Capítulo 63
El Señor Kṛṣṇa lucha con Bāṇāsura
Cuando los cuatro meses de la estación lluviosa pasaron y aún Aniruddha no había regresado al hogar, todos los miembros de la familia Yadu se perturbaron mucho. Ellos no podían comprender cómo el muchacho había desaparecido. Afortunadamente, un día el gran sabio Nārada vino, y le informó a la familia acerca de cómo había desaparecido Aniruddha del palacio. Él explicó que Aniruddha había sido llevado a la ciudad de Śoṇitapura, la capital del imperio de Bāṇāsura, y que Bāṇāsura lo había arrestado con la nāga-paśa, si bien Aniruddha había derrotado a sus soldados. Esta noticia fue dada en detalle, y la historia completa fue descubierta. Luego los miembros de la dinastía Yadu, quienes sentían todos gran afecto por Kṛṣṇa, se prepararon para atacar la ciudad de Śoṇitapura. Prácticamente todos los líderes de la familia se juntaron, contándose entre ellos a Pradyumna, Sātyaki, Gada, Sāmba, Sāraṇa, Nanda, Upananda y Bhadra, y reunieron en falanges dieciocho divisiones militares akṣauhiṇī. Luego todos fueron a Śoṇitapura, y la rodearon con soldados, elefantes, caballos y cuadrigas.
Bāṇāsura oyó que los soldados de la dinastía Yadu estaban atacando la ciudad entera, derribando varias paredes, portones y jardines cercanos. Enfureciéndose mucho, inmediatamente ordenó a sus soldados, que poseían la misma habilidad que ellos, que fueran y los enfrentaran. El Señor Śiva era tan bondadoso con Bāṇāsura, que fue personalmente como comandante en jefe de la fuerza militar, asistido por sus heroicos hijos Kārttikeya y Gaṇapati. Sentado en su toro favorito, Nandīśvara, el Señor Śiva dirigió la lucha en contra del Señor Kṛṣṇa y Balarāma. Podemos imaginarnos cuán fiera fue la lucha —en un lado el Señor Śiva con sus valerosos hijos y en el otro Señor Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, y Su hermano mayor Śrī Balarāmajī—. La lucha fue tan fiera, que aquellos que vieron la batalla se pasmaron de asombro, erizándoseles los vellos de sus cuerpos. El Señor Śiva se ocupó de luchar directamente con el Señor Kṛṣṇa, Pradyumna se ocupó de Kārttikeya, y el Señor Balarāma se ocupó del comandante en jefe de Bāṇāsura, Kumbhāṇda, que se encontraba asistido por Kūpakarṇa. Sāmba, el hijo de Kṛṣṇa, se ocupo de luchar con el hijo de Bāṇāsura, y Bāṇāsura se ocupó de luchar con Sātyaki, el comandante en jefe de la dinastía Yadu. La lucha se llevó a cabo de esa manera.
Las noticias de la lucha se difundieron por todo el universo. Los semidioses de los sistemas planetarios superiores, tales como el Señor Brahmā, juntamente con los grandes sabios y personas santas, Siddhas, Cāraṇas y Gandharvas —teniendo todos mucha curiosidad por ver la lucha entre el Señor Śiva, el Señor Kṛṣṇa, y sus asistentes— revoloteaban con sus aviones sobre el campo de batalla. Al Señor Śiva se le llama bhūta-nātha, ya que está asistido por diversos tipos de fantasmas poderosos y de habitantes del infierno: bhūtas, pretas, pramathas, guhyakas, ḍākinīs, piśācas, kūṣmāṇḍas, vetālas, vināyakas y brahma-rākṣasas. (De todos los tipos de fantasmas, los brahma-rākṣasas son los más poderosos. Los brāhmaṇas que se vuelven fantasmas se convierten en brahma-rākṣasas).
La Suprema Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa simplemente ahuyentó a todos estos fantasmas en el campo de batalla, golpeándolos con Su célebre arco, Sārṅgadhanu. El Señor Śiva comenzó entonces a lanzar contra la Suprema Personalidad de Dios todas sus armas selectas. El Señor Śrī Kṛṣṇa, sin ninguna dificultad, contrarrestó todas estas armas con armas opuestas. Contrarrestó la brahmāstra, que es similar a la bomba atómica, con otra brahmāstra, y a un arma aérea opuso un arma de montaña. Cuando el Señor Śiva lanzó un arma particular que creó un violento huracán en el campo de la batalla, el Señor Kṛṣṇa presentó justamente el elemento opuesto: un arma de montaña que detuvo el huracán en el acto. De forma similar, cuando el Señor Śiva lanzó su arma de fuego devastador, Kṛṣṇa la contrarrestó con torrentes de lluvia.
Al fin, cuando el Señor Śiva lanzó su arma personal, llamada pāśupata-śastra, Kṛṣṇa inmediatamente la contrarrestó con la nārāyaṇa-śastra. Entonces el Señor Śiva se desesperó en la lucha con el Señor Kṛṣṇa. Así que Kṛṣṇa aprovechó la oportunidad de lanzar Su arma bostezante. Cuando se lanza esta arma, el bando opuesto se cansa, deja de luchar y comienza a bostezar. En consecuencia, el Señor Śiva quedó tan fatigado, que rehusó luchar más y comenzó a bostezar. Ahora Kṛṣṇa podía volver Su atención del ataque del Señor Śiva a los esfuerzos de Bāṇāsura, y comenzó a matar con espadas y mazas a los soldados personales de este. Mientras tanto, el hijo del Señor Kṛṣṇa, Pradyumna, luchaba ferozmente con Kārttikeya, el comandante en jefe de los semidioses. Kārttikeya estaba herido, y su cuerpo sangraba profusamente. En esta condición abandonó el campo de batalla, y sin luchar más, se fue en el lomo del pavo real que lo transportaba. De forma similar, el Señor Balarāma estaba aplastando con los golpes de Su maza al comandante en jefe de Bāṇāsura, Kumbhāṇda, Kūpakarṇa también fue herido de esa manera, y tanto él como Kumbhāṇda cayeron en el campo de batalla, quedando el comandante en jefe mortalmente herido. Al no tener a nadie que los guiara, todos los soldados de Bāṇāsura se dispersaron por todas partes.
Cuando Bāṇāsura vio que sus soldados y comandantes había sido derrotados, su furia no pudo más que aumentar. Él pensó que sería prudente detener la lucha con Sātyaki, el comandante en jefe de Kṛṣṇa, y en lugar de ello, atacó directamente al Señor Kṛṣṇa. Ahora, teniendo la oportunidad de usar sus mil manos, se abalanzó hacia Kṛṣṇa disparando simultáneamente dos mil flechas con quinientos arcos. Una persona así de tonta nunca podía medir la fuerza de Kṛṣṇa. De inmediato y sin ninguna dificultad, Kṛṣṇa cortó en dos pedazos cada uno de los arcos de Bāṇāsura, y para detener su avance hizo que los caballos de su cuadriga se echaran al suelo, de manera que la cuadriga se rompiera en pedazos. Después de hacer esto, Kṛṣṇa sonó Su caracola, Pāñcajanya.
Había una semidiosa llamada Koṭarā, a quien Bāṇāsura adoraba, y la relación entre ellos era como la de madre e hijo. La madre Koṭarā estaba perturbada por que la vida de Bāṇāsura estuviera en peligro, así que apareció en la escena. Con el cuerpo desnudo y el pelo esparcido, ella se puso delante del Señor Kṛṣṇa. A Śrī Kṛṣṇa no le gustaba el espectáculo que ofrecía esta mujer desnuda, y para evitar verla, volvió Su cara. Bāṇāsura teniendo esta oportunidad de escapar del ataque de Kṛṣṇa, abandonó el campo de batalla. Todas las cuerdas de sus arcos estaban rotas, y no había ni cuadrigas ni aurigas, así que no tenía otra alternativa que regresar a su ciudad. Él perdió todo en la batalla.
Como las flechas de Kṛṣṇa los atormentaron mucho, todos los asociados del Señor Śiva, los duendes y los fantasmales bhūtas‚ pretas y kṣatriyas, abandonaron el campo de batalla. El Señor Śiva apeló entonces a su último recurso. Lanzó su arma mortal más fuerte, conocida como Śivajvara, que destruye mediante la temperatura excesiva. Se dice que al final de esta creación, el Sol se vuelve doce veces más abrasador que lo normal. Esta temperatura doce veces más caliente, se denomina Śivajvara. Cuando el Śivajvara personificado fue lanzado, tenía tres cabezas y tres piernas, y a medida que se acercaba a Kṛṣṇa, parecía como si estuviera reduciendo todo a cenizas. Era tan poderoso, que hacía que apareciera fuego ardiente en todas las direcciones, y Kṛṣṇa observó que se dirigía específicamente hacia Él.
