazó a Vasudeva, recibiéndolo muy cálidamente y ofreciéndole un cómodo asiento. En esa ocasión, Vasudeva estaba ansioso por saber de sus dos hijos, quienes habían sido puestos bajo la protección de Nanda sin que este lo supiera. Con gran ansiedad, Vasudeva preguntó por Ellos. Tanto Balarāma como Kṛṣṇa eran hijos de Vasudeva. Balarāma había sido transferido al vientre de Rohiṇī, la esposa de Vasudeva, pero Rohiṇī se encontraba bajo la protección de Nanda Mahārāja. Vasudeva había llevado personalmente a Kṛṣṇa hasta el lecho de Yaśodā, cambiándolo después por la hija de ella. Nanda Mahārāja sabía que Balarāma era hijo de Vasudeva, aunque no sabía que Kṛṣṇa también lo era. Mas, Vasudeva estaba consciente de este hecho, y preguntó muy ansiosamente por Kṛṣṇa y Balarāma.
Vasudeva le dijo a Nanda: «Mi querido hermano, siempre quisiste tener un hijo, pues ya tenías edad para ello. Sin embargo, nunca lo tuviste. Ahora, por la gracia del Señor, tienes la buena fortuna de tener un magnifico hijo. Creo que este acontecimiento es muy propicio para ti. Querido amigo, yo fui encarcelado por Kaṁsa y ahora estoy libre. Así pues, esto representa otro nacimiento para mí. Ya había perdido la esperanza de volver a verte, pero, por la gracia de Dios, esto se ha hecho posible». Luego, Vasudeva le expresó a Nanda su preocupación por Kṛṣṇa. Kṛṣṇa había sido llevado de incógnito al lecho de madre Yaśodā, y después de celebrar con gran pompa Su ceremonia natal, Nanda partió hacia Mathurā. Muy complacido, Vasudeva dijo: «Este es un nuevo nacimiento para mí». Vasudeva jamás esperó que Kṛṣṇa viviría, pues todos sus otros hijos habían muerto a manos de Kaṁsa.
Vasudeva continuó: «Querido amigo mío, es muy difícil para nosotros vivir juntos. Aunque tenemos familias y parientes, hijos e hijas, la naturaleza siempre nos separa. La razón de esto es que toda entidad viviente aparece en esta Tierra bajo diferentes presiones, debidas a las actividades fruitivas. Aunque a veces nos reunamos, no es seguro que habremos de permanecer juntos por mucho tiempo. De acuerdo con nuestras actividades fruitivas, tenemos que actuar de diferentes maneras, y eso nos separa. Por ejemplo, muchas plantas y algas flotan sobre las olas del mar; algunas veces se reúnen, y otras veces se separan para siempre. Unas plantas flotan en una dirección y las demás en otra. De igual manera, es posible que nuestra reunión familiar sea muy agradable mientras vivimos juntos, mas después de algún tiempo, con el ir y el venir de las olas del tiempo, habremos de separarnos».
El significado de esta expresión de Vasudeva es el siguiente: aunque tuvo ocho hijos nacidos del vientre de Devakī, por desgracia todos habían muerto. Ni siquiera podía mantener a su hijo Kṛṣṇa consigo. Vasudeva sentía la separación de Él, pero no podía revelar los verdaderos hechos. «Por favor, háblame acerca del bienestar de Vṛndāvana —dijo Vasudeva—. Tú posees muchos animales, ¿son felices?, ¿disponen de suficiente pasto y agua? Por favor, también hazme saber si ahora vives en un lugar donde hay paz y tranquilidad». Vasudeva hacía estas preguntas porque estaba muy preocupado por la seguridad de Kṛṣṇa. Él sabía que Kaṁsa y sus seguidores tenían la intención de matar a Kṛṣṇa, para lo cual Kaṁsa había enviado diversas clases de demonios. Ellos ya habían decidido que debían matar a todo niño recién nacido durante los últimos diez días, contando a partir del día del nacimiento de Kṛṣṇa; y como Vasudeva estaba tan preocupado por Kṛṣṇa; preguntó acerca de la seguridad de Su residencia. Vasudeva preguntó también por Baladeva y por la madre de Este, Rohiṇī, quien estaba bajo el cuidado de Nanda Mahārāja. Además, Vasudeva le recordó a Nanda Mahārāja que Baladeva ignoraba quién era Su verdadero padre. «Él cree que tú eres Su padre. Y ahora tú tienes otro hijo: Kṛṣṇa. Yo creo que tú cuidas muy esmeradamente de Ellos». Es también muy significativo que Vasudeva preguntase por el bienestar de los animales de Nanda Mahārāja. Los animales, y especialmente las vacas, recibían la misma protección que se les daba a los hijos. Vasudeva era un kṣatriya y Nanda Mahārāja era un vaiśya. Es deber de los kṣatriyas proteger a los ciudadanos —a la humanidad—, y la protección de las vacas está a cargo de los vaiśyas. Las vacas son tan importantes como los ciudadanos, y a estas se les debe proporcionar todo tipo de protección, al igual que se les proporciona a los ciudadanos que son seres humanos.
Vasudeva continuó diciendo que el mantenimiento de los principios religiosos, el desarrollo económico y el cumplimiento satisfactorio de las exigencias de los sentidos, dependen de la cooperación entre los familiares, las naciones y toda la humanidad. En consecuencia, es deber de cada quién ver que ni sus semejantes ni las vacas sean puestos en dificultad. Debemos velar por la paz y la comodidad de nuestros prójimos y de los animales. El desarrollo de los principios religiosos, el desarrollo económico y la complacencia de los sentidos se pueden lograr sin dificultad de esa manera. Vasudeva expresó su pena por no haber podido proteger a sus propios hijos, nacidos de Devakī. Por lo tanto, él pensaba que todo estaba perdido: los principios religiosos, el desarrollo económico y la satisfacción de sus sentidos.
Al oír aquello, Nanda Mahārāja respondió: «Mi querido Vasudeva, yo sé que tú estás muy apesadumbrado porque el cruel rey Kaṁsa ha matado a todos tus hijos nacidos de Devakī. Y aunque la última criatura fue una niña, Kaṁsa no pudo matarla, y ella ha entrado ya en los planetas celestiales. Querido amigo mío, no te acongojes; todos estamos bajo el control de nuestras invisibles actividades pasadas. Todo el mundo está sujeto a sus acciones pasadas, mas aquel que está versado en la filosofía del karma y su reacción, es un hombre con conocimiento, a quien no lo acongoja ningún incidente, feliz o triste».
Vasudeva respondió entonces: «Querido Nanda, si ya has pagado los impuestos del gobierno, regresa pronto a tu casa, pues creo que posiblemente haya algunos disturbios en Gokula».
Después de su amistosa conversación con Nanda Mahārāja, Vasudeva regresó a su hogar. Y también regresaron los pastores de vacas, encabezados por Nanda Mahārāja, que habían ido a Mathurā a pagar sus impuestos.
Así termina el significado de Bhaktivedanta, del capítulo quinto del libro Kṛṣṇa, titulado: «El encuentro de Nanda y Vasudeva».