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Capítulo 88

La salvación del Señor Śiva


Como gran devoto de Kṛṣṇa que era, el rey Parīkṣit se encontraba ya liberado, pero, para efectos de aclaración, le estaba formulando diversas preguntas a Śukadeva Gosvāmī. En el capítulo anterior, la pregunta del rey Parīkṣit fue: «¿Cuál es la meta última de los Vedas?». Y Śukadeva Gosvāmī explicó el asunto dando descripciones autoritativas provenientes de la sucesión discipular, que comienza con Sanandana, y desciende hasta Nārāyaṇa Ṛṣi; Nārada, Vyāsadeva y, finalmente, él mismo. La conclusión fue que el servicio devocional, o bhakti, es la meta última de los Vedas. Un devoto neófito puede que pregunte: «Si la meta última de la vida, o la conclusión de los Vedas, es que uno se eleve a la plataforma de servicio devocional, entonces, ¿por qué se observa que un devoto del Señor Viṣṇu por lo general no es muy próspero en sentido material, mientras que un devoto del Señor Śiva resulta ser muy opulento?». Con objeto de aclarar este asunto, Parīkṣit Mahārāja le preguntó a Śukadeva Gosvāmī: «Mi querido Śukadeva Gosvāmī, por lo general se observa que aquellos que se dedican a la adoración del Señor Śiva, bien sea que se encuentra en la sociedad humana, en la demoníaca o en la de los semidioses, se vuelven muy opulentos en sentido material, si bien el mismo Señor Śiva vive como una persona muy pobre. Por otra parte, los devotos del Señor Viṣṇu, quien es el controlador de la diosa de la fortuna, no parecen ser muy prósperos, y algunas veces incluso se observa que viven sin ninguna opulencia material en absoluto. El Señor Śiva vive bajo un árbol o en la nieve de las montañas Himalayas. Él ni siquiera construye una casa para sí mismo, pero aun así los adoradores del Señor Śiva son muy ricos. Kṛṣṇa, o el Señor Viṣṇu, no obstante, vive muy opulentamente, bien sea en Vaikuṇṭha o en este mundo material, pero Sus devotos parecen ser muy pobres. ¿Por qué ocurre esto?».


La pregunta de Mahārāja Parīkṣit es muy inteligente. Las dos clases de devotos, es decir los devotos del Señor Śiva y los devotos del Señor Viṣṇu, siempre se encuentran en desacuerdo. Incluso hoy día en la India, estas dos clases de devotos aún se critican unos a otros, y, especialmente en el Sur de la India, los seguidores de Rāmānujācārya y los seguidores de Śaṇkarācārya algunas veces tienen reuniones para discutir la conclusión védica. Por lo general, los seguidores de Rāmānujācārya siempre logran la victoria en esos encuentros. Así que Parīkṣit Mahārāja quería aclarar la situación, haciéndole esa pregunta a Śukadeva Gosvāmī. Que el Señor Śiva viva como un hombre pobre, si bien sus devotos parecen ser muy opulentos, mientras que el Señor Kṛṣṇa o el Señor Viṣṇu es siempre opulento, y aun así Sus devotos parecen ser muy pobres, es una situación que a una persona sensata le parece contradictoria y enigmática.


En respuesta a las preguntas del rey Parīkṣit, Śukadeva Gosvāmī dijo que el Señor Śiva es el amo de la energía material. La energía material está representada por la diosa Durgā, y como el Señor Śiva resulta ser su esposo, ella se encuentra por completo bajo el dominio de él. Por consiguiente, el Señor Śiva es reconocido como el amo de esta energía material. La energía material se manifiesta en tres cualidades —a saber: bondad, pasión e ignorancia—, y, por lo tanto, el Señor Śiva es el amo de esas tres cualidades. Si bien el Señor Śiva se encuentra asociado con esas cualidades para beneficio del alma condicionada, él es quien las dirige, y no es afectado por ellas. Aunque el alma condicionada es afectada por las tres cualidades, no ocurre así con el Señor Śiva, debido a que él es el amo de ellas.


De las afirmaciones de Śukadeva Gosvāmī, podemos concluir que los efectos de adorar a diferentes semidioses no son iguales que los efectos de adorar al Señor Viṣṇu, como suponen algunas personas poco inteligentes. Él claramente afirma que por adorar al Señor Śiva uno consigue un tipo de recompensa, mientras que por adorar al Señor Viṣṇu uno consigue una recompensa diferente. Eso también está confirmado en el Bhagavad-gītā: aquellos que adoran a los diferentes semidioses, logran los resultados deseados que los semidioses respectivos pueden dar como recompensa. De forma similar, aquellos que adoran la energía material, reciben la recompensa que corresponde a esas actividades, y aquellos que adoran a los pītas reciben resultados de forma similar. Pero aquellos que se dedican al servicio devocional o que adoran al Señor Supremo, Viṣṇu o Kṛṣṇa, van a los planetas Vaikuṇṭha o a Kṛṣṇaloka. Uno no puede acercarse a la región trascendental o paravyoma, el cielo espiritual, por adorar al Señor Śiva o a Brahmā o a algún otro semidiós.


Como este mundo material es un producto de las tres cualidades de la naturaleza material, todas las variedades de manifestaciones provienen de esas tres cualidades. Con el auxilio de la ciencia materialista, la civilización moderna ha creado muchas máquinas y comodidades de vida, y, aun así, todas ellas no son más que diversas variedades de las interacciones de las tres cualidades materiales. Si bien los devotos del Señor Śiva son capaces de obtener muchos bienes materiales, hemos de saber que simplemente reúnen productos creados por las tres cualidades. Las tres cualidades se subdividen a su vez en dieciséis, a saber: los diez sentidos (los cinco sentidos de trabajo y los cinco sentidos de adquisición de conocimiento), la mente, y los cinco elementos (tierra, agua, aire, fuego y cielo). Los dieciséis son extensiones de las tres cualidades. La felicidad y la opulencia materiales significan complacencia de los sentidos, específicamente del órgano genital, la lengua y la mente. Mediante el esfuerzo de nuestras mentes creamos muchas cosas agradables, tan solo para disfrute del órgano genital y de la lengua. La opulencia de una persona que se encuentra dentro de este mundo material, se mide en términos de su utilización del órgano genital y de la lengua, o en otras palabras, según cuánto es capaz de utilizar sus capacidades sexuales, y cuánto es capaz de satisfacer su exigente sentido del gusto comiendo platos apetitosos. El avance material de la civilización requiere de la creación, mediante la invención mental, de objetos de disfrute, tan solo para uno volverse feliz en base a esos dos principios: placeres para el órgano genital y placeres para la lengua. Aquí se encierra la respuesta a la pregunta que le hiciera el rey Parīkṣit a Śukadeva Gosvāmī, en lo referente a por qué los adoradores del Señor Śiva son tan opulentos.


