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Capítulo 61

El árbol genealógico de la familia de Kṛṣṇa


Kṛṣṇa tenía 16.108 esposas, y en cada una de ellas engendró diez hijos varones, todos iguales a su padre en cuanto a las opulencias de fuerza, belleza, sabiduría, fama, riqueza y renunciación. «De tal palo tal astilla». Todas las 16.108 esposas de Kṛṣṇa eran princesas, y cuando cada una de ellas vio que Kṛṣṇa se encontraba siempre presente en su palacio respectivo y no salía del hogar, consideraron a Kṛṣṇa un esposo dominado, que estaba muy apegado a ellas. Todas pensaban que Kṛṣṇa era su muy obediente esposo, pero en realidad Kṛṣṇa no sentía atracción alguna por ninguna de ellas. Aunque cada una pensaba que era la única esposa de Kṛṣṇa y que era muy, muy querida por Él, el Señor Kṛṣṇa, en virtud de que es ātmārāma, autosuficiente, ni favorecía ni despreciaba a ninguna de ellas; Él era imparcial con todas las esposas, y las trataba como un esposo perfecto simplemente para complacerlas. Él no necesitaba ni siquiera de una sola esposa. De hecho, debido a que eran mujeres, las esposas no podían comprender la posición excelsa de Kṛṣṇa ni las verdades acerca de Él.


Todas las princesas que eran esposas de Kṛṣṇa eran exquisitamente hermosas y cada una de ellas estaba atraída por los ojos de Kṛṣṇa, que eran como pétalos de loto, y por Su hermoso rostro, largos brazos, amplias orejas, sonrisa complaciente, conversación humorística y dulces palabras. Influenciadas por estos rasgos de Kṛṣṇa, todas solían vestirse muy atractivamente, deseando atraer a Kṛṣṇa mediante sus femeninos encantos corporales. Ellas solían exhibir sus características femeninas sonriendo y moviendo sus cejas, lanzando así flechas afiladas de amor conyugal simplemente para despertar los deseos lujuriosos de Kṛṣṇa por ellas. Aun así, no podían excitar la mente de Kṛṣṇa ni Su apetito sexual. Esto significa que Kṛṣṇa nunca tenía ninguna relación sexual con ninguna de Sus muchas esposas, sino única y exclusivamente para engendrar hijos.


Las reinas de Dvārakā eran tan afortunadas, que tenían al Señor Śrī Kṛṣṇa como esposo y compañero personal, aunque Él no les es accesible a los excelsos semidioses como Brahmā. Ellos permanecieron juntos como esposos, y Kṛṣṇa, como esposo ideal, las trató de manera tal, que en todo momento había un aumento de bienaventuranza trascendental en sus sonrientes intercambios, conversaciones y asociación. Todas y cada una de las esposas tenían cientos de miles de sirvientas; aun así, cuando Kṛṣṇa entraba en los palacios de Sus miles de esposas, cada una de ellas solía recibir a Kṛṣṇa personalmente, sentándolo en una silla agradable, adorándolo con todos los enseres requeridos, lavando personalmente Sus pies de loto, ofreciéndoles nueces de betel, dándole masajes a Sus piernas para aliviarlas de la fatiga, abanicándolo para que se sintiera cómodo, ofreciéndole todo tipo de pastas de sándalo perfumadas, aceites y sustancias aromáticas, colocándole guirnaldas de flores en Su cuello, arreglando Sus cabellos, haciendo que se acostara en una cama y atendiéndolo al bañarse. Así, ellas siempre servían en todos los aspectos, especialmente cuando Kṛṣṇa comía. Ellas siempre estaban dedicadas al servicio del Señor.