Así como hay un arma Śivajvara, también hay un arma Nārāyaṇajvara. El Nārāyaṇajvara se caracteriza por el frío excesivo. Cuando hace excesivo calor uno puede tolerarlo de una u otra manera, pero cuando hace excesivo frío, todo se acaba. Una persona verdaderamente experimenta esto en el momento de la muerte. En el momento de la muerte, la temperatura del cuerpo primero aumenta cuarenta y dos grados, y luego el cuerpo entero pierde toda su fuerza e inmediatamente se torna frío como el hielo. Para contrarrestar el calor abrazador de Śivajvara, no había otra arma que pudiera hacerlo a excepción de la Nārāyaṇajvara.
Cuando el Señor Kṛṣṇa vio que el Señor Śiva había lanzado el Śivajvara, no le quedó más recurso que lanzar el Nārāyaṇajvara. El Señor Śrī Kṛṣṇa es el Nārāyaṇa original y el controlador del arma Nārāyaṇajvara. Cuando el Nārāyaṇajvara fue lanzado, hubo una gran lucha entre los dos jvaras. Cuando el calor excesivo es contrarrestado por el frío excesivo, es natural que la temperatura caliente disminuya gradualmente, y eso fue lo que ocurrió en la lucha entre Śivajvara y Nārāyaṇajvara. La temperatura de Śivajvara disminuyó de forma gradual, y Śivajvara comenzó a gritar pidiendo la ayuda del Señor Śiva, pero el Señor Śiva era incapaz de ayudarlo en presencia del Nārāyaṇajvara. No pudiendo recibir ninguna ayuda del Señor Śiva, el Śivajvara pudo comprender que no tenía ningún medio de escape, fuera de rendirse a Nārāyaṇa, el Señor Kṛṣṇa Mismo. El Señor Śiva, el más grandioso de los semidioses, no lo podía ayudar, qué decir de los semidioses menores; por lo tanto, Śivajvara finalmente se rindió a Kṛṣṇa, postrándose ante Él y ofreciéndole una oración para que el Señor quedara complacido y le diera protección.
Con este incidente de la lucha entre las máximas armas del Señor Śiva y del Señor Kṛṣṇa, queda demostrado que si Kṛṣṇa le da protección a alguien, nadie puede matarlo. Pero si Kṛṣṇa no le da protección alguna, entonces nadie puede salvarlo. Al Señor Śiva se le llama Mahādeva, el más grandioso de todos los semidioses aunque algunas veces al Señor Brahmā se le considera el más grandioso de todos los semidioses ya que él puede crear, mientras que el Señor Śiva puede aniquilar las creaciones de Brahmā. Pero tanto el Señor Brahmā como el Señor Śiva actúan solamente de una forma. El Señor Brahmā puede crear y el Señor Śiva puede aniquilar, pero ninguno de los dos puede mantener. El Señor Viṣṇu, sin embargo, no solamente mantiene, sino que crea y aniquila también. De hecho, Brahmā no efectúa la creación, ya que el Señor Viṣṇu crea a Brahmā mismo. El Señor Śiva es creado, o nace, de Brahmā. El Śivajvara comprendió así pues, que a excepción de Kṛṣṇa, o Nārāyaṇa, nadie más podía ayudarlo. Por lo tanto, él hizo lo correcto y se refugió en el Señor Kṛṣṇa, y con las manos juntas, comenzó a rezar de la siguiente manera:
«Mi querido Señor, Te ofrezco mis respetuosas reverencias debido a que tienes ilimitadas potencias. Nadie puede superar Tus potencias, y por ello eres el Señor de todos. Generalmente la gente considera al Señor Śiva como la personalidad más poderosa del mundo material, pero el Señor Śiva no es todopoderoso; Tú eres todopoderoso. Esto es lo real. Tú eres la conciencia original o el conocimiento original. Sin conocimiento o conciencia, nada puede ser poderoso. Una cosa material puede que sea poderosa, pero sin el toque del conocimiento o la conciencia no puede actuar. Una máquina material puede que sea muy gigantesca y maravillosa, pero sin el toque de alguien que tenga conciencia y conocimiento, la máquina material será inútil para cualquier propósito. Mi Señor, Tú eres el conocimiento completo, y no hay ni una pizca de contaminación material en Tu personalidad. El Señor Śiva puede que sea un semidiós poderoso por su poder específico de aniquilar la creación entera, y de forma similar, el Señor Brahmā puede que sea muy poderoso porque puede crear el universo completo, pero en realidad ni Brahmā ni el Señor Śiva son la causa original de esta manifestación cósmica. Tú eres la Verdad Absoluta, el Brahman Supremo, y eres la causa original. La causa original de la manifestación cósmica no es la refulgencia del Brahman impersonal. Esa refulgencia del Brahman impersonal se funda en Tu personalidad. Como se confirma en el Bhagavad-gītā, la causa del Brahman impersonal es el Señor Kṛṣṇa. Esta refulgencia Brahman se asemeja al brillo del Sol que emana del globo solar. Por lo tanto, el Brahman impersonal es la eterna y suprema forma de Kṛṣṇa. Todas las acciones y reacciones materiales tienen lugar en el Brahman impersonal, pero en el Brahman personal, la forma eterna de Kṛṣṇa, no existe ni la acción ni la reacción. Mi Señor, Tu cuerpo por lo tanto se encuentra completamente apacible, completamente bienaventurado y está desprovisto de contaminación material.
»En el cuerpo material hay acciones y reacciones de las tres modalidades de la naturaleza material. El factor tiempo es el factor más importante, y está por encima de todos los demás, ya que la manifestación material se efectúa por la agitación del tiempo. Así, los fenómenos de la naturaleza empiezan a existir, y tan pronto como aparecen los fenómenos, las actividades fruitivas se hacen manifiestas. Como resultado de estas actividades fruitivas, la entidad viviente adquiere su forma. Ella adquiere un tipo particular de naturaleza que se encuentra empacada en un cuerpo sutil y en un cuerpo basto, formados por el aire vital, el ego, los diez órganos de los sentidos, la mente y los cinco elementos bastos. Estos crean entonces el tipo de cuerpo que posteriormente se convierte en la causa o raíz de otros cuerpos diversos, los cuales se adquieren uno tras otro mediante la transmigración del alma. Todas estas manifestaciones fenoménicas son el conjunto de las acciones de Tu energía material. Tú eres la causa de esta energía externa, y no eres afectado por la acción y la reacción de los diferentes elementos; y como eres trascendental a tales exigencias de la energía material, eres la tranquilidad suprema. Tú eres la última palabra en lo que se refiere a liberarse de la contaminación material. Por lo tanto, me refugio en Tus pies de loto, abandonando todo otro refugio.
»Mi querido Señor, Tu aparición como hijo de Vasudeva en Tu papel de ser humano, es uno de los pasatiempos producto de Tu completa libertad. Para beneficiar a Tus devotos y para someter a los que no son devotos, apareces en múltiples encarnaciones. Todas esas encarnaciones descienden en cumplimiento de la promesa que hiciste en el Bhagavad-gītā, de que apareces tan pronto como hay desviaciones en el seguimiento del sistema de vida progresiva. Mi querido Señor, cuando hay disturbios a causa de la práctica de principios irregulares, apareces mediante Tu potencia interna. Tu propósito principal es proteger y mantener a los semidioses y a las personas que tienen inclinaciones espirituales, y mantener el nivel propio de la ley y del orden materiales. De forma simultánea a la manutención de tal ley y orden se presenta Tu violencia para con los herejes y demonios, que es justo la adecuada. Esta no es la primera vez que Te has encarnado; se debe entender que anteriormente lo has hecho muchas otras veces.
»Mi querido Señor, permíteme expresarte que he sido fuertemente castigado por el disparo de tu Nārāyaṇajvara, el cual refresca mucho, indudablemente, mas al mismo tiempo, es severamente peligroso e insoportable para nosotros. Mi querido Señor, mientras uno no desarrolle conciencia de Kṛṣṇa, impulsado por el embrujo de los deseos materiales e ignorante del máximo refugio que se encuentra en Tus pies de loto, uno, que ha aceptado este cuerpo material, se perturba por las tres condiciones desoladoras de la naturaleza material. Debido a que uno no se rinde a Ti, por ello continúa sufriendo perpetuamente».
Después de oír al Śivajvara, el Señor Kṛṣṇa respondió: «¡Oh, tú, el de las tres cabezas!, estoy complacido con tu afirmación. Ten la seguridad de que no habrá más sufrimiento para ti a causa del Nārāyaṇajvara. No solo te encuentras ahora libre del temor al Nārāyaṇajvara, sino que en el futuro, todo aquel que simplemente recuerde esta lucha entre el Śivajvara y Nārāyaṇajvara también estará libre de todo tipo de temor». Después de oír a la Suprema Personalidad de Dios, el Śivajvara ofreció sus respetuosas reverencias a Sus pies de loto y se fue.
Mientras tanto, Bāṇāsura de una u otra manera se recuperó de sus derrotas y, con energía rejuvenecida, regresó para luchar. Esta vez, Bāṇāsura apareció con diferentes tipos de armas en sus mil manos ante el Señor Kṛṣṇa, quien se encontraba sentado en Su cuadriga. Bāṇāsura estaba muy agitado. Él comenzó a arrojar sus diferentes armas contra el cuerpo de Kṛṣṇa, como torrentes de lluvia. Cuando el Señor Kṛṣṇa vio las armas de Bāṇāsura que se dirigían hacia Él como el agua que sale de un colador, tomó Su disco Sudarśana de afilado borde, y comenzó a cortar las mil manos del demonio una tras otra, tal como un jardinero recorta las ramitas de un árbol con una tijera afilada. Cuando el Señor Śiva vio que Su devoto Bāṇāsura no podía ser salvado ni siquiera en su presencia, volvió a sus cabales, y personalmente fue ante el Señor Kṛṣṇa y comenzó a apaciguarlo, ofreciéndole las siguientes oraciones.
El Señor Śiva dijo: «Mi querido Señor, eres el objeto de adoración de los himnos védicos. Aquel que no Te conoce, considera que el brahmajyoti impersonal es la Verdad Última, Absoluta y Suprema, sin saber del todo que existes detrás de Tu refulgencia espiritual en Tu morada eterna. Mi querido Señor, por ello eres conocido como Parabrahman. Esta palabra Parabrahman, se ha usado en el Bhagavad-gītā para identificarte. Las personas santas que han limpiado completamente sus corazones de toda contaminación material, pueden comprender perfectamente Tu forma trascendental, si bien eres omnipenetrante como el cielo, y no eres afectado por ninguna cosa material. Solamente los devotos pueden conocerte y nadie más. De acuerdo con el concepto que de Tu existencia suprema tienen los impersonalistas, el cielo es como Tu ombligo, el fuego es Tu boca y el agua es Tu semen. Los planetas celestiales son Tu cabeza, todas las direcciones son Tus oídos, Tus pies de loto son el planeta Urvī, la Luna es Tu mente y el Sol es Tu ojo. En lo que se refiere a mí, actúo como Tu ego. El océano es Tu abdomen, y el rey del cielo, Indra, es Tu brazo. Los árboles y las plantas son los vellos de Tu cuerpo, las nubes son Tus cabellos, y el Señor Brahmā es Tu inteligencia. Todos los grandes progenitores, conocidos como Prajāpatis, son Tus representantes simbólicos, y la religión es Tu corazón. El aspecto impersonal de Tu cuerpo supremo se comprende de esa manera. Pero a fin de cuentas, Tú eres la Suprema Persona. El aspecto impersonal de Tu cuerpo supremo solamente es una pequeña expansión de Tu energía. Tú Te asemejas al fuego original, y las expansiones son Tu luz y calor».
El Señor Śiva continuó: «Mi querido Señor, a pesar de que estás manifestado por todo el universo, las diferentes partes del universo constituyen las diferentes partes de Tu cuerpo, y mediante Tu potencia inconcebible puedes encontrarte en un sitio y simultáneamente estar en todo el universo. En la Brahma-saṁhitā también encontramos la afirmación de que si bien siempre permaneces en Tu morada, Goloka Vṛndāvana, no obstante estás presente en todas partes. Como se afirma en el Bhagavad-gītā, Tú apareces para proteger a los devotos, lo cual implica buena fortuna para todo el universo. Todos los semidioses dirigen los diferentes asuntos del universo solamente por Tu gracia. Así, los siete sistemas planetarios superiores son mantenidos por Tu gracia. Al final de esta creación, todas las manifestaciones de Tus energías, bien sea en la forma de semidioses, o bien en la de seres humanos o animales inferiores, entran en Ti, y todas las causas inmediatas y remotas de la manifestación cósmica quedan inactivas dentro de Ti, sin rasgos de existencia que las distingan unas de otras. A fin de cuentas, no hay posibilidad de diferencia entre Tú Mismo y cualquier otra cosa que esté en un nivel igual al Tuyo o que esté subordinada a Ti. Tú eres la causa de esta manifestación cósmica y, simultáneamente, eres también la causa de sus ingredientes. Tú eres el Todo Supremo —aquel que no tiene igual—. En la manifestación fenomenal hay tres estados: el estado de conciencia, el estado de semiconciencia constituido por el sueño, y el estado de inconciencia. Pero Vuestra Señoría es trascendental a todos estos diferentes estados materiales de existencia. Por lo tanto, Tú existes en una cuarta dimensión, y Tu aparición y desaparición no depende de nada más que de Ti Mismo. Tú eres la causa suprema de todas las cosas, mas no hay causa de Ti. Tú Mismo causas Tu propia aparición y desaparición. Mi Señor, a pesar de Tu posición trascendental, y para exhibir Tus seis opulencias y difundir Tus cualidades trascendentales, has aparecido en Tus diferentes encarnaciones —pez, tortuga, jabalí, Nṛsiṁha, Keśava, etc.— mediante Tu manifestación personal; y has aparecido como diferentes entidades vivientes mediante Tus manifestaciones separadas. Mediante Tu potencia interna, apareces como las diferentes encarnaciones de Viṣṇu, y mediante Tu potencia externa, apareces como el mundo fenoménico.
»En un día nublado, a los ojos del hombre común el Sol pareciera estar cubierto. Pero lo cierto es, que en virtud de que la luz del Sol crea la nube, aunque el cielo entero esté nublado, el Sol, en realidad, nunca podrá ser cubierto. De forma similar, los hombres de la clase poco inteligente alegan que Dios no existe, pero cuando las diversas entidades vivientes y sus actividades se manifiestan, las personas iluminadas Te ven presente en todo átomo, y Te ven además a través de Tu energía externa y marginal. Los devotos más iluminados experimentan Tus actividades potenciales ilimitadas, pero aquellos que están confundidos por el embrujo de Tu energía externa, se identifican con este mundo material y se apegan a la sociedad, a la amistad y al amor. Así pues, ellos padecen las tres clases de sufrimientos de la existencia material, y quedan sometidos a las dualidades de dolor y placer. Algunas veces se ahogan en el océano del apego, y otras veces son sacados de él.
»Mi querido Señor, solamente por tu misericordia y por Tu gracia puede la entidad viviente obtener una forma humana de vida, que constituye la oportunidad de salir de la desoladora condición de la existencia material. Sin embargo, una persona que posee un cuerpo humano pero que no puede poner sus sentidos bajo control, es arrastrada por las olas del disfrute sensual. Por ello, no puede refugiarse en Tus pies de loto para así ocuparse en Tu servicio devocional. La vida de una persona así es muy desafortunada, y cualquiera que vive una vida de oscuridad así, ciertamente se engaña a sí mismo y, por ende, engaña a otros también. Por lo tanto, la sociedad humana sin conciencia de Kṛṣṇa es una sociedad de engañadores y engañados.
»Mi Señor, Tú eres en realidad la muy querida Superalma de todas las entidades vivientes, y el Supremo controlador de todo. Un ser humano que siempre es víctima de la ilusión, le tiene miedo a la muerte final. Un hombre que simplemente está apegado al disfrute de los sentidos, acepta voluntariamente la miserable existencia material, y así vaga en busca de la quimera constituida por el placer sensual. Ciertamente que es un hombre de lo más tonto, pues bebe el veneno y deja a un lado el néctar. Mi querido Señor, todos los semidioses, entre ellos yo mismo y el Señor Brahmā, así como también grandes personas santas y sabios que han limpiado sus corazones de ese apego material, por Tu gracia nos hemos refugiado de todo corazón en Tus pies de loto. Todos nos hemos refugiado en Ti porque Te hemos aceptado como el Señor Supremo y la vida y el alma más querida de todos nosotros. Tú eres la causa original de esta manifestación cósmica, eres su mantenedor supremo, y también eres la causa de su disolución. Tú eres imparcial para con todos, el supremo y más apacible amigo de toda entidad viviente. Para todos nosotros, Tú eres el supremo objeto digno de adoración. Mi querido Señor, permítenos siempre ocuparnos en Tu servicio amoroso y trascendental, para que podamos liberarnos de este enredo material.