Los devotos del Señor Śiva son solo opulentos en términos de las cualidades materiales. De hecho, ese supuesto avance de la civilización es la causa del enredo de uno en la existencia material. En realidad no es avance sino degradación. Se concluye que, debido a que el Señor Śiva es el amo de las tres cualidades, sus devotos reciben cosas creadas por la interacción de esas cualidades para la satisfacción de los sentidos. En el Bhagavad-gītā, no obstante, recibimos instrucción del Señor Kṛṣṇa de que uno tiene que trascender la existencia cualitativa. Nistraiguṇyo bhavārjuna: la misión de la vida humana es volverse trascendental a las tres cualidades. A menos que uno sea nistraiguṇya, no puede liberarse del enredo material. En otras palabras, los dones que se reciben del Señor Śiva no son de hecho beneficiosos para las almas condicionadas, si bien aparentemente dichas facilidades parecen ser opulentas.


Śukadeva Gosvāmī continuó: «La Suprema Personalidad de Dios, Hari, es trascendental a las tres cualidades de la naturaleza material». Se afirma en el Bhagavad-gītā que todo aquel que se rinda a Él, supera el control de las tres cualidades de la naturaleza material. Por lo tanto, puesto que los devotos de Hari son trascendentales al control de las tres cualidades materiales, ciertamente que Él Mismo es trascendental. Se declara, por lo tanto, en el Śrīmad-Bhāgavatam que Hari, o Kṛṣṇa, es la Personalidad Suprema y Original. Existen dos clases de prakṛtis o potencias, a saber, la potencia interna y la potencia externa, y Kṛṣṇa es el Señor Absoluto de esas dos prakṛtis o potencias. Él es sarva-dṛk, o el dirigente de todas las acciones de las potencias interna y externa, y una de las descripciones de Él dice que es también upadraṣṭā, el supremo consejero. Debido a que Él es el supremo consejero, se encuentra por encima de todos los semidioses, quienes meramente siguen las direcciones del supremo consejero. Por ello, si uno sigue directamente las instrucciones del Señor Supremo, tal como lo inculcan el Bhagavad-gītā y el Śrīmad-Bhāgavatam, entonces gradualmente uno se vuelve nirguṇa, es decir, se sitúa por encima de la interacción de las cualidades materiales. Ser nirguṇa significa estar desprovisto de opulencias materiales, debido a que, como hemos explicado, la opulencia material significa un aumento de las acciones y reacciones de las tres cualidades materiales. Por adorar a la Suprema Personalidad de Dios, en vez de uno engreírse con opulencias materiales, se enriquece con el avance espiritual del conocimiento que se adquiere en conciencia de Kṛṣṇa. Volverse nirguṇa significa alcanzar la paz, la inmunidad al temor, la religiosidad, el conocimiento y la renunciación eternos. Todos estos son síntomas de haberse liberado de la contaminación de las cualidades materiales.


Śukadeva Gosvāmī, al responder a la pregunta de Parīkṣit Mahārāja, continuó y citó un incidente histórico relacionado con el rey Yudhiṣṭhira, el abuelo de Parīkṣit Mahārāja. Él dijo que el rey Yudhiṣṭhira, después de haber concluido el sacrificio Aśvamedha en la gran arena de sacrificio, y en presencia de grandes autoridades, preguntó acerca de este mismo punto: ¿Por qué los devotos del Señor Śiva se vuelven opulentos materialmente, mientras que los devotos del Señor Viṣṇu no? Śukadeva Gosvāmī específicamente se refirió al rey Yudhiṣṭhira como «tu abuelo», de manera que Mahārāja Parīkṣit se sintiera alentado al pensar que él estaba relacionado con Kṛṣṇa y que sus abuelos estaban íntimamente relacionados con la Suprema Personalidad de Dios.


Si bien Kṛṣṇa se encuentra siempre muy satisfecho por naturaleza, cuando esta pregunta fue formulada por Mahārāja Yudhiṣṭhira, Él se sintió aún más satisfecho, debido a que esas preguntas y sus respuestas tendrían un gran significado para toda la sociedad consciente de Kṛṣṇa. Siempre que el Señor Kṛṣṇa le habla de algo a un devoto específico, ello está destinado no solo a ese devoto, sino a toda la sociedad humana. Las instrucciones de la Suprema Personalidad de Dios son importantes incluso para los semidioses encabezados por el Señor Brahmā, el Señor Śiva y otros, y todo aquel que no aprovecha las instrucciones de la Suprema Personalidad de Dios, quien desciende a este mundo material para beneficio de todas las entidades vivientes, es ciertamente muy desafortunado.