De las 16.108 reinas de Kṛṣṇa, cada una de las cuales tuvo diez hijos varones, figura la siguiente lista de los hijos de las primeras ocho reinas. Con Rukmiṇī, Kṛṣṇa tuvo diez hijos: Pradyumna, Cārudeṣṇa, Sudeṣṇa, Cārudeha, Sucāru, Cārugupta, Bhadracāru, Cārucandra, Vicāru y Cāru. En cuanto a sus cualidades, ninguno de ellos era inferior a su padre divino, el Señor Kṛṣṇa. De forma similar, Satyabhāmā tuvo diez hijos, y sus nombres son los siguientes: Bhānu, Subhānu, Svarbhānu, Prabhānu, Bhānumān, Candrabhānu, Bṛhadbhānu, Atibhānu, Śribhānu, Pratibhānu. La siguiente reina, Jāmbavatī, tuvo diez hijos, encabezados por Sāmba, y sus nombres son los siguientes: Sāmba, Sumitra, Purujit, Śatajit, Sahasrajit, Vijaya, Citraketu, Vasumān, Draviḍa y Kratu. El Señor Kṛṣṇa era en especial muy afectuoso con los hijos de Jāmbavatī. Con Su esposa Satyā, la hija del rey Nagnajit, el Señor tuvo diez hijos. Ellos son: Vīra, Candra, Aśvasena, Citragu, Vegavān, Vṛṣa, Āma, Śaṅku, Vasu y Kunti. Entre todos ellos, Kunti era muy poderoso. Kṛṣṇa tuvo diez hijos con Kālindī: Śruta, Kavi, Vṛṣa, Vīra, Subāhu, Bhadra, Śānti, Darśa y Pūrṇamāsa, y el menor era Somaka. Con Su siguiente esposa, Lakṣmaṇa, la hija del rey de la provincia de Madras, Él engendró diez hijos, cuyos nombres son: Praghoṣa, Gātravān, Siṁha, Bala, Prabala, Ūrdhvaga, Mahāśakti, Saha, Oja y Aparājita. De forma similar, Su siguiente esposa, Mitravindā, tuvo diez hijos. Ellos son: Vṛka, Harṣa, Anila, Gṛdhra, Vardhana, Annāda, Mahāṁsa, Pāvana, Vahni y Kṣudhi. Su siguiente esposa, Bhadrā, tuvo diez hijos: Saṅgrāmajit, Bṛhatsena, Śūra, Praharaṇa, Arijit, Jaya, Subhadra, Vāma, Āyu y Satyaka. Además de esas ocho reinas principales, Kṛṣṇa tenía dieciséis mil cien esposas más, y todas y cada una de ellas tuvieron diez hijos varones.


El hijo mayor de Rukmiṇī, Pradyumna, estaba casado con Māyāvatī desde su mismo nacimiento, y posteriormente se casó además con Rukmavatī, la hija de su tío materno, Rukmī. Con Rukmavatī, Pradyumna tuvo un hijo llamado Aniruddha. De esta forma, la familia de Kṛṣṇa —Kṛṣṇa y Sus esposas, juntamente con Sus hijos y nietos e incluso bisnietos— todos sumaban en total cerca de mil millones de familiares.


Rukmī, el hermano mayor de la primera esposa de Kṛṣṇa, Rukmiṇī, fue muy atormentado e insultado al luchar contra Kṛṣṇa, pero a pedido de Rukmiṇī, su vida fue salvada. Desde entonces, Rukmī mantuvo un gran rencor contra Kṛṣṇa, y siempre se mostró hostil con Él. No obstante, su hija fue casada con el hijo de Kṛṣṇa, y su nieta fue casada con el nieto de Kṛṣṇa, Aniruddha. Cuando Mahārāja Parikṣit oyó el relato de este hecho de labios de Śukadeva Gosvāmī, le pareció un poco asombroso. «Me sorprende que Rukmī y Kṛṣṇa, que eran tan hostiles el uno con el otro, pudieran unirse otra vez mediante relaciones matrimoniales entre sus descendientes». Parīkṣit Mahārāja sentía curiosidad por conocer el misterio de este incidente, y por lo tanto le hizo más preguntas a Śukadeva Gosvāmī. Debido a que Śukadeva Gosvāmī era un yogī práctico, nada se escondía de su poder de penetración. Un yogī perfecto como Śukadeva Gosvāmī puede ver el pasado, el presente y el futuro con todo detalle. Por lo tanto, no hay nada que pueda esconderse de dichos yogīs o místicos. Cuando Parīkṣit Mahārāja le preguntó a Śukadeva Gosvāmī, Śukadeva Gosvāmī respondió de la siguiente manera.


