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Text 37

na cāsya kaścin nipuṇena dhātur
avaiti jantuḥ kumanīṣa ūtīḥ
nāmāni rūpāṇi mano-vacobhiḥ
santanvato naṭa-caryām ivājñaḥ

na—no; ca—y; asya—de Él; kaścit—cualquiera; nipuṇena—por destreza; dhātuḥ—del creador; avaiti—puede conocer; jantuḥ—el ser viviente; kumanīṣaḥ—con un escaso acopio de conocimiento; ūtīḥ—actividades del Señor; nāmāni—Sus nombres; rūpāṇi—Sus formas; manaḥ-vacobhiḥ—a fuerza de especulación mental o de dar discursos; santanvataḥ—exhibiendo; naṭa-caryām—un acto dramático; iva—como; ajñaḥ—los necios.

Los necios con un escaso acopio de conocimiento no pueden conocer la naturaleza trascendental de las formas, nombres y actividades del Señor, quien está actuando tal como un actor en un drama. Y tampoco pueden ellos expresar esas cosas, ni en sus especulaciones ni en sus palabras.

SIGNIFICADO: Nadie puede describir adecuadamente la naturaleza trascendental de la Verdad Absoluta. Por eso se dice que Él está más allá de la expresión de la mente y del habla. Y, no obstante, hay algunos hombres, con un escaso acopio de conocimiento, que desean entender la Verdad Absoluta mediante la especulación mental imperfecta y la descripción defectuosa de Sus actividades. Para el profano, Sus actividades, aparición y desaparición, Sus nombres, Sus formas, Sus enseres, Sus personalidades y todas las cosas que tienen relación con Él, son misteriosos. Hay dos clases de materialistas: los trabajadores fruitivos y los filósofos empíricos. Los trabajadores fruitivos prácticamente no tienen ninguna información acerca de la Verdad Absoluta, y los especuladores mentales, después de fracasar en las actividades fruitivas, vuelven sus caras hacia la Verdad Absoluta, y tratan de conocerlo a Él mediante la especulación mental. Para todos estos hombres, la Verdad Absoluta es un misterio, tal como el malabarismo del mago es un misterio para los niños. Engañados por el malabarismo del Ser Supremo, los no devotos, que puede que sean muy diestros en el trabajo fruitivo y la especulación mental, están siempre sumidos en la ignorancia. Con ese conocimiento tan limitado, son incapaces de penetrar en la misteriosa región de la trascendencia. Los especuladores mentales son un poco más progresivos que los materialistas crasos o que los trabajadores fruitivos, pero debido a que también están en las garras de la ilusión, dan por sentado que cualquier cosa que tenga forma, un nombre y actividades no es más que un producto de la energía material. Para ellos, el Espíritu Supremo no tiene forma, no tiene nombre y es inactivo. Y debido a que esos especuladores mentales equiparan el nombre y la forma trascendentales del Señor con los nombres y formas mundanos, están de hecho inmersos en la ignorancia. Con un acopio de conocimiento tan escaso, no hay acceso a la verdadera naturaleza del Ser Supremo. Como se declara en el Bhagavad-gītā, el Señor se encuentra siempre en una posición trascendental, incluso cuando se halla dentro del mundo material. Pero los hombres ignorantes consideran que el Señor es una de las grandes personalidades del mundo, y por eso la energía ilusoria los embauca.

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