El Señor Kṛṣṇa respondió a la pregunta de Mahārāja Yudhiṣṭhira de la siguiente manera: «Si yo favorezco en especial a un devoto y especialmente deseo cuidar de él, lo primero que hago es quitarle sus riquezas». Cuando el devoto se vuelve un hombre paupérrimo y se queda en la miseria o es puesto en una posición comparativamente muy pobre, sus parientes y familiares no se interesan más en él, y en la mayoría de los casos abandonan su relación con él. El devoto entonces se vuelve doblemente infeliz. Primero que todo, se vuelve infeliz debido a que sus riquezas le han sido quitadas por Kṛṣṇa, y se le hace aun más infeliz cuando sus familiares lo abandonan por su posición de mucha pobreza. Hemos de notar, no obstante, que cuando un devoto cae en una condición así de infeliz, no se debe a actividades impías pasadas, conocidas como karma-phala; la posición de extrema pobreza del devoto, es creada por la Personalidad de Dios. De forma similar, cuando un devoto se vuelve opulento materialmente, eso tampoco se debe a sus actividades piadosas. En ambos casos, bien sea que el devoto se vuelva más pobre o más rico, el ajuste es hecho por la Suprema Personalidad de Dios. Ese ajuste es hecho especialmente por Kṛṣṇa para Su devoto, solo para que este se vuelva completamente dependiente de Él, y para liberarlo de todas las obligaciones materiales. Él puede entonces concentrar sus energías, mente y cuerpo —todo— en el servicio del Señor, y eso constituye servicio devocional puro. En Nārada-pañcarātra se explica, por lo tanto, sarvopādhi-vinirmuktam, lo cual significa: «encontrándose liberado de toda designación». Las labores realizadas en pro de la familia, la sociedad, la comunidad, la nación o la humanidad, se encuentran todas con designaciones: «Yo pertenezco a esta sociedad», «yo pertenezco a esta comunidad», «yo pertenezco a esta nación», «yo pertenezco a esta especie de vida». Todas esas identidades son meras designaciones. Cuando, por la gracia del Señor, un devoto se libera de toda designación, su servicio devocional es de hecho naiṣkarma. Los jñānīs son muy atraídos por la posición de naiṣkarma, en la que las acciones de uno ya no tienen efectos materiales. Cuando las acciones de un devoto se liberan de todo efecto, ya no se encuentran más en la categoría de karma-phala, o actividades fruitivas. Como fue explicado anteriormente por los Vedas personificados, la infelicidad y el infortunio de un devoto, los produce la Personalidad de Dios para el devoto y a este, por lo tanto, no le importa si se encuentra feliz o infortunado. Él continúa con su deber de ejecutar servicio devocional. Si bien su comportamiento parece estar sujeto a la acción y reacción de las actividades fruitivas, él se encuentra de hecho liberado de los resultados de la acción.


Pudiera preguntarse por qué un devoto es puesto por la Personalidad de Dios en tales tribulaciones. La respuesta es que, esa clase de situación dispuesta por el Señor, es como la del padre que algunas veces es severo con sus hijos. Debido a que el devoto es un alma rendida, y el Señor Supremo está a cargo de él, siempre que el Señor lo pone en cualquier condición de vida —bien sea en una situación de infortunio o de felicidad— se entiende que tras esa situación existe un gran plan, ingeniado por la Personalidad de Dios. Por ejemplo, el Señor Kṛṣṇa puso a los Pāṇḍavas en una situación de infortunio tan intensa, que ni siquiera el abuelo Bhīṣma podía entender cómo una situación de infortunio así podía existir. Él se lamentaba de que si bien toda la familia Pāṇḍava estaba encabezada por el rey Yudhiṣṭhira, el muy piadoso rey, y protegida por los dos grandes guerreros Bhīma y Arjuna, y si bien, por encima de todo, los Pāṇḍavas eran todos amigos y familiares íntimos del Señor Kṛṣṇa, aún así tenían que sufrir esas tribulaciones. Posteriormente, no obstante, quedó demostrado que eso fue planeado por la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, como parte de Su gran misión de aniquilar a los herejes y proteger a los devotos.


Pudiera hacerse otra pregunta: Ya que un devoto es puesto en diferentes clases de condiciones de felicidad e infortunio por disposición de la Personalidad de Dios, y un hombre común es puesto en dichas condiciones como resultado de sus pasadas acciones, entonces ¿cuál es la diferencia entre ambas situaciones? ¿En qué sentido se encuentra el devoto en una situación mejor que el karmī ordinario? La respuesta es que los karmīs y los devotos no se encuentran en el mismo nivel. Sea cual sea la condición de vida del karmī, este continua en el ciclo de nacimiento y muerte, debido a que la semilla de karma, o actividad fruitiva, está presente, y fructifica cuando quiera que existe oportunidad de ello. Un hombre común se encuentra perpetuamente enredado, por la ley del karma, en los nacimientos y muertes repetidos, mientras que la felicidad y el infortunio de un devoto, puesto que no se encuentran bajo las leyes del karma, son parte de un ajuste temporal del Señor Supremo, que no enreda al devoto. Dicho ajuste es hecho por el Señor, solo para lograr un propósito temporal. Si un karmī realiza actos auspiciosos, es elevado a los planetas celestiales, y si actúa en forma impía, es puesto en una condición infernal de vida. Pero bien sea que un devoto actúe en forma supuestamente piadosa o impía, él no es elevado ni degradado, sino que es trasladado al reino espiritual. Por lo tanto, la felicidad y el infortunio de un devoto, y la infelicidad y el infortunio de un karmī, no se encuentran en el mismo nivel. Este hecho es corroborado por un discurso que Yamarāja les dio a sus sirvientes en relación con la liberación de Ajāmila. Yamarāja les aconsejó a sus seguidores que las personas que nunca hubieran proferido el santo nombre del Señor, ni recordado la forma, naturaleza y pasatiempos del Señor, debían ser abordadas por sus guardianes. Yamarāja también les aconsejó a sus sirvientes que nunca se acercaran a los devotos. Por el contrario, él les instruyó a sus mensajeros que, si se encontraban con un devoto, debían ofrecer sus respetuosas reverencias. Así que no hay posibilidad de que un devoto sea promovido o degradado en este mundo material. Así como hay un mar de diferencias entre el castigo que da la madre y el castigo que da un enemigo, así mismo la condición de infortunio de un devoto no es igual que la condición de infortunio de un karmī común.