Pradyumna, el hijo mayor de Kṛṣṇa, nacido de Rukmiṇī, era Cupido mismo. Él era tan hermoso y atractivo, que la hija de Rukmī, Rukmavatī, durante su svayambara no pudo escoger a otro esposo que no fuera Pradyumna. Por lo tanto, en esa reunión destinada a la selección, enguirnaldó a Pradyumna en presencia de todos los demás príncipes. Cuando ocurrió una pelea entre los príncipes, Pradyumna salió victorioso, y por lo tanto, Rukmī se vio obligado a ofrecerle su hermosa hija. A pesar de que una enemistad latente siempre ardía en el corazón de Rukmī por haber sido insultado con el rapto de su hermana Rukmiṇī ejecutado por Kṛṣṇa, cuando su hija escogió a Pradyumna como esposo, Rukmī no pudo más que consentir la ceremonia de matrimonio, simplemente para complacer a su hermana, Rukmiṇī. De esa forma, Pradyumna se convirtió en el sobrino de Rukmī. Además de los diez hijos descritos anteriormente, Rukmiṇī tuvo una hermosa hija de ojos grandes, y ella fue casada con el hijo de Kṛtavarmā, cuyo nombre era Balī.


A pesar de que Rukmī era un verdadero enemigo de Kṛṣṇa, sentía un gran afecto por su hermana Rukmiṇī, y quería complacerla en todo aspecto. Debido a ello, cuando el nieto de Rukmiṇī, Aniruddha, se iba a casar, Rukmī le ofreció su nieta Rocanā a Aniruddha. Esos matrimonios entre primos inmediatos no los anima mucho la cultura védica, pero para complacer a Rukmiṇī, Rukmī le ofreció su hija y su nieta al hijo y al nieto de Kṛṣṇa, respectivamente. Así pues, al concluir la negociación del matrimonio de Anirudhha con Rocanā, un gran cortejo matrimonial acompañó a Aniruddha y partió desde Dvārakā. Viajaron hasta que llegaron a Bhojakaṭa, un lugar que Rukmī había colonizado después de que Kṛṣṇa hubo raptado a su hermana. Este cortejo matrimonial estaba dirigido por el abuelo, es decir el Señor Kṛṣṇa, acompañado por el Señor Balarāma y también por Rukmiṇī, la primera esposa de Kṛṣṇa, por Su hijo Pradyumna, por Sāmba, el hijo de Jāmbavatī, y por muchos otros parientes y miembros de la familia. Llegaron al pueblo de Bhojakaṭa, y la ceremonia de matrimonio se ejecutó pacíficamente.


El rey de Kaliṅga era amigo de Rukmī, y le dio a este el mal consejo de que jugara con Balarāma y lo derrotara en una apuesta. Entre los reyes kṣatriyas, jugar al ajedrez y hacer apuestas en dicho juego no era algo poco común. Si alguien retaba a un amigo para jugar ajedrez, el amigo no podía evadir el reto. Śrī Balarāmajī no era muy experto en jugar al ajedrez, y el rey de Kaliṅga lo sabía. Así pues, a Rukmī se le aconsejó que se vengara de los miembros de la familia de Kṛṣṇa, retando a Balarāma a jugar al ajedrez. A pesar de que no era muy experto en jugar ajedrez, Śrī Balarāmajī se entusiasmaba mucho con las actividades deportivas. Él aceptó el reto de Rukmī y se sentó a jugar. La apuesta se hacía con monedas de oro; y Balarāma primero hizo un desafío con cien monedas, luego con mil monedas y luego con diez mil monedas. Cada vez Balarāma perdía, y Rukmī salía victorioso.


El hecho de que Śrī Balarāma perdiera en el juego, era una oportunidad para que el rey de Kaliṅga criticara a Kṛṣṇa y a Balarāma. Así, el rey de Kaliṅga hablaba en broma, y adrede le mostraba sus dientes a Balarāma. Debido a que Balarāma era el perdedor del juego, se encontraba un poco intransigente con las palabras sarcásticas y jocosas. Él se agitó un poco, y cuando Rukmī retó de nuevo a Balarāma, este hizo una apuesta de cien mil monedas de oro. Afortunadamente, esta vez Balarāma ganó. A pesar de que Balarāmajī había ganado, Rukmī, debido a su malicia, comenzó a decir que Balarāma era el perdedor y que era él mismo quien había ganado. Por esa mentira, Balarāmajī se puso muy furioso con Rukmī. Su agitación fue tan repentina y grande que parecía una marejada de océano en un día de Luna llena. Por naturaleza, los ojos de Balarāma son rojizos, y cuando se agitó y se puso furioso, Sus ojos se pusieron más rojizos. Esta vez, como reto, hizo una apuesta de cien millones de monedas.


De nuevo, Balarāma fue el ganador de acuerdo con las reglas del ajedrez, pero Rukmī, muy maliciosamente comenzó a decir otra vez que él había ganado. Rukmī apeló a los príncipes presentes, y especialmente mencionó el nombre del rey de Kaliṅga. En ese momento, durante la disputa, se escuchó una voz en el aire que anunció que, desde un punto de vista honesto, se estaba abusando de Balarāma, quien era el verdadero ganador de ese juego, y que la afirmación de Rukmī de que él había ganado, era absolutamente falsa.


A pesar de esta voz divina, Rukmī insistió en que Balarāma había perdido, y por su persistencia parecía que tenía a la muerte sobre su cabeza. Falsamente envanecido por el mal consejo de su amigo, no le dio mucha importancia al oráculo, y comenzó a criticar a Balarāmajī. Él dijo: «Mi querido Balarāmajī, Ustedes dos, que son hermanos, y tan solo pastorcillos de vacas, puede que sean muy expertos en cuidar las vacas, pero, ¿cómo pueden ser expertos en jugar ajedrez o en lanzar flechas en el campo de batalla? Estas artes solamente las conocen bien los miembros de la orden principesca». Al oír este tipo de conversación exasperante de labios de Rukmī, y oyendo la fuerte risa de todos los demás príncipes presentes, el Señor Balarāma se agitó tanto, que parecía una carbonilla encendida. Inmediatamente agarró con Su mano una maza y, sin más conversación, golpeó a Rukmī en la cabeza. De ese solo golpe, Rukmī cayó inmediatamente y quedó muerto en el acto. De esa forma, Balarāma mató a Rukmī en esa ocasión auspiciosa del matrimonio de Aniruddha.


Estas cosas no son muy raras en la sociedad kṣatriya, y el rey de Kaliṅga, temiendo ser el próximo en ser atacado, huyó de la escena. Sin embargo, antes de que pudiera escapar siquiera unos cuantos pasos, Balarāmajī inmediatamente lo capturó y, debido a que el Rey siempre mostraba sus dientes mientras criticaba a Balarāma y a Kṛṣṇa, le rompió todos sus dientes con Su maza. Los demás príncipes que apoyaban al rey de Kaliṅga y a Rukmī, también fueron capturados, y Balarāma los golpeó con Su maza, rompiendo sus piernas y sus manos. Ellos no trataron de contraatacar, sino que creyeron que era prudente huir de esa escena sangrienta.


Durante esta lucha entre Balarāma y Rukmī, el Señor Kṛṣṇa no profirió ni una palabra, pues sabía que si apoyaba a Balarāma, Rukmiṇī se sentiría muy infeliz, y si decía que la muerte de Rukmī era injusta, entonces Balarāma se sentiría infeliz. Por lo tanto, el Señor Kṛṣṇa permaneció callado al ocurrir la muerte de Su cuñado Rukmī, en la ocasión del matrimonio de Su nieto. Él no perturbó Su relación afectuosa con Balarāma ni con Rukmiṇī. Después de esto, la novia y el novio fueron sentados ceremoniosamente en la cuadriga y partieron hacia Dvārakā, acompañados por el cortejo del novio. El cortejo del novio siempre estaba protegido por el Señor Kṛṣṇa, el destructor del demonio Madhu. Así pues, abandonaron el reino de Rukmī, Bhojakaṭa, y felizmente partieron hacia Dvārakā.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo sexagésimo primero del libro Kṛṣṇa, titulado: «El árbol genealógico de la familia de Kṛṣṇa».

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