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Capítulo 64

La historia del rey Nṛga


Una vez, los familiares del Señor Kṛṣṇa, tales como Sāmba, Pradyumna, Cāru, Bhānu y Gada, todos ellos príncipes de la dinastía Yadu, fueron a realizar una gran merienda en el bosque que se encontraba cerca de Dvārakā. En el transcurso de su excursión les dio sed a todos y, así pues, trataron de averiguar en qué lugar del bosque había agua disponible. Cuando se acercaron a un pozo, advirtieron que no había agua en él sino que por el contrario, dentro del pozo, había una entidad viviente maravillosa. Se trataba de una gran lagartija, y todos se sorprendieron de ver un animal tan maravilloso. Ellos se dieron cuenta de que el animal se encontraba atrapado y no podía escapar mediante sus propios esfuerzos, así que movidos por la compasión, trataron de sacar del pozo a la gran lagartija. Desafortunadamente, no pudieron sacar a la lagartija, si bien trataron de hacerlo de muchas maneras.


Cuando los príncipes regresaron a casa, narraron su historia ante el Señor Kṛṣṇa. El Señor Kṛṣṇa es el amigo de todas las entidades vivientes. Por lo tanto, después de oír las súplicas de Sus hijos, fue personalmente al pozo y, simplemente extendiendo Su mano izquierda, sacó fácilmente a la gran lagartija. De inmediato, al ser tocada por la mano del Señor Kṛṣṇa, esa gran lagartija abandonó su forma anterior y apareció en forma de un hermoso semidiós, un habitante de los planetas celestiales. La tez de su cuerpo brillaba como si fuera oro fundido, estaba adornado con finos atuendos, y llevaba ornamentos costosos alrededor de su cuello.


Para el Señor Kṛṣṇa no era un secreto la manera en que el semidiós había sido obligado a aceptar un cuerpo de lagartija, pero aun así, para información de las demás personas, el Señor preguntó: «Mi querido y afortunado semidiós, ahora veo que tu cuerpo es muy hermoso y brillante. ¿Quién eres? Suponemos que eres uno de los mejores semidioses de los planetas celestiales. Te deseamos toda buena fortuna. Creo que no deberías encontrarte en esta situación. El que hayas sido colocado en la especie de vida de las lagartijas, debe tener como causa los resultados de tus actividades pasadas. Aun así, quiero oír de tus labios cómo fuiste colocado en esa posición. Si crees que puedes revelar este secreto, entonces, por favor, dinos cuál es tu identidad».


En realidad, esta gran lagartija era el rey Nṛga, y cuando la Suprema Personalidad de Dios lo interrogó, él inmediatamente se postró ante el Señor, tocando el suelo con el yelmo que estaba colocado en su cabeza, el cual era tan deslumbrante como el brillo del Sol. De esa manera, en primer lugar ofreció sus respetuosas reverencias al Señor Supremo. Luego dijo: «Mi querido Señor, soy el hijo del rey Ikṣvāku, soy el rey Nṛga. Si alguna vez te has fijado en todos los hombres de disposición caritativa, estoy seguro de que habrás oído mi nombre. Mi Señor, Tú eres el testigo. Tú estás consciente hasta de la más pequeña actividad —pasada, presente y futura— que ejecutan las entidades vivientes. Nada puede esconderse de Tu conocimiento eterno. Aun así, me has ordenado que explique mi historia, y por lo tanto, la narraré de forma completa».


El rey Nṛga comenzó a narrar la historia de su degradación, causada por sus actividades karma-kāṇḍa. Él tenía una disposición muy caritativa, y había regalado tantas vacas, que dijo que el número de ellas era igual al de las partículas de polvo que hay en la Tierra, al de las estrellas del cielo y al de las gotas de lluvia. De acuerdo con las ceremonias rituales védicas, a un hombre que tiene una disposición caritativa se le ordena regalar vacas a los brāhmaṇas. Por la afirmación del rey Nṛga, parece que él seguía con sinceridad este principio; sin embargo, como resultado de una ligera desviación que ocurriera en el desempeño de sus acciones, fue obligado a nacer en forma de lagartija. Por lo tanto, el Señor recomienda en el Bhagavad-gītā que todo aquel que tenga una disposición caritativa y desee obtener el beneficio correspondiente a su caridad, debe ofrecer sus regalos de manera de complacer a Kṛṣṇa. Dar caridad significa realizar actividades piadosas. Como resultado de las actividades piadosas, puede que uno sea elevado a los sistemas planetarios superiores; pero el ser promovido a los planetas celestiales no garantiza que uno no caerá nunca más. Por el contrario, con el ejemplo del rey Nṛga queda demostrado en definitiva, que las actividades fruitivas, aunque sean muy piadosas, no pueden proporcionarnos una eterna vida bienaventurada. Como se expone en el Bhagavad-gītā, el resultado del trabajo, sea este piadoso o impío, atará al hombre con toda certeza, a menos que sea ejecutado como yajña en favor de la Suprema Personalidad de Dios.