Aquí pudiera plantearse otra pregunta. Si Dios es todopoderoso, ¿por qué habría de tratar de reformar a Su devoto, colocándolo en una situación de infortunio? La respuesta es que, cuando la Suprema Personalidad de Dios pone a Su devoto en una condición de infortunio, no lo hace sin un propósito ulterior. Algunas veces el propósito de ello, es que los sentimientos de apego que siente el devoto por Kṛṣṇa se magnifiquen con el infortunio. Por ejemplo, cuando Kṛṣṇa, antes de abandonar la capital de los Pāṇḍavas para ir a Su hogar, estaba pidiendo permiso para partir, Kuntīdevī dijo: «Mi querido Kṛṣṇa, en nuestra condición de infortunio Tú siempre Te encuentras presente entre nosotros. Ahora, debido a que hemos sido elevados a una posición real, nos estás abandonando. Por lo tanto, yo preferiría vivir en una situación de infortunio y no tener que perderte». Cuando un devoto es puesto en una situación de infortunio, sus actividades devocionales se aceleran. Por ello, algunas veces el Señor pone a un devoto en una situación de infortunio, otorgándole así una gracia especial. Además, se dice que la dulzura de la felicidad es más dulce para aquellos que han probado la amargura. El Señor Supremo desciende a este mundo material tan solo para proteger del infortunio a Sus devotos. En otras palabras, si los devotos no se hubieran encontrado en una condición de infortunio, el Señor no habría bajado. En cuando a que Él tuviera que matar a los demonios o a los herejes, eso podrían realizarlo fácilmente Sus diversas energías, tal como muchos asuras son matados por Su energía externa, la diosa Durgā. Por lo tanto, el Señor no tiene que descender personalmente para matar a esos demonios, pero cuando Su devoto se encuentra en una situación de infortunio, Él tiene que venir. El Señor Nṛsiṁhadeva apareció no para matar a Hiraṇyakaśipu, sino para ver a Prahlāda y darle bendiciones. En otras palabras, debido a que Prahlāda Mahārāja fue puesto en una situación muy peligrosa, el Señor apareció.


Después de la densa y oscura noche, es muy agradable cuando finalmente ocurre la salida del Sol por la mañana. Cuando hay un calor ardiente, el agua fría es muy agradable. Y cuando hay un invierno congelante, el agua caliente es muy agradable. De forma similar, cuando un devoto, después de experimentar la condición del mundo material, saborea la felicidad espiritual que confiere el Señor, su posición se vuelve aún más agradable y disfrutable.


El Señor continuó: «Cuando mi devoto se encuentra desprovisto de toda riqueza material, y sus parientes, amigos y familiares lo abandonan, debido a que no tiene nadie que cuide de él, se refugia por completo en los pies de loto del Señor». Śrīla Narottama dāsa Ṭhākura cantó en relación con esto: «Mi querido Señor Kṛṣṇa, ¡oh, hijo de Nanda Mahārāja!, Tú Te encuentras ahora de pie ante mí juntamente con Śrīmatī Rādhārāṇī, la hija del rey Vṛṣabhānu. Yo ahora me rindo a Ti, Por favor acéptame. Por favor no me eches. No tengo más refugio que Tú».


Cuando un devoto es así puesto es supuestas condiciones de sufrimiento, y se encuentra desprovisto de riquezas y familia, él trata de restaurar su posición original de opulencia material. Pero si bien él trata una y otra vez, Kṛṣṇa una y otra vez se lleva todos sus recursos. Así, él finalmente se decepciona de las actividades materiales, y al encontrarse en ese estado de ver frustrados todos los esfuerzos, él puede rendirse por completo a la Suprema Personalidad de Dios. El Señor les aconseja internamente a esas personas, que se asocien con devotos. Mediante la asociación con devotos, ellos naturalmente sienten inclinación por prestarle servicio a la Personalidad de Dios, y de inmediato el Señor les da todas las facilidades para avanzar en el cultivo de conciencia de Kṛṣṇa. Los no devotos, no obstante, tratan con mucho cuidado de preservar su condición material en la vida. Así pues, por lo general esos no devotos no llegan a adorar a la Suprema Personalidad de Dios, sino que adoran al Señor Śiva o a otros semidioses, para conseguir un beneficio material inmediato. En el Bhagavad-gītā se dice, por consiguiente, kāṅkṣantaḥ karmaṇāṁ siddhiṁ yajanta iha devatāḥ: los karmīs adoran a los diversos semidioses para conseguir el éxito en este mundo material. El Señor Kṛṣṇa también afirma que aquellos que adoran a los semidioses no poseen una inteligencia madura. De modo que, los devotos de la Suprema Personalidad de Dios, debido a su fuerte apego por Él, no comenten la tontería de recurrir a los semidioses.


El Señor Kṛṣṇa le dijo al rey Yudhiṣṭhira: «Ninguna condición adversa que haya en la vida desanima a Mi devoto; este siempre permanece firme y estable. Por lo tanto, Yo Mismo Me entrego a él, y Yo lo favorezco de manera que pueda conseguir en la vida el éxito más elevado». La misericordia que la Suprema Personalidad le depara al devoto fiel, se denomina brahman, lo cual indica que la grandeza de esa misericordia puede tan solo asemejarse a la grandiosidad que todo lo penetra. Brahman significa «ilimitadamente grande e ilimitadamente expansivo». Esa misericordia también se dice que es parama, pues no tiene igual en este mundo material, y también se denomina sūkṣma, muy fina. La misericordia del Señor para con el devoto fiel no es solo grande e ilimitadamente expansiva, sino que es de la más fina calidad de amor trascendental que hay entre el devoto y el Señor. Esa misericordia se dice que es además cinmātra, completamente espiritual. La utilización de la palabra mātram indica espiritualidad absoluta, sin vestigio alguno de cualidades materiales. Esa misericordia también se denomina sat, eterna, y anantakam, ilimitada. Como al devoto del Señor se le otorga ese ilimitado beneficio espiritual, ¿por qué habría él de adorar a los semidioses? Un devoto de Kṛṣṇa no adora al Señor Śiva ni a Brahmā, ni a ningún otro semidiós subordinado. Él se consagra por completo al amoroso servicio trascendental de la Suprema Personalidad de Dios.


Śukadeva Gosvāmī continuó: «Los semidioses, encabezados por el Señor Brahmā y el Señor Śiva, e incluso el Señor Indra, Candra, Varuṇa y otros, pueden ser satisfechos muy rápidamente o pueden enojarse muy rápidamente mediante el buen o mal comportamiento de sus devotos. Pero no ocurre así con la Suprema Personalidad de Dios, Viṣṇu». Eso significa que toda entidad viviente que se encuentra en este mundo material, incluso los semidioses, es manejada por las tres modalidades de la naturaleza material y, por lo tanto, las cualidades de la ignorancia y la pasión son muy resaltantes en el mundo material. Aquellos devotos que les piden bendiciones a los semidioses, se encuentran también infectados por las cualidades materiales, especialmente la pasión y la ignorancia. Por lo tanto, el Señor Śrī Kṛṣṇa ha declarado en el Bhagavad-gītā que el pedir y recibir bendiciones de los semidioses es poco inteligente, pues cuando uno pide bendiciones a los semidioses, los resultados de esas bendiciones son temporales. Es fácil conseguir opulencia material mediante la adoración de los semidioses, pero el resultado es algunas veces desastroso. Por ello, las bendiciones que se obtienen de los semidioses son apreciadas por la clase de hombres poco inteligentes. Las personas que obtienen bendiciones de los semidioses, gradualmente se envanecen con su opulencia material, y gradualmente van desatendiendo a sus benefactores.


Śukadeva Gosvāmī le habló al rey Parīkṣit de la siguiente manera: «Mi querido rey, el Señor Brahmā, el Señor Viṣṇu y el Señor Śiva, el trío principal de la creación material, pueden bendecir o maldecir a cualquier persona. De este trío, el Señor Brahmā y el Señor Śiva se satisfacen muy fácilmente y al mismo tiempo se enojan muy fácilmente. Cuando están satisfechos, dan bendiciones sin consideración alguna, y cuando están furiosos, maldicen al devoto sin consideración alguna. Pero el Señor Viṣṇu no es así. El Señor Viṣṇu es muy considerado. Siempre que un devoto quiere algo del Señor Viṣṇu, el señor Viṣṇu en primer lugar considera si esa bendición será en fin de cuentas buena para el devoto. El Señor Viṣṇu nunca otorga ninguna bendición que en fin de cuentas le resulte desastrosa al devoto. Por Su naturaleza trascendental, Él siempre es misericordioso; así pues, antes de dar bendición alguna, Él considera si esta resultará ser beneficiosa para el devoto. Como la Suprema Personalidad de Dios siempre es misericordioso, incluso cuando parece que hubiera matado a un demonio, o incluso cuando aparentemente se enoja con un devoto, Sus acciones siempre son auspiciosas. Por lo tanto, la Suprema Personalidad de Dios es conocido como plenamente bueno. Todo lo que Él hace es bueno.


En cuanto a las bendiciones que dan semidioses como el Señor Śiva, existe el siguiente incidente histórico que citan los grandes sabios. Una vez, el Señor Śiva, después de bendecir a un demonio llamado Vṛkāsura, el hijo de Śakuni, se vio atrapado en una situación muy peligrosa. Vṛkāsura buscaba una bendición, y trataba de decidir a cuál de las tres deidades regentes debía adorar para obtenerla. Mientras tanto, ocurrió que se encontró al gran sabio Nārada, y consultó con él a quién debía acercarse para conseguir resultados rápidos de su austeridad. Él preguntó: «De las tres deidades, es decir, el Señor Brahmā, el Señor Viṣṇu y el Señor Śiva, ¿cuál se satisface más rápidamente?». Nārada pudo darse cuenta del plan del demonio, y le aconsejó: «Lo más prudente sería adorar al Señor Śiva; así conseguirás rápidamente el resultado deseado. El Señor Śiva se complace muy rápidamente y también se desagrada muy rápidamente. Así que trata de complacer al Señor Śiva». Nārada también citó ejemplos según los cuales demonios como Rāvaṇa y Bāṇāsura se habían enriquecido con grandes opulencias, tan solo por satisfacer al Señor Śiva con oraciones. Como el gran sabio Nārada estaba consciente de la naturaleza del demonio Vṛkāsura, no le aconsejó que se acercara a Viṣṇu ni al Señor Brahmā. Las personas como Vṛkāsura, que se encuentran bajo la modalidad material de la ignorancia, no pueden perseverar en la adoración de Viṣṇu.


Después de recibir la instrucción de Nārada, el demonio Vṛkāsura fue a Kedāranātha. El lugar de peregrinaje de Kedāranātha aún existe cerca de Cachemira. Casi siempre se encuentra cubierto de nieve, pero parte del año, durante el mes de julio, es posible ver a la deidad, y los devotos van allí a ofrecer sus respetos. Kedāranātha es para los devotos del Señor Śiva. De acuerdo con un principio védico, cuando a las deidades se les ofrece algo de comer se les ofrece en un fuego. De manera que, en toda clase de ceremonias se requiere de un sacrificio de fuego. En los śāstras se afirma específicamente que a los dioses hay que ofrecerles la comida a través del fuego. El demonio Vṛkāsura fue, pues, a Kedāranātha, y encendió un fuego de sacrificio para complacer al Señor Śiva.


Después de encender el fuego en el nombre de Śiva, comenzó a ofrecer su propia carne, cortándola de su cuerpo, de manera de complacer al Señor Śiva. He ahí un ejemplo de adoración bajo la modalidad de la ignorancia. En el Bhagavad-gītā, se mencionan diferentes tipos de sacrificio. Algunos sacrificios se encuentran bajo la modalidad de la bondad, algunos se encuentran bajo la modalidad de la pasión, y otros se encuentran bajo la modalidad de la ignorancia. Existen diferentes clases de tapasya y de adoración, debido a que existen diferentes clases de personas en este mundo. Pero el tapasya máximo, el cultivo de conciencia de Kṛṣṇa, es el yoga más elevado y el más elevado sacrificio. Como se confirma en el Bhagavad-gītā, el yoga más elevado es pensar siempre en el Señor Kṛṣṇa que se encuentra en el corazón, y el sacrificio más elevado es realizar el saṅkīrtana-yajña.


En el Bhagavad-gītā se declara que los adoradores de los semidioses han perdido su inteligencia. Como se revelará luego en este capítulo, Vṛkāsura quería satisfacer al Señor Śiva en pos de un objetivo materialista de tercera clase, temporal y carente de verdadero beneficio. Los asuras, o personas que se encuentran bajo la modalidad de la ignorancia, habrán de aceptar esas bendiciones de los semidioses. En completo contraste con ese sacrificio que está bajo las modalidades de la ignorancia, el proceso de arcanā-viddhi, de adoración del Señor Viṣṇu, o Kṛṣṇa, es muy sencillo. El Señor Kṛṣṇa dice en el Bhagavad-gītā que Él acepta de Su devoto hasta una pequeña fruta, una flor o un poco de agua, que cualquier persona, pobre o rica, puede reunir. Desde luego, se supone que aquellos que son ricos no van a ofrecerle al Señor solo un poquito de agua, un pedacito de fruta o una hojita. Un hombre rico debe de ofrecer de acuerdo con su posición, pero si ocurre que el devoto es un hombre muy pobre, el Señor aceptará incluso la ofrenda más escasa. La adoración del Señor Viṣṇu o Kṛṣṇa es muy sencilla, y cualquier persona de este mundo puede ejecutarla. Pero la adoración que se encuentra bajo la modalidad de la ignorancia, como lo exhibió Vṛkāsura, no solo es muy difícil y dolorosa, sino que además es una inútil pérdida de tiempo. Por lo tanto, el Bhagavad-gītā dice que los adoradores de los semidioses están desprovistos de inteligencia; su proceso de adoración es muy difícil y, al mismo tiempo, el resultado obtenido es fluctuante y temporal.


Si bien Vṛkāsura continuó su sacrificio durante seis días, no obstante no pudo ver personalmente al Señor Śiva, lo cual era su objetivo; él quería verlo cara a cara y pedirle una bendición. He ahí otro contraste entre un demonio y un devoto. Un devoto confía en que el Señor acepta todo lo que él le ofrece a la Deidad mediante servicio devocional pleno; pero un demonio quiere ver cara a cara a su deidad venerable, de manera de poder recibir directamente la bendición. Sin embargo, un devoto no adora a Viṣṇu o al Señor Kṛṣṇa por bendición alguna. En consecuencia, el devoto recibe el nombre de akāma, libre de deseos, y un no devoto recibe el nombre de sarva-kāma, o «que todo lo desea». El séptimo día el demonio Vṛkāsura decidió que debía cortarse la cabeza y ofrecerla para satisfacer al Señor Śiva. Así pues, se bañó en un lago cercano, y sin secarse el cuerpo ni el cabello, se dispuso a cortarse la cabeza. De acuerdo con el sistema védico, el animal que va a ofrecerse en sacrificio tiene que primero ser bañado y mientras se encuentra húmedo, es sacrificado. Cuando el demonio se estaba disponiendo así a cortarse la cabeza, el Señor Śiva sintió mucha compasión. Pero esa compasión es un síntoma de la cualidad de la bondad. El Señor Śiva recibe el nombre de triliṅga. Por consiguiente, el hecho de que él exhibiera una naturaleza compasiva, es un signo de la cualidad de la bondad. Sin embargo, esa compasión se encuentra presente en toda entidad viviente. La compasión del Señor Śiva se despertó, debido a que el demonio estaba ofreciendo su carne al fuego del sacrificio. Esa es una compasión natural. Incluso si un hombre común ve a alguien que se dispone a suicidarse, es su deber tratar de salvarlo. Él lo hace automáticamente. No hay que suplicárselo. Así pues, cuando el Señor Śiva salió del fuego para evitar que el demonio se suicidara, no era por hacerle un gran favor.


Gracias al toque del Señor Śiva, el demonio se salvó del suicidio, sus heridas corporales sanaron de inmediato, y su cuerpo se volvió como antes. Luego, el Señor Śiva le dijo al demonio: «Mi querido Vṛkāsura, no tienes que cortarte la cabeza. Puedes pedirme cualquier bendición que desees, y yo habré de cumplir tu deseo. No sé por qué querías cortarte la cabeza para satisfacerme. Yo me satisfago incluso con un ofrecimiento de un poco de agua». De hecho, de acuerdo con el proceso védico, el śiva-liṅga del templo, o la forma del Señor Śiva que se encuentra en el templo, se adora simplemente ofreciendo agua del Ganges, pues se dice que el Señor Śiva se complace grandemente cuando se derrama agua del Ganges en su cabeza. Por lo general, los devotos ofrecen agua del Ganges y las hojas del árbol bilva, que están destinadas especialmente a ser ofrecidas al Señor Śiva y a la diosa Durgā. La fruta de ese árbol también se le ofrece al Señor Śiva. El Señor Śiva le aseguró a Vṛkāsura que él se satisface con un muy sencillo proceso de adoración. Entonces, ¿por qué estaba tan ansioso de cortar su cabeza, y por qué soportaba tantas molestias, cortando su cuerpo en pedazos y ofreciéndolo al fuego? No había necesidad de esas penitencias tan severas. Aun así, por compasión y lástima, el Señor Śiva se dispuso a darle cualquier bendición que quisiera.


Cuando el Señor Śiva le ofreció al demonio esa facilidad, este pidió una bendición muy temible y abominable. El demonio era muy pecador y las personas pecadoras no saben qué clase de bendición debe pedírsele a la deidad. Por lo tanto, él le pidió al Señor Śiva que lo bendijera con un poder tal, que tan pronto como él tocara la cabeza de alguien, esta de inmediato se rajara, y la persona se muriera. El Bhagavad-gītā describe a los demonios como duṣkṛtīs o herejes. Kṛtī significa «muy meritorio», pero cuando se le añade duṣ, significa «abominable». Los duṣkṛtīs, en vez de rendirse a la Suprema Personalidad de Dios, adoran a diferentes semidioses para conseguir abominables beneficios materiales. Algunas veces esos demonios, en la forma de científicos materiales, descubren armas letales. Ellos no pueden mostrar su meritorio poder mediante el descubrimiento de algo que pueda salvar al hombre de la muerte; en vez de ello, descubren armas que aceleran el proceso de la muerte. Debido a que el Señor Śiva es lo suficientemente poderoso como para dar cualquier bendición, el demonio podía haberle pedido algo que fuera beneficioso para la sociedad humana; pero por su interés personal pidió que todo aquel cuya cabeza fuera tocada por su mano, muriera de inmediato.

El Señor Śiva pudo darse cuenta de las intenciones del demonio, y lamentó mucho el haberle asegurado darle cualquier bendición que quisiera. Él no se retractaría de su promesa, pero lamentaba mucho en su corazón que tuviera que darle una bendición tan peligrosa para la sociedad humana. Se dice que los demonios son duṣkṛtīs, herejes, pues si bien tienen la capacidad intelectual y mérito, utilizan el mérito y la capacidad intelectual para llevar a cabo actividades abominables. Algunas veces, por ejemplo, los demonios materialistas descubren un arma letal. La investigación científica que ha de llevarse a cabo para un descubrimiento así, requiere ciertamente de un cerebro muy bueno, pero en vez de descubrir algo que sea beneficioso para la sociedad humana, descubren algo que acelera la muerte que todo hombre ya tiene asegurada. De forma similar, Vṛkāsura, en vez de pedirle al Señor Śiva algo que fuera beneficioso para la sociedad humana, le pidió algo que era muy peligroso para ella. Por lo tanto, el Señor Śiva se lamentó mucho en su fuero interno. Sin embargo, los devotos de la Personalidad de Dios nunca le piden ninguna bendición al Señor Viṣṇu o Kṛṣṇa, e incluso si le piden algo al Señor, no es absoluto peligroso para la sociedad humana. Esa es la diferencia entre los demonios y los devotos, o los adoradores del Señor Śiva y los adoradores del Señor Viṣṇu.


Mientras Śukadeva Gosvāmī narraba esta historia de Vṛkāsura, le habló a Mahārāja Parīkṣit llamándolo Bhārata, aludiendo al hecho de que el rey Parīkṣit había nacido en una familia de devotos. El Señor Kṛṣṇa salvó a Mahārāja Parīkṣit mientras este se encontraba en el vientre de su madre. De forma similar, él pudo haberle pedido al Señor Kṛṣṇa que lo salvara de la maldición del brāhmaṇa, pero no lo hizo. El demonio, no obstante, quiso volverse inmortal, dándoles muerte a todos con el toque de su mano. El Señor Śiva pudo darse cuenta de eso, pero debido a que había hecho una promesa, le dio la bendición.


Sin embargo, como el demonio era muy pecador, de inmediato decidió que usaría la bendición para matar al Señor Śiva y llevarse a Gaurī (Pārvatī) para su propio disfrute personal. Él de inmediato decidió colocar su mano en la cabeza del Señor Śiva. Así pues, el Señor Śiva fue puesto en una situación difícil, pues peligraba por la bendición que él mismo le había dado a un demonio. Ese es también otro ejemplo de un devoto materialista que hace un mal uso de un poder obtenido de los semidioses.


Sin deliberarlo más, el demonio Vṛkāsura se acercó de inmediato al Señor Śiva con la intención de colocar su mano en la cabeza del Señor Śiva. El Señor Śiva le temió tanto, que su cuerpo tembló, y comenzó a huir de la tierra al cielo y del cielo a otros planetas, hasta que llegó a los límites del universo, por encima de los sistemas planetarios superiores. El Señor Śiva huía de un lugar a otro, pero el demonio Vṛkāsura continuaba persiguiéndolo. Las deidades regentes de los otros planetas, como Brahmā, Indra, Candra, no podían encontrar ninguna manera de salvar al Señor Śiva del inminente peligro. Dondequiera que el Señor Śiva llegaba, se quedaban callados.


Finalmente el Señor Śiva se acercó al Señor Viṣṇu, quien se encuentra dentro de este universo en el planeta conocido como Śvetadvīpa. Śvetadvīpa es el planeta Vaikuṇṭha local que se encuentra más allá de la jurisdicción de la influencia de la energía externa. El Señor Viṣṇu, en Su aspecto omnipresente, permanece en todas partes, pero dondequiera que Él se encuentra personalmente, la atmósfera es la de Vaikuṇṭha. En el Bhagavad-gītā se afirma que el Señor permanece dentro del corazón de todas las entidades vivientes. Así pues, el Señor permanece dentro del corazón de muchas entidades vivientes de bajo nacimiento, pero eso no significa que Él es de bajo nacimiento. Cualquier lugar donde Él permanece se transforma en Vaikuṇṭha. Así que el planeta conocido como Śvetadvīpa, que se encuentra dentro de este universo, es también Vaikuṇṭhaloka. Se dice en los śāstras, que las residencias que se encuentran en el bosque están bajo la modalidad de la bondad, las residencias que se encuentran en las grandes ciudades, pueblos y aldeas están bajo la modalidad de la pasión, y las residencias que se encuentran en una atmósfera donde predomina la entrega a las cuatro actividades pecaminosas —vida sexual ilícita, consumo de drogas, consumo de carne y juegos de azar— están bajo la modalidad de la ignorancia. Pero las residencias que se encuentran en un templo de Viṣṇu, el Señor Supremo, están en Vaikuṇṭha. No importa dónde se encuentre situado el templo, pero el templo en sí, dondequiera que esté, es Vaikuṇṭha. De forma similar, el planeta Śvetadvīpa, si bien se encuentra dentro de la jurisdicción material, es Vaikuṇṭha.


El Señor Śiva entró finalmente en Śvetadvīpa Vaikuṇṭha. En Śvetadvīpa hay grandiosas personas santas que se encuentran completamente libres de la naturaleza envidiosa del mundo material, y se encuentran más allá de la jurisdicción de los cuatro principios de las actividades materiales, es decir, la religiosidad, el desarrollo económico, la complacencia sensual y la liberación. Todo aquel que entra en ese planeta Vaikuṇṭha, nunca regresa de nuevo a este mundo material. El Señor Nārāyaṇa es célebre como amante de Sus devotos, y tan pronto como se dio cuenta de que el Señor Śiva se encontraba en un gran peligro, apareció como un brahmacārī, y se acercó personalmente al Señor Śiva, desde un lugar distante, para recibirlo. El Señor apareció como un brahmacārī perfecto, con un cinturón alrededor de Su cintura, con un cordón sagrado, con una piel de venado, una vara de brahmacārī y unas cuentas de raudra. (Las cuentas de raudra son diferentes de las cuentas de tulasī. Los devotos del Señor Śiva usan cuentas de raudra). El Señor Nārāyaṇa se encontraba de pie ante el Señor Śiva, vestido como un brahmacārī. La refulgencia brillante que emanaba de Su cuerpo atrajo no solo al Señor Śiva, sino también al demonio Vṛkāsura.


El Señor Nārāyaṇa le ofreció Sus respetos y reverencias a Vṛkāsura, tan solo para atraer su atención y ganar su simpatía. Deteniendo así al demonio, el Señor le habló de la siguiente manera: «Mi querido hijo de Śakuni, pareces muy cansado, como si vinieras de un lugar muy lejano. ¿Qué deseas?, ¿por qué has venido desde tan lejos? Veo que estás muy cansado y fatigado, así que te pido que tomes un pequeño descanso. No debes cansar tu cuerpo sin razón alguna. Todos aprecian grandemente su cuerpo, debido a que solo con ese cuerpo puede uno cumplir todos los deseos de su mente. Por lo tanto, no debemos molestar este cuerpo sin razón».


El brahmacārī le habló a Vṛkāsura refiriéndose a él como el hijo de Śakuni, tan solo para convencerlo de que su padre Śakuni lo conocía a Él. Vṛkāsura creyó entonces que el brahmacārī era alguien conocido por su familia y, en consecuencia, le agradaron Sus palabras, que expresaban simpatía. Antes de que el demonio pudiera argüir que no tenía tiempo de descansar, el Señor comenzó a informarle de la importancia del cuerpo, y el demonio se convenció. Todos los hombres, especialmente un demonio, consideran que su cuerpo es algo muy importante. Así pues, Vṛkāsura se convenció de la importancia de su cuerpo.


Luego, tan solo para tranquilizar al demonio, el brahmacārī le dijo: «Mi querido señor, si tú crees que puedes revelar la misión por la cual te has tomado la molestia de venir aquí, quizás Yo pueda ayudarte de manera que tu objetivo se logre con facilidad». Indirectamente, el Señor le informó que debido a que Él es el Brahman supremo, con toda seguridad podría ajustar la difícil situación creada por el Señor Śiva.


El demonio se tranquilizó grandemente con las dulces palabras del Señor Nārāyaṇa en la forma de un brahmacārī, y finalmente reveló todo lo que había ocurrido en relación con la bendición que ofreciera el Señor Śiva. El Señor le respondió al demonio de la siguiente manera: «Yo Mismo no puedo creer que el Señor Śiva te haya dado en verdad una bendición así. Hasta donde Yo sé, el Señor Śiva no está cuerdo. Él tuvo una pelea con su suegro Dakṣa, y recibió la maldición de volverse un piśāca (fantasma). Así pues, él se ha vuelto el líder de los fantasmas y duendes. Por lo tanto, Yo no puedo dar fe alguna a sus palabras. Pero si aún tú tienes fe en las palabras del Señor Śiva, Mi querido rey de los demonios, entonces, ¿por qué no haces una prueba poniendo tu mano en tu cabeza? Si la bendición resulta ser falsa, entonces puedes matar de inmediato a ese mentiroso Señor Śiva, de manera que en el futuro no se atreva a repartir bendiciones falsas».


De esa manera, mediante las dulces palabras del Señor Nārāyaṇa y la expansión de Su ilusión superior, el demonio quedó engañado, y de hecho olvidó el poder del Señor Śiva y su bendición. Él fue así muy fácilmente persuadido de poner su mano en su propia cabeza. Tan pronto como el demonio hizo eso, su cabeza se rajó, como si hubiera sido herida por un rayo, y él murió de inmediato. Los semidioses del cielo comenzaron a derramar lluvias de flores sobre el Señor Nārāyaṇa, alabándolo con todas las glorias y pleno agradecimiento, y le ofrecieron sus reverencias al Señor. Ante la muerte del Vṛkāsura, todos los habitantes de los sistemas planetarios superiores, es decir, los semidioses, los pitās, Gandharvas y los habitantes de Janaloka, comenzaron a derramar lluvias de flores sobre la Personalidad de Dios.


Así pues, el Señor Viṣṇu, con la forma de un brahmacārī, liberó al Señor Śiva del inminente peligro, y salvó toda la situación. El Señor Nārāyaṇa le informó entonces al Señor Śiva, que ese demonio, Vṛkāsura, fue matado como resultado de sus actividades pecaminosas. Él fue especialmente pecador y ofensivo por querer hacer experimentos con su propio amo, el Señor Śiva. El Señor Nārāyaṇa le dijo al Señor Śiva: «Mi querido señor, una persona que les hace una ofensa a las grandes almas, no puede continuar existiendo. Sus propias actividades pecaminosas lo aniquilan, y eso es indudablemente cierto en el caso de este demonio, que ha realizado un acto tan ofensivo contra ti».


Así pues, por la gracia de la Suprema Personalidad de Dios, Nārāyaṇa, quien es trascendental a todas las cualidades materiales, el Señor Śiva se salvó de ser matado por un demonio. Todo aquel que oiga esta historia con fe y devoción, se libera sin duda del enredo material, así como de las garras de sus enemigos.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo octogésimo octavo del libro Kṛṣṇa, titulado: «La salvación del Señor Śiva».

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