Text 15
abibhrad aryamā daṇḍaṁ
yathāvad agha-kāriṣu
yāvad dadhāra śūdratvaṁ
śāpād varṣa-śataṁ yamaḥ
abibhrat—administró; aryamā—Aryamā; daṇḍam—castigo; yathāvat—como correspondía; agha-kāriṣu—a personas que habían cometido pecados; yāvat—mientras; dadhāra—aceptó; śūdratvam—el cuerpo de un śūdra; śāpāt—como resultado de una maldición; varṣa-śatam—durante cien años; yamaḥ—Yamarāja.
Mientras Vidura hacía el papel de un śūdra por la maldición de Maṇḍūka Muni, Aryamā desempeñaba el cargo de Yamarāja para castigar a aquellos que habían realizado actos pecaminosos.
SIGNIFICADO: Vidura, que había nacido en el vientre de una mujer śūdra, incluso tenía prohibido participar de la herencia real como sus hermanos Dhṛtarāṣṭra y Pāṇḍu. Entonces, ¿cómo podía ocupar la posición de predicador para instruir a reyes y kṣatriyas tan cultos como Dhṛtarāṣṭra y Mahārāja Yudhiṣṭhira? La primera respuesta es que, pese a que se acepta que era un śūdra de nacimiento, como había renunciado al mundo para recibir la iluminación espiritual mediante la autoridad de Ṛṣi Maitreya, y como este lo había educado a fondo en lo referente al conocimiento trascendental, era muy competente para ocupar el puesto de ācārya, o preceptor espiritual. De acuerdo con Śrī Caitanya Mahāprabhu, cualquiera que esté versado en el conocimiento trascendental, o la ciencia de Dios, ya sea un brāhmaṇa o un śūdra, un casado o un sannyāsī, es digno de convertirse en maestro espiritual. Incluso en los códigos morales ordinarios (sostenidos por Cāṇakya Paṇḍita, el gran político y moralista), se indica que no hay nada de malo en recibir lecciones impartidas por una persona que, por nacimiento, pudiera ser menos que un śūdra. Esa es una parte de la respuesta. La otra parte es que Vidura no era de hecho un śūdra. Él tenía que hacer el papel de un supuesto śūdra durante cien años, por una maldición de Maṇḍūka Muni. Él era la encarnación de Yamarāja, uno de los doce mahājanas, encontrándose al nivel de personalidades tan excelsas como Brahmā, Nārada, Śiva, Kapila, Bhīṣma, Prahlāda, etc. En su carácter de mahājana, Yamarāja tiene el deber de predicarle a la gente del mundo el culto de la devoción, tal como lo hacen Nārada, Brahmā y otros mahājanas. Pero Yamarāja siempre está ocupado en su reino infernal, castigando a los ejecutores de actos pecaminosos. Yamarāja es asignado por el Señor a un planeta determinado que queda a unos cientos de miles de kilómetros del planeta Tierra, y, después de que las almas corruptas mueren, las lleva allá y las condena en función de sus respectivas actividades pecaminosas. Así pues, Yamarāja tiene muy poco tiempo para ausentarse de su muy responsable cargo de castigar a los malhechores. Hay más malhechores que hombres rectos. Por consiguiente, Yamarāja tiene que hacer más trabajo que otros semidioses, que también son agentes autorizados del Señor Supremo. Pero él quería predicar las glorias del Señor, y, en consecuencia y por la voluntad del Señor, Maṇḍūka Muni lo maldijo, para que tuviera que venir al mundo en la encarnación de Vidura y tuviera que trabajar muy duro como un gran devoto. Esa clase de devoto no es ni śūdra ni brāhmaṇa. Él es trascendental a esas divisiones de la sociedad mundana, de la misma manera en que la Personalidad de Dios asume Su encarnación de cerdo, pero no es ni un cerdo ni un Brahmā. Él está por encima de todas las criaturas mundanas. A veces, para rescatar a las almas condicionadas, el Señor y Sus diferentes devotos autorizados tienen que hacer el papel de muchas criaturas inferiores; pero tanto el Señor como Sus devotos puros están siempre en la posición trascendental. Cuando Yamarāja se encarnó, pues, como Vidura, su cargo lo desempeñó Aryamā, uno de los muchos hijos de Kaśyapa y Aditi. Los Ādityas son hijos de Aditi, y hay doce de ellos. Aryamā es uno de los doce Ādityas y, por ende, le fue muy posible ocuparse del puesto de Yamarāja durante los cien años de la ausencia de este en la forma de Vidura. La conclusión es que Vidura nunca fue un śūdra, sino que, por el contrario, era más eminente que el tipo más puro de brāhmaṇa.