»Finalmente, mi Señor, permíteme informarte que este Bāṇāsura es muy querido por mí. Me ha rendido un servicio muy valioso; por lo tanto, quiero verlo siempre feliz. Sintiéndome complacido con él, le he garantizado su seguridad. Mi Señor, así como Te encontrabas complacido con sus antepasados —el rey Prahlāda y Bali Mahārāja— ahora Te suplico que también Te sientas complacido con él».
Después de oír la oración del Señor Śiva, el Señor Kṛṣṇa también se dirigió a él como Señor, y dijo: «Mi querido Señor Śiva, acepto tus afirmaciones, y también acepto tu deseo respecto a Bāṇāsura. Sé que este Bāṇāsura es el hijo de Bali Mahārāja, y por ello no puedo matarlo ya que esa fue Mi promesa. Le di la bendición al rey Prahlāda de que todos los demonios que aparecerían en su familia nunca morirían a manos Mías. Por lo tanto, sin matar a este Bāṇāsura, simplemente le he cortado sus brazos para liberarlo de su falso prestigio. El gran número de soldados que él mantenía, se convirtió en una carga para esta Tierra, y los he matado a todos para disminuir esa carga. Ahora le quedan cuatro brazos, y será inmortal, y no será afectado por los dolores y placeres materiales. Sé que él es uno de los principales devotos de vuestra señoría, así que puedes estar seguro de que, de ahora en adelante, no tendrá que temerle a nada».
Cuando el Señor Kṛṣṇa bendijo a Bāṇāsura de esta manera, este fue ante el Señor y se postró ante Él, tocando la tierra con su cabeza. Inmediatamente se ocupo de traer a Aniruddha juntamente con su hija Ūṣā, sentados en una hermosa cuadriga, y los presentó ante el Señor Kṛṣṇa. Después de esto, el Señor Kṛṣṇa se encargó de Aniruddha y de Ūṣā, quienes se habían vuelto muy opulentos materialmente por las bendiciones del Señor Śiva. Así, manteniendo al frente una división de un akṣauhiṇī de soldados, Kṛṣṇa comenzó a dirigirse hacia Dvārakā. Mientras tanto, toda la gente de Dvārakā, habiendo recibido la noticia de que el Señor Kṛṣṇa, Aniruddha y Ūṣā regresaban con gran opulencia, decoraron cada rincón de la ciudad con banderas, festones y guirnaldas. Cuidadosamente limpiaron y rociaron con una mezcla de agua y pasta de sándalo todos los grandes caminos y cruces, En todas partes se sentía el aroma del sándalo. Todos los ciudadanos, acompañados por sus amigos y parientes, le dieron la bienvenida al Señor Kṛṣṇa con gran pompa y júbilo. En ese momento, hubo una vibración estruendosa de caracolas, tambores y clarines, para recibir al Señor. De esa manera, la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, entró a Su capital, Dvārakā.
Śukadeva Gosvāmī le aseguro al rey Parīkṣit que la narración de la lucha entre el Señor Śiva y el Señor Kṛṣṇa no es en absoluto de mal augurio, como lo son las luchas ordinarias. Por el contrario, si alguien recuerda en la mañana la narración de esta lucha entre el Señor Kṛṣṇa y el Señor Śiva, y se complace con la victoria del Señor Kṛṣṇa, nunca experimentará derrota en ninguna de las circunstancias de su lucha por la vida.
Este episodio de la lucha de Bāṇāsura con Kṛṣṇa y de su posterior salvación por la gracia del Señor Śiva, es una confirmación de la declaración del Bhagavad-gītā de que los adoradores de los semidioses no pueden alcanzar ninguna bendición, sin que esta sea aprobada por el Señor Supremo, Kṛṣṇa. En esta narración vemos, que a pesar de que Bāṇāsura era un gran devoto del Señor Śiva, cuando encaró el hecho de que iba a ser matado por Kṛṣṇa, el Señor Śiva no pudo salvarlo. Pero el Señor Śiva le suplicó a Kṛṣṇa que salvara a su devoto, y de esta manera el Señor lo aprobó. Esa es la posición del Señor Kṛṣṇa. Las palabras exactas usadas en relación con esto en el Bhagavad-gītā, son: mayaiva vihitān hi tān. Esto significa que sin la aprobación del Señor Supremo, ningún semidiós puede otorgar bendición alguna al adorador.
Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo sexagésimo tercero del libro Kṛṣṇa, titulado: «El Señor Kṛṣṇa lucha con Bāṇāsura».