El rey Nṛga continuó, y dijo que las vacas que se habían dado como caridad no eran vacas ordinarias. Cada una de ellas era muy joven y habían dado a luz tan solo un ternero. Ellas se encontraban llenas de leche, muy tranquilas y sanas. Todas las vacas fueron compradas con dinero que había sido ganado de forma legal. Además, tenían cuernos enchapados en oro, sus pezuñas estaban adornadas con lámparas de plata, y ellas estaban cubiertas con mantas de seda bordadas con perlas y collares. Él declaró que esas vacas valiosamente decoradas no habían sido dadas a ninguna persona que no lo mereciera, sino que fueron distribuidas a brāhmaṇas de primera clase, a los cuales él también había adornado con hermosos atuendos y ornamentos de oro. Los brāhmaṇas eran muy calificados, ninguno de ellos era rico, y los familiares de ellos se encontraban siempre sin poder satisfacer las necesidades de la vida. Un verdadero brāhmaṇa nunca acumula dinero para tener una vida lujosa, como los kṣatriyas o los vaiśyas, sino que siempre se mantiene en una condición de pobreza, pues sabe que el dinero desvía la mente hacia las formas materialistas de vida. Un brāhmaṇa calificado tiene como voto vivir de esa manera, y todos esos brāhmaṇas se encontraban fijos en ese excelso voto. Ellos eran muy versados en el conocimiento védico. Ellos ejecutaron en sus vidas las austeridades y penitencias que se requerían, y eran liberales, estando a la altura de brāhmaṇas calificados. Ellos tenían una misma disposición amistosa para con todos; y por encima de todo, eran jóvenes y muy aptos para actuar como brāhmaṇas calificados. Además de recibir vacas, también recibieron tierra, oro, casas, caballos y elefantes. Aquellos que no estaban casados recibieron esposas, sirvientas, granos, plata, utensilios, prendas de vestir, joyas, muebles para el hogar, cuadrigas, etc. Esta caridad era apropiadamente ejecutada como sacrificio de acuerdo con los rituales védicos. El Rey también expuso que no solo les había dado regalos a los brāhmaṇas, sino que había realizado otras actividades piadosas, como cavar un pozo, plantar árboles a los lados del camino e instalar estanques en las carreteras.


El Rey continuó: «A pesar de todo eso, desafortunadamente una de las vacas de un brāhmaṇa entró por casualidad entre mis otras vacas. Sin saber eso, yo de nuevo la di como caridad a otro brāhmaṇa. Mientras la vaca era llevada por el brāhmaṇa, su amo anterior la reclamó como propia, diciendo: “Esta vaca me fue dada a mí anteriormente, así que ¿por qué te la estás llevando?”. De esa forma hubo discusión y pelea entre los dos brāhmaṇas, y vinieron donde mí y me acusaron de haberme llevado de nuevo la vaca que previamente había dado como caridad». Es un gran pecado darle algo a alguien y luego quitárselo, especialmente al tratar con un brāhmaṇa. Cuando ambos brāhmaṇas acusaron al Rey de lo mismo, este quedó absolutamente intrigado, preguntándose cómo había ocurrido eso. Luego, con gran humildad, el Rey le ofreció a cada uno cien mil vacas a cambio de esa vaca que estaba ocasionando la pelea entre ellos. Él les suplicó diciéndoles que era sirviente de ellos y que había habido algún error. Así pues, para rectificarlo, él les imploró que fueran muy bondadosos con él y que aceptaron su oferta a cambio de la vaca. El Rey les imploró fervientemente a los brāhmaṇas que no ocasionaran su caída al infierno debido a ese error. Las posesiones de un brāhmaṇa se denominan brahma-sva, y de acuerdo con la ley de Manu no pueden ser tomadas ni siquiera por el gobierno. Ambos brāhmaṇas insistieron en que la vaca era de ellos y que no podía ser devuelta bajo ninguna condición; ninguno de ellos accedió a cambiarla por las cien mil vacas. Encontrándose así en desacuerdo con la proposición del Rey, ambos brāhmaṇas abandonaron el palacio furiosos, pensando que su justa posición había sido violada.


Después de ese incidente, cuando llegó la hora de que el Rey abandonara su cuerpo, fue llevado ante Yamarāja, el superintendente de la muerte. Yamarāja le preguntó si quería disfrutar primero los resultados de sus actividades piadosas o sufrir primero los resultados de sus actividades impías. Yamarāja también insinuó que puesto que el Rey había ejecutado tantas actividades piadosas y había dado tanta caridad. Nṛga no conocería el límite de su disfrute. La felicidad material del Rey prácticamente no tendría fin, pero a pesar de esa insinuación él se encontraba confundido. Él decidió primero sufrir los resultados de sus actividades impías y luego aceptar los resultados de sus actividades piadosas; por lo tanto, Yamarāja de inmediato lo convirtió en una lagartija.


El rey Nṛga, en la forma de una gran lagartija, había permanecido en un pozo durante mucho tiempo. Él le dijo al Señor Kṛṣṇa: «A pesar de haber sido colocado en esa condición degradada de vida, tan solo pensaba en Ti, mi querido Señor, y mi memoria nunca se perdió». Por estas declaraciones del rey Nṛga parece que las personas que siguen los principios de las actividades fruitivas y obtienen algunos beneficios materiales, no son muy inteligentes. Como el rey Nṛga había recibido del superintendente de la muerte, Yamarāja, la oportunidad de elegir, él pudo haber aceptado primero los resultados de sus actividades piadosas. En vez de ello, él consideró mejor recibir primero los efectos de sus actividades impías y luego disfrutar, sin perturbaciones, los efectos de sus actividades piadosas. En resumidas cuentas, él no había desarrollado conciencia de Kṛṣṇa. La persona consciente de Kṛṣṇa desarrolla amor por Dios, Kṛṣṇa, y no un amor por actividades piadosas o impías; por lo tanto, no se encuentra sujeta a los resultados de dichas acciones. Como se dice en la Brahma-saṁhita: por la gracia del Señor, un devoto no queda sujeto a las reacciones resultantes de las actividades fruitivas.


De una u otra forma, y como resultados de sus actividades piadosas, el rey Nṛga había ambicionado ver al Señor. Él continuó, y dijo: «Mi querido Señor, yo tenía un gran deseo de que algún día pudiera verte personalmente. Creo que mi tendencia de ejecutar actividades rituales y caritativas, juntamente con ese gran deseo de verte personalmente, me ha permitido retener el recuerdo de quién era yo en mi vida anterior, a pesar de haberme convertido en una lagartija». (Una persona así, que recuerda su vida pasada, se denomina jāti-smara). «Mi querido Señor, Tú eres la Superalma que se encuentra situada en el corazón de todo el mundo. Existen muchos yogīs místicos grandiosos que tienen ojos para verte a través de los Vedas y Upaniṣads. Ellos siempre meditan en Ti tal como Te encuentras en sus corazones, con objeto de alcanzar la elevada posición de poseer una naturaleza igual a la Tuya. Si bien esas personas santas y excelsas puede que Te vean constantemente en sus corazones, aun así no pueden verte cara a cara; por lo tanto, estoy muy sorprendido de poder verte personalmente. Yo sé que me encontraba dedicado a muchas actividades, especialmente como rey. Si bien me encontraba rodeado por el lujo y la opulencia, y estaba sometido a una gran parte de la felicidad y el sufrimiento de la existencia material, soy muy afortunado de poder verte personalmente. Que yo sepa, cuando alguien se libera de la existencia material puede verte de esta manera».


