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Texts 28-29

vāsudeva-parā vedā
vāsudeva-parā makhāḥ
vāsudeva-parā yogā
vāsudeva-parāḥ kriyāḥ

vāsudeva-paraṁ jñānaṁ
vāsudeva-paraṁ tapaḥ
vāsudeva-paro dharmo
vāsudeva-parā gatiḥ

vāsudeva—la Personalidad de Dios; parāḥ—la meta última; vedāḥ—Escrituras reveladas; vāsudeva—la Personalidad de Dios; parāḥ—para adorar; makhāḥ—sacrificios; vāsudeva—la Personalidad de Dios; parāḥ—los medios de conseguir; yogāḥ—enseres místicos; vāsudeva—la Personalidad de Dios; parāḥ—bajo Su control; kriyāḥ—actividades fruitivas; vāsudeva—la Personalidad de Dios; param—el supremo; jñānam—conocimiento; vāsudeva—la Personalidad de Dios; param—mejor; tapaḥ—austeridad; vāsudeva—la Personalidad de Dios; paraḥ—calidad superior; dharmaḥ—religión; vāsudeva—la Personalidad de Dios; parāḥ—máxima; gatiḥ—meta de la vida.

En las Escrituras reveladas, el objeto último del conocimiento es Śrī Kṛṣṇa, la Personalidad de Dios. El propósito de ejecutar sacrificio es el de complacerlo a Él. El yoga es para comprenderlo a Él. Todas las actividades fruitivas son, en fin de cuentas, recompensadas únicamente por Él. Él es el conocimiento supremo, y todas las austeridades severas se realizan para conocerlo a Él. La religión [dharma] consiste en prestarle a Él servicio amoroso. Él es la meta suprema de la vida.

SIGNIFICADO: Que Śrī Kṛṣṇa, la Personalidad de Dios, es el único objeto que debe ser adorado, se confirma en estos dos ślokas. En la literatura védica se encuentra el mismo objetivo: establecer nuestra relación con Dios y, finalmente, revivir el perdido servicio amoroso que le debemos a Él. Esa es la esencia de los Vedas. En el Bhagavad-gītā, el Señor confirma la misma teoría en Sus propias palabras: el propósito último de los Vedas es únicamente el de conocerlo a Él. El Señor, a través de Su encarnación en el cuerpo de Śrīla Vyāsadeva, prepara todas las Escrituras reveladas, solo para que las almas caídas, condicionadas por la naturaleza material, recuerden a Śrī Kṛṣṇa, la Personalidad de Dios. Ningún semidiós puede otorgar la libertad del cautiverio material. Ese es el veredicto de todas las Escrituras védicas. Los impersonalistas que no tienen ninguna información acerca de la Personalidad de Dios‚ minimizan la omnipotencia del Señor Supremo y lo ponen en el mismo nivel que todos los demás seres vivientes, por este acto, esos impersonalistas logran liberarse del cautiverio material únicamente con gran dificultad. Ellos pueden entregarse a Él solo después de muchísimos nacimientos en los que cultiven el conocimiento trascendental.

Uno puede aducir que las actividades védicas se basan en ceremonias de sacrificio. Eso es cierto. Pero todos esos sacrificios también tienen por objeto comprender la verdad acerca de Vāsudeva. Otro nombre de Vāsudeva es Yajña (sacrificio), y en el Bhagavad-gītā se afirma claramente que todos los sacrificios y todas las actividades deben realizarse para la satisfacción de Yajña, o Viṣṇu, la Personalidad de Dios. Esto sucede también con los sistemas de yoga. Yoga significa ponerse en contacto con el Señor Supremo. El proceso, sin embargo, incluye varios aspectos corporales, tales como āsana, dhyāna, prāṇāyāma y la meditación, y todos ellos tienen por objeto la concentración en el aspecto localizado de Vāsudeva, representado por Paramātmā. La comprensión Paramātmā no es sino una comprensión parcial de Vāsudeva, y si uno logra el éxito en ese intento, llega a comprender a Vāsudeva a plenitud. Pero por mala fortuna, la mayoría de los yogīs se quedan estancados, debido a los poderes del misticismo que han conseguido a través del proceso corporal. Los yogīs desafortunados reciben una oportunidad en el siguiente nacimiento, siendo colocados en las familias de brāhmaṇas buenos y eruditos o en las familias de comerciantes ricos, a fin de ejecutar la inconclusa tarea de la comprensión de Vāsudeva. Si esos brāhmaṇas afortunados e hijos de hombres ricos utilizan debidamente la oportunidad, pueden comprender fácilmente a Vāsudeva mediante la buena asociación con personas santas. Desgraciadamente, esas personas privilegiadas son cautivadas de nuevo por la riqueza y honor materiales, y por ello prácticamente se olvidan de la finalidad de la vida.

Esto también es cierto en lo que se refiere al cultivo del conocimiento. Según el Bhagavad-gītā, existen dieciocho elementos para el cultivo del conocimiento. Mediante ese cultivo del conocimiento, uno gradualmente llega a ser humilde, estar libre de vanidad, ser no violento, tolerante, sencillo, estar consagrado al gran maestro espiritual, y ser autocontrolado. Mediante el cultivo del conocimiento, uno llega a desapegarse del calor del hogar y se vuelve consciente de los sufrimientos que se deben a la muerte, el nacimiento, la vejez y las enfermedades. Y todo el cultivo de conocimiento culmina con el servicio devocional a la Personalidad de Dios, Vāsudeva. Por consiguiente, Vāsudeva es el objetivo último del cultivo de todas las diferentes ramas de conocimiento. El cultivo de conocimiento que lo conduce a uno al plano trascendental de encontrar a Vāsudeva, es verdadero conocimiento. El Bhagavad-gītā condena el conocimiento físico en sus diversas ramas, diciendo que es ajñāna, o lo opuesto al verdadero conocimiento. El objetivo último del conocimiento físico es el de satisfacer los sentidos, lo cual implica prolongar el período de existencia material y, en virtud de ello, la continuación del sufrimiento triple. De manera que el hecho de prolongar la desoladora vida de la existencia material es ignorancia. Pero si ese mismo conocimiento físico conduce al sendero del entendimiento espiritual, lo ayuda a uno a terminar la desoladora vida de la existencia física y a comenzar la vida de existencia espiritual en el plano de Vāsudeva.

Eso mismo se aplica a todas las clases de austeridades. Tapasya significa la aceptación voluntaria de sufrimientos corporales, para alcanzar algún fin más elevado en la vida. Rāvaṇa y Hiraṇyakaśipu se sometieron a un severo tipo de tortura corporal, para lograr como fin la complacencia de los sentidos. Algunas veces, los políticos modernos también se someten a diversos tipos de austeridades para lograr algún fin político. Eso no es verdadera tapasya. Uno debe aceptar inconvenientes corporales voluntarios con el fin de conocer a Vāsudeva, pues ese es el camino de las austeridades verdaderas. De lo contrario, todas las formas de austeridades se clasifican como modalidades de la pasión y la ignorancia. La pasión y la ignorancia no pueden darle fin a los sufrimientos de la vida. Únicamente la modalidad de la bondad puede mitigar el sufrimiento triple de la vida. Vasudeva y Devakī, los supuestos padres del Señor Kṛṣṇa, se sometieron a penitencias para tener a Vāsudeva como hijo suyo. El Señor Śrī Kṛṣṇa es el padre de todos los seres vivientes (Bg. 14.4). Por consiguiente, Él es el ser viviente original entre todos los demás seres vivientes. Él es el eterno disfrutador original entre todos los demás disfrutadores. Luego nadie puede ser Su progenitor, como puede que piensen los ignorantes. El Señor Śrī Kṛṣṇa accedió a volverse el hijo de Vasudeva y Devakī, al sentirse complacido con las severas austeridades de ellos. Así pues, si se deben hacer austeridades, han de hacerse para alcanzar el fin del conocimiento, Vāsudeva.

Vāsudeva es la original Personalidad de Dios, el Señor Śrī Kṛṣṇa. Como se explicó anteriormente, la Personalidad de Dios original se expande mediante formas innumerables. Esa expansión de formas la hacen posible Sus diversas energías. Estas también son múltiples y variadas, y Sus energías internas son superiores y Sus energías externas son inferiores, cualitativamente. En el Bhagavad-gītā (7.4-6) se las explica diciendo que son las prakṛtis parā y aparā. De manera que Sus expansiones de diversas formas, que ocurren por intermedio de las energías internas, son formas superiores, mientras que las expansiones que ocurren por medio de las energías externas, son formas inferiores. Las entidades vivientes también son expansiones de Él. Las entidades vivientes que Su potencia interna expande, son personas eternamente liberadas, mientras que aquellas que se expanden en función de las energías materiales, son almas eternamente condicionadas. En consecuencia, todo cultivo de conocimiento, austeridades, sacrificio y actividades debe apuntar hacia el cambio de la calidad de la influencia que está actuando sobre nosotros. Por los momentos, todos nosotros estamos siendo controlados por la energía externa del Señor, y tan solo para cambiar la calidad de la influencia, debemos esforzarnos por cultivar energía espiritual.

En el Bhagavad-gītā se dice que aquellos que son mahātmās, o aquellos cuya mente se ha ampliado tanto como para estar dedicados al servicio del Señor Kṛṣṇa, se hallan bajo la influencia de la potencia interna, y el efecto de ello es que esos seres vivientes de mente abierta están constantemente dedicados al servicio del Señor, sin desvío alguno. Ese debe ser el objetivo de la vida. Y ese es el veredicto de todas las Escrituras védicas. Nadie debe preocuparse por las actividades fruitivas o la especulación árida acerca del conocimiento trascendental. Todo el mundo debe dedicarse de inmediato al amoroso servicio trascendental del Señor. Y tampoco debe uno adorar a diferentes semidioses, los cuales actúan como diferentes manos del Señor para la creación, manutención o destrucción del mundo material. Existe una infinidad de poderosos semidioses que supervisan la administración externa del mundo material. Todos ellos son diferentes manos asistentes del Señor Vāsudeva. Hasta el Señor Śiva y el Señor Brahmā están incluidos en la lista de semidioses, pero el Señor Viṣṇu, o Vāsudeva, siempre está situado trascendentalmente. Aunque Él acepte la cualidad de la bondad del mundo material, aun así es trascendental a todas las modalidades materiales. El siguiente ejemplo aclarará el asunto más explícitamente. En la carcel se hallan los prisioneros y los encargados de la prisión. Tanto los encargados como los prisioneros están regidos por las leyes del rey. Pero, aunque a veces el rey entra en la prisión, no está sujeto a las leyes de la misma. Así que el rey siempre es trascendental a las leyes de la prisión, tal como el Señor siempre es trascendental a las leyes del mundo material.

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