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Texts 10-11

yasya rāṣṭre prajāḥ sarvās
trasyante sādhvy asādhubhiḥ
tasya mattasya naśyanti
kīrtir āyur bhago gatiḥ

eṣa rājñāṁ paro dharmo
hy ārtānām ārti-nigrahaḥ
ata enaṁ vadhiṣyāmi
bhūta-druham asattamam


yasya—aquel que; rāṣṭre—en el Estado; prajāḥ—seres vivientes; sarvāḥ—absolutamente todos; trasyante—están aterrados; sādhvi—¡oh, tú, que eres casta!; asādhubhiḥ—por los herejes; tasya—su; mattasya—de los engañados; naśyanti—desaparece; kīrtiḥ—fama; āyuḥ—la duración de la vida; bhagaḥ—fortuna; gatiḥ—buen nacimiento; eṣaḥ—estos son; rājñām—de los reyes; paraḥ—superior; dharmaḥ—ocupación; hi—ciertamente;ārtānām—de los que sufren; ārti—sufrimientos; nigrahaḥ—subyugando; ataḥ—por lo tanto; enam—este hombre; vadhiṣyāmi—he de matar; bhūta-druham—insurrecto que se opone a otros seres vivos; asat-tamam—el muy despreciable.


¡Oh, tú, que eres casta!, el buen nombre del rey, la duración de su vida y su buen nacimiento futuro desaparecen, cuando en su reino los malvados aterrorizan a toda clase de seres vivientes. El rey tiene sin duda el deber fundamental de mitigar primero los sufrimientos de aquellos que sufren. Por lo tanto, debo matar a este hombre tan despreciable, ya que es violento con otros seres vivientes.


SIGNIFICADO: Cuando en una aldea o en un pueblo hay alguna perturbación causada por animales salvajes, la policía u otras personas toman medidas para matarlos. De modo similar, el gobierno tiene el deber de matar cuanto antes a todos los elementos sociales malos, tales como los ladrones, los dacoits* y los asesinos. El mismo castigo se les debe imponer también a los que matan animales, porque los animales del Estado también son el prajāPrajā significa «aquel que ha nacido en el Estado», y esto incluye tanto a los hombres como a los animales. Cualquier ser viviente que nace en un Estado tiene el derecho primordial de vivir bajo la protección del rey. Los animales de la selva también dependen del rey, y también tienen el derecho de vivir. Así que, con mayor razón, animales domésticos tales como las vacas y los toros.


Cualquier ser viviente que aterrorice a otros es un sujeto de lo más despreciable, y el rey debe matar de inmediato a semejante elemento perturbador. Así como se mata al animal salvaje cuando ocasiona disturbios, de igual forma cualquier hombre que sin razón mata o aterroriza a los animales de la selva o a otros animales, debe ser castigado de inmediato. Por ley del Señor Supremo, todos los seres vivos, sea cual fuere la forma que tengan, son los hijos del Señor, y nadie tiene ningún derecho de matar a un animal, a menos que lo ordenen así los códigos de la ley natural. El tigre puede matar a un animal inferior para su subsistencia, pero el hombre no puede matar a un animal para la suya. Esa es la ley de Dios, quien ha creado la ley para que un ser viviente subsista de comerse a otro. Así pues, los vegetarianos también viven de comerse a otros seres vivientes. Por lo tanto, la ley dice que uno debe vivir únicamente de comer a ciertos seres vivientes específicos, como lo ordena la ley de Dios. El Īśopaniṣad indica que uno debe vivir de acuerdo con las instrucciones del Señor, y no como se le antoje. El hombre puede subsistir a base de diferentes variedades de granos, frutas y leche que ordena Dios, y no hay necesidad de carne animal, más que en ciertos casos particulares.


El rey o mandatario engañado, aunque a veces se lo anuncie como un gran filósofo y erudito, permitirá en el Estado la existencia de mataderos, sin saber que la tortura de los pobres animales les despeja el camino al infierno a esos necios reyes y gobernantes. El gobernante siempre debe estar pendiente de la seguridad de losprajās, tanto hombres como animales, e investigar si algún ser viviente está siendo atormentado por otro en algún lugar. El ser viviente agresor debe ser atrapado de inmediato y ejecutado, tal como lo enseñó Mahārāja Parīkṣit.


El gobierno del pueblo por el pueblo no debe permitir la matanza de animales inocentes, por el capricho de necios funcionarios gubernamentales. La gente debe conocer los códigos de Dios, tal como se mencionan en las Escrituras reveladas. Mahārāja Parīkṣit señala aquí que, según los códigos de Dios, el rey o gobernante irresponsable pone en peligro su buen nombre, la duración de su vida, su poder y su fuerza, y, en fin de cuentas, su marcha progresiva hacia una vida mejor y la salvación después de la muerte. Esos hombres necios ni siquiera creen en la existencia de una siguiente vida.


Mientras escribimos el comentario acerca de este verso en particular, tenemos ante nosotros la declaración de un gran político moderno que murió recientemente y dejó su testamento, el cual revela su escaso acopio de conocimiento en relación con los códigos de Dios que mencionó Mahārāja Parīkṣit. El político era tan ignorante en materia de los códigos de Dios que escribe: «No creo en ninguna de esas ceremonias, y someterse a ellas, incluso como una cuestión de formalidad, sería hipocresía y un intento de engañarnos nosotros mismos y engañar a los demás... no tengo ningún sentimiento religioso al respecto».

Al comparar estas declaraciones de un gran político de la época moderna con las de Mahārāja Parīkṣit, encontramos una enorme diferencia. Mahārāja Parīkṣit era piadoso de conformidad con los códigos de las Escrituras, mientras que el político moderno se rige por su creencia y sentimientos personales. Al fin y al cabo, cualquier gran hombre del mundo material es un alma condicionada. A él lo atan de pies y manos las sogas de la naturaleza material, y aun así la necia alma condicionada se cree en libertad de actuar según sus caprichosos sentimientos. Se concluye, entonces, que la gente de los tiempos de Mahārāja Parīkṣit era feliz y los animales recibían la debida protección, porque el gobernante no era caprichoso ni ignoraba la ley de Dios. Criaturas necias y carentes de fe tratan de hacer a un lado la existencia del Señor, y proclaman ser seglares al precio de la valiosa vida humana. La vida humana está especialmente hecha para conocer la ciencia de Dios, pero criaturas necias, especialmente en esta era de Kali, en vez de conocer a Dios de un modo científico, hacen propaganda en contra de la creencia religiosa, así como también en contra de la existencia de Dios, aun a pesar de que siempre están atadas por las leyes de Dios mediante las condiciones del nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades.

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