Text 21
bhidyate hṛdaya-granthiś
chidyante sarva-saṁśayāḥ
kṣīyante cāsya karmāṇi
dṛṣṭa evātmanīśvare
bhidyate—atravesado; hṛdaya—corazón; granthiḥ—nudos; chidyante—cortados en pedazos; sarva—todos; saṁśayāḥ—recelos; kṣīyante—terminada; ca—y; asya—su; karmāṇi—cadena de acciones fruitivas; dṛṣṭe—habiendo visto; eva—indudablemente; ātmani—al yo; īśvare—dominando.
De esa forma, el nudo del corazón es atravesado, y todos los recelos son cortados en pedazos. La cadena de acciones fruitivas se termina cuando uno ve al yo como amo.
SIGNIFICADO: La obtención de conocimiento científico acerca de la Personalidad de Dios implica que uno vea su propio yo simultáneamente. En lo que respecta a la identidad del ser viviente como ser espiritual, existe un gran número de especulaciones y recelos. El materialista no cree en la existencia del ser espiritual, y los filósofos empíricos creen en el aspecto impersonal del espíritu total, sin individualidad de los seres vivientes. Pero los trascendentalistas afirman que el alma y la Superalma son dos identidades diferentes; cualitativamente iguales, pero cuantitativamente diferentes. Existen muchas otras teorías, pero todas esas diferentes especulaciones desaparecen de inmediato, tan pronto como se llega a comprender a Śrī Kṛṣṇa en verdad mediante el proceso de bhakti-yoga. Śrī Kṛṣṇa es como el sol, y las especulaciones materialistas acerca de la Verdad Absoluta son como la más oscura de las noches. Tan pronto como el sol Kṛṣṇa sale en el corazón de uno, la oscuridad de las especulaciones materialistas acerca de la Verdad Absoluta y los seres vivientes se disipa de inmediato. En presencia del sol, la oscuridad no puede permanecer, y las verdades relativas que se hallaban escondidas en la densa oscuridad de la ignorancia, quedan claramente manifestadas por la misericordia de Kṛṣṇa, quien, en forma de la Superalma, reside en el corazón de todo el mundo.
En el Bhagavad-gītā (10.11), el Señor dice que a fin de favorecer a Sus devotos puros de manera especial, Él erradica personalmente la densa oscuridad de todos los recelos, encendiendo para ello la luz del conocimiento puro dentro del corazón del devoto. Por consiguiente, en virtud de que la Personalidad de Dios se encarga de iluminar el corazón de Su devoto, es seguro que un devoto dedicado al servicio de Él con amor trascendental, no puede permanecer en la oscuridad. Él llega a conocer todo lo referente a las verdades relativas y absolutas. El devoto no puede permanecer en la oscuridad, y debido a que lo ilumina la Personalidad de Dios, su conocimiento es indudablemente perfecto. No ocurre así con aquellos que especulan acerca de la Verdad Absoluta a fuerza de su propio y limitado poder de enfoque. El conocimiento perfecto se denomina paramparā, o conocimiento deductivo que desciende desde la autoridad hasta el sumiso receptor oyente, el cual es genuino en virtud del servicio y la entrega. Uno no puede desafiar la autoridad del Supremo y además conocerlo al mismo tiempo. Él se reserva el derecho de ser expuesto ante dicho espíritu desafiante de una insignificante chispa del todo, una chispa sujeta al control de la energía ilusoria. Los devotos son sumisos, y, por consiguiente, el conocimiento trascendental desciende desde la Personalidad de Dios hasta Brahmā, y desde Brahmā hasta sus hijos y discípulos, en sucesión. Este proceso es ayudado por la Superalma que se encuentra dentro de dichos devotos. Esa es la manera perfecta de aprender el conocimiento trascendental.
Esta iluminación le permite al devoto distinguir perfectamente el espíritu de la materia, debido a que el nudo del espíritu y la materia es desatado por el Señor. Ese nudo se denomina ahaṅkāra, y obliga falsamente a un ser viviente a identificarse con la materia. Por lo tanto, tan pronto como ese nudo se afloja, todas las nubes de dudas desaparecen de inmediato. Uno ve a su amo y se dedica totalmente al amoroso servicio trascendental del Señor, poniéndole fin por completo a la cadena de la acción fruitiva. En la existencia material, el ser viviente crea su propia cadena de trabajo fruitivo, y disfruta de los buenos y malos efectos de esas acciones, vida tras vida. Pero tan pronto como él se dedica al amoroso servicio del Señor, de inmediato queda libre de la cadena de karma. Sus acciones dejan de crear reacciones por completo.