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Text 19

vāramukhyāś ca śataśo
yānais tad-darśanotsukāḥ
lasat-kuṇḍala-nirbhāta-
kapola-vadana-śriyaḥ

vāramukhyāḥ—prostitutas bien conocidas; ca—y; śataśaḥ—cientos de; yānaiḥ—por vehículos; tat-darśana—para reunirse con Él (el Señor Śrī Kṛṣṇa); utsukāḥ—muy ansiosas; lasat—colgados; kuṇḍala—pendientes; nirbhāta—deslumbrantes; kapola—frente; vadana—cara; śriyaḥ—belleza.

Al mismo tiempo, muchos cientos de prostitutas bien conocidas comenzaron a desplazarse en diversos vehículos. Todas estaban muy ansiosas de encontrarse con el Señor, y sus hermosas caras estaban adornadas con pendientes deslumbrantes, que realzaban la belleza de sus frentes.

SIGNIFICADO: No debemos odiar ni siquiera a las prostitutas, si estas son devotas del Señor. Incluso hasta la fecha, en grandes ciudades de la India hay muchas prostitutas que son sinceras devotas del Señor. Por trucos del destino puede que alguien se vea obligado a adoptar una profesión que no es muy bien vista en la sociedad, pero eso no impide a uno ejecutar servicio devocional para el Señor. El servicio devocional que se le presta al Señor es incontenible en todas las circunstancias. De aquí se infiere que incluso en aquellos días —hace unos cinco mil años— había prostitutas en una ciudad como Dvārakā, en la que residía el Señor Kṛṣṇa. Esto significa que las prostitutas son ciudadanas necesarias para el buen mantenimiento de la sociedad. El gobierno abre expendios de vino, pero eso no significa que el gobierno fomente el beber vino. Lo que ocurre es que hay una clase de hombres que beberán a toda costa, y se sabe por experiencia que en las grandes ciudades la ley seca incitó al tráfico ilícito de vino. De igual modo, los hombres que no están satisfechos en el hogar requieren de esas concesiones, y si no hay prostitutas, esos hombres bajos inducirán a otras mujeres a que se prostituyan. Es mejor que haya prostitutas disponibles en el mercado, de manera que pueda mantenerse la santidad de la sociedad. Es mejor mantener una clase de mujeres como prostitutas, antes que fomentar la aparición de prostitutas dentro de la sociedad. La verdadera reforma consiste en iluminar a toda la gente para que se convierta en devota del Señor, y eso pondrá freno a toda clase de factores deterioradores que haya en la vida.

Śrī Bilvamaṅgala Ṭhākura, un gran ācārya de la secta vaiṣṇava Viṣṇusvāmī, en su época de casado estaba excesivamente apegado a una prostituta que resultaba ser devota del Señor. Una noche, cuando el Ṭhākura fue a la casa de Cintāmaṇi bajo torrentes de lluvia y truenos, Cintāmaṇi se asombró de ver cómo el Ṭhākura había logrado llegar en una noche tan espantosa, después de atravesar un agitado río lleno de olas. Ella le dijo a Ṭhākura Bilvamaṅgala que la atracción que él sentía por la carne y los huesos de una insignificante mujer como ella, sería debidamente utilizada si pudiera dirigirse hacia el servicio devocional del Señor, para lograr ser atraído por la belleza trascendental del Señor. Fue un momento crítico para el Ṭhākura, y él dio un vuelco hacia la comprensión espiritual gracias a las palabras de una prostituta. Más adelante, el Ṭhākura aceptó a la prostituta en calidad de maestro espiritual, y en diversos lugares de sus obras literarias ha glorificado el nombre de Cintāmaṇi, quien lo trajo al buen camino.

En el Bhagavad-gītā (9.32), el Señor dice: «¡Oh, hijo de Pṛthā!, hasta los caṇḍālas de bajo nacimiento y aquellos que han nacido en una familia de no creyentes, e incluso las prostitutas, alcanzarán la perfección de la vida si se refugian en el servicio devocional puro que se Me presta a Mí, porque en el sendero del servicio devocional un nacimiento u ocupación degradados no constituyen impedimento alguno. El sendero está abierto para todo aquel que acceda a seguirlo».

Parece ser que las prostitutas de Dvārakā, que estaban tan ansiosas de encontrarse con el Señor, eran todas Sus devotas puras y, así pues, todas ellas se hallaban en el sendero de la salvación, según el veredicto anterior del Bhagavad-gītā. Por consiguiente, la única reforma necesaria en la sociedad es la de hacer un esfuerzo organizado para convertir a los ciudadanos en devotos del Señor, y, de ese modo, todas las buenas cualidades de los ciudadanos del cielo se apoderarán de ellos por su propia cuenta. En cambio, aquellos que no son devotos no tienen ninguna cualidad en absoluto, por muy adelantados que estén en el sentido material. La diferencia entre ellos es que los devotos del Señor se encuentran en la senda de la liberación, mientras que los no devotos se encuentran en la senda de un enredo adicional en el cautiverio material. El criterio para juzgar el adelanto de la civilización es si la gente está o no educada y adelantada en lo referente a la senda de la salvación.

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