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Text 12

sarvartu-sarva-vibhava-
puṇya-vṛkṣa-latāśramaiḥ
udyānopavanārāmair
vṛta-padmākara-śriyam

sarva—todas; ṛtu—estaciones; sarva—todas; vibhava—opulencias; puṇya—piadosos; vṛkṣa—árboles; latā—enredaderas; āśramaiḥ—con ermitas; udyāna—huertos; upavana—jardines de flores; ārāmaiḥ—jardines de recreo y hermosos parques; vṛta—rodeados de; padma-ākara—los lugares donde nacen los lotos, o bellos estanques de agua; śriyam—aumentando la belleza.

La ciudad de Dvārakā Purī estaba repleta de las opulencias de todas las estaciones. Había ermitas, huertos, jardines de flores, parques, y estanques de agua en los que las flores de loto brotaban por todas partes.

SIGNIFICADO: La perfección de la civilización humana se logra mediante el uso debido de los regalos de la naturaleza. Como observamos aquí, en la descripción de la opulencia de Dvārakā, la ciudad estaba rodeada de jardines de flores y huertos frutales, junto con estanques de agua en los que crecían lotos. No se hace mención de molinos y fábricas mantenidos por mataderos, que son los elementos indispensables de la metrópoli moderna. La propensión a utilizar los regalos de la naturaleza aún existe, incluso en el corazón del hombre civilizado moderno. Los líderes de la civilización moderna seleccionan su propia residencia en un lugar en el que haya esos jardines y estanques de belleza natural, pero dejan al hombre común residiendo en áreas congestionadas, sin parques ni jardines. Aquí, por supuesto, encontramos una descripción diferente de la ciudad de Dvārakā. Se sabe que todo el dhāma, o zona residencial, estaba rodeado de esa clase de jardines y parques, con estanques de agua en los que crecían lotos. Se sabe, también, que toda la gente dependía de los regalos de la naturaleza en la forma de frutas y flores, sin empresas industriales que promovieran como lugares residenciales sucias casuchas y tugurios. El avance de la civilización se juzga no por el crecimiento de molinos y fábricas que deterioran los más hermosos instintos del ser humano, sino por el desarrollo de los poderosos instintos espirituales de los seres humanos, y por la oportunidad que se les da a estos de ir de vuelta a Dios. El desarrollo de fábricas y molinos se denomina ugra-karma, o conjunto de actividades acres, y dichas actividades deterioran los sentimientos más sublimes del ser humano y de la sociedad, para crear un antro de demonios.

Aquí encontramos mención de árboles piadosos que producen flores y frutas de la estación. Los árboles impíos forman solo junglas inútiles, y únicamente se les puede utilizar para proveer de leña. En la civilización moderna, esos árboles impíos se plantan a los lados de las carreteras. La energía humana debe ser bien utilizada, empleándola en el desarrollo de los sentidos superiores para la comprensión espiritual, que es donde radica la solución de la vida. Frutas, flores, hermosos jardines, parques y estanques de agua con patos y cisnes que juegan en medio de flores de loto, y vacas que dan suficiente leche y mantequilla, son elementos esenciales para desarrollar los tejidos más finos del cuerpo humano. En oposición a esto, los calabozos constituidos por las minas, fábricas y talleres, hacen que se desarrollen propensiones demoníacas en la clase trabajadora. Los intereses creados prosperan a costa de la clase trabajadora, y, en consecuencia, se producen entre ellos fuertes choques de muchísimas maneras. La descripción de Dvārakā-dhāma presenta el ideal de la civilización humana.

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