Cuando el rey Nṛga eligió recibir los resultados de sus actividades impías, se le dio el cuerpo de una lagartija debido al error que había cometido en sus actividades piadosas; así, él no puede ser colocado directamente, como un gran semidiós, en un nivel de vida más elevado. No obstante, al mismo tiempo que ejecutaba sus actividades piadosas, él pensaba en Kṛṣṇa, así que fue rápidamente liberado del cuerpo de lagartija y dotado de un cuerpo de semidiós. Por adorar al Señor Supremo, aquellos que desean opulencias materiales reciben los cuerpos de poderosos semidioses. Algunas veces, estos semidioses pueden ver a la Suprema Personalidad de Dios cara a cara, pero no obstante, aún no son aptos para entrar en el reino espiritual, los planetas Vaikuṇṭha. Sin embargo, si los semidioses continúan y se vuelven devotos del Señor, en la siguiente oportunidad que tengan, entrarán a los planetas Vaikuṇṭha.


Habiendo obtenido el cuerpo de un semidiós, el rey Nṛga, que continuaba recordado todo, dijo: «Mi querido Señor, Tú eres el Señor Supremo, y eres adorado por todos los semidioses. Tú no eres una de las entidades vivientes sino la Persona Suprema, Puruṣottama. Tú eres la fuente de toda felicidad que puedan tener todas las entidades vivientes; por lo tanto, Tú eres conocido como Govinda. Tú eres el Señor de aquellas entidades vivientes que han recibido un cuerpo material y de aquellas que aún no han recibido un cuerpo material». (Entre las entidades vivientes que no han recibido un cuerpo material, se encuentran aquellas que deambulan por el mundo material en forma de espíritus malignos o que viven en la atmósfera fantasmal. Sin embargo, aquellos que viven en el reino espiritual, los Vaikuṇṭhalokas, poseen cuerpos que no están hechos de elementos materiales). «Mi Señor, Tú eres infalible. Tú eres la Suprema... la más pura de todas las entidades vivientes. Tú vives en el corazón de todos. Tú eres Nārāyaṇa, el refugio de todas las entidades vivientes. Como Te encuentras situado en el corazón de todas las entidades vivientes, Tú eres el director supremo de las actividades sensuales de todo el mundo, por lo tanto, Tú eres conocido como Hṛṣīkeśa.


»Mi querido Señor Supremo Kṛṣṇa, puesto que me has dado este cuerpo de semidiós, tendré que ir a algún planeta celestial; así que aprovecho esta oportunidad para pedir que por Tu misericordia yo reciba la bendición de nunca olvidar Tus pies de loto, sea cual sea la forma de vida o el planeta al que yo haya de ser trasladado. Tú eres omnipresente, encontrándote en todas partes como causa y efecto. Tú eres la causa de todas las causas, y Tu potencia y Tu poder son ilimitados. Tú eres la Verdad Absoluta, la Suprema Personalidad de Dios, y el Brahman Supremo. Por lo tanto, yo Te ofrezco mis respetuosas reverencias una y otra vez. Mi querido Señor, Tu cuerpo se encuentra pleno de bienaventuranza y conocimiento trascendentales, y Tú eres eterno. Tú eres el amo de todos los poderes místicos; por lo tanto, eres conocido como Yogeśvara. Por favor, acéptame a Tus pies como polvo insignificante».


Antes de entrar en los planetas celestiales, el rey Nṛga dio vueltas alrededor del Señor. Él tocó los pies de loto del Señor con su yelmo, y se postró ante Él. Al ver el avión de los planetas celestiales que se encontraba presente ante él, recibió del Señor el permiso de subir a bordo. Después de la partida del rey Nṛga, el Señor Kṛṣṇa expresó Su aprecio por la devoción que guardaba el Rey por los brāhmaṇas, así como por su disposición caritativa y su ejecución de rituales védicos. Por lo tanto, se recomienda que si uno no puede directamente volverse devoto del Señor, entonces uno debe seguir los principios védicos de vida. Esto lo volverá a uno apto para que un día vea al Señor, bien sea por ser promovido directamente al reino espiritual o indirectamente, a través del reino celestial, donde se tiene la esperanza de ser trasladado a los planetas espirituales.


En ese entonces, el Señor Kṛṣṇa se encontraba presente entre Sus familiares que eran miembros de la clase kṣatriya. Para enseñarles mediante el carácter ejemplar del rey Nṛga, Él dijo: «Aunque un rey kṣatriya puede que sea tan poderoso como el fuego, no debe usurpar algo que sea propiedad de un brāhmaṇa y utilizarlo para sus propios propósitos. Si esto es así, ¿cómo pueden los reyes ordinarios, que falsamente creen ser los seres más poderosos que se encuentran en el mundo material, usurpar algo que sea propiedad de un brāhmaṇa? Yo no creo que beber veneno sea tan peligroso como tomar algo que sea propiedad de un brāhmaṇa. Existe tratamiento contra el veneno ordinario —uno puede liberarse de sus efectos—; pero si uno bebe el veneno de llevarse algo que es propiedad de un brāhmaṇa, no existe remedio alguno para ese error. El rey Nṛga fue el ejemplo perfecto. Él era muy poderoso y muy piadoso, pero debido al pequeño error de usurpar una vaca de un brāhmaṇa sin saberlo, él fue condenado a la abominable vida de una lagartija. El veneno ordinario afecta tan solo a aquellos que lo beben, y el fuego ordinario puede ser extinguido con solo derramar agua sobre él; pero el fuego araṇi encendido por la potencia espiritual de un brāhmaṇa, puede reducir a cenizas a toda la familia de una persona que provoque a dicho brāhmaṇa». (Anteriormente, los brāhmaṇas solían encender el fuego del sacrificio no con fósforos ni con ningún otro fuego externo, sino con sus poderosos mantras denominados araṇī). «Si alguien siquiera toca algo que sea propiedad de un brāhmaṇa, queda arruinado por tres generaciones. Sin embargo, si algo que sea propiedad de un brāhmaṇa es tomado a la fuerza, la familia del que lo toma, las diez generaciones anteriores a él y las diez generaciones posteriores a él, quedarán sujetas a la ruina. Por otra parte, si alguien se vuelve vaiṣṇava o devoto del Señor, las diez generaciones de su familia anteriores a su nacimiento y las diez generaciones posteriores a él, habrán de liberarse».


El Señor Kṛṣṇa continuó: «Si algún rey tonto, envanecido con su riqueza, prestigio y poder, quiere usurpar algo que sea propiedad de un brāhmaṇa, ha de saberse que dicho rey está abriendo su camino al infierno; el no sabe cuánto habrá de sufrir por esa acción tan poco sabia. Si alguien se lleva algo que pertenezca a un brāhmaṇa muy liberal, que se encuentre recargado con una familia grande que depende de él, dicho usurpador es puesto en el infierno conocido como Kumbhīpāka; no solo él es puesto en ese infierno, sino que también sus familiares han de aceptar esa condición dolorosa de vida. Una persona que toma alguna posesión que le ha sido otorgada a un brāhmaṇa o que este haya regalado, es condenada a vivir, al menos por sesenta mil años, en una forma tan desoladora como la de un insecto que se encuentra en el excremento. Por eso, les doy la instrucción a todos ustedes, Mis hijos y familiares aquí presentes, de que ni siquiera por error se lleven algo que pertenezca a un brāhmaṇa, y de esa forma contaminen a su familia entera. Si alguien tan siquiera desea poseer dicha cosa, qué decir si intenta llevársela a la fuerza, la duración de su vida será reducida. Él será vencido por sus enemigos y, después de ser despojado de su posición real, cuando abandone su cuerpo se volverá una serpiente. Una serpiente le ocasiona problemas a todas las demás entidades vivientes. Mis queridos hijos y familiares, por ello Yo les aconsejo que, incluso si un brāhmaṇa se enfurece con ustedes y los trata con palabras soeces o los corta, aun así no deben contraatacarlo. Por el contrario, deben sonreír, tolerar y ofrecer sus respetos al brāhmaṇa. Bien saben ustedes que incluso Yo mismo les ofrezco Mis reverencias a los brāhmaṇas con mucho respeto, tres veces al día. Por ello, ustedes deben seguir Mi instrucción y ejemplo. No habré de perdonar a nadie que no los siga, y habré de castigar al que no lo haga. Deben aprender del ejemplo del rey Nṛga que, incluso si alguien usurpa algo sin saberlo, que sea propiedad de un brāhmaṇa, es puesto en una condición desoladora de vida».


Así pues, el Señor Kṛṣṇa, quién está siempre dedicado a purificar a las entidades vivientes condicionadas, instruyó no solo a Sus familiares y a los habitantes de Dvārakā, sino también a todos los miembros de la sociedad humana. Después de esto, el Señor entró en Su palacio.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo sexagésimo cuarto del libro Kṛṣṇa, titulado: «La historia del rey Nṛga».

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