Text 42
sa tu saṁśrāvayām āsa
mahārājaṁ parīkṣitam
prāyopaviṣṭaṁ gaṅgāyāṁ
parītaṁ paramarṣibhiḥ
saḥ—el hijo de Vyāsadeva; tu—de nuevo; saṁśrāvayām āsa—volverlas audibles; mahā-rājam—al emperador; parīkṣitam—de nombre Parīkṣit; prāya-upaviṣṭam—que se sentó sin comer ni beber, hasta la muerte; gaṅgāyām—a orillas del Ganges; parītam—estando rodeado; parama-ṛṣibhiḥ—por grandes sabios.
Śukadeva Gosvāmī, el hijo de Vyāsadeva, le entregó a su vez el Bhāgavatam al gran emperador Parīkṣit, quien se sentó a orillas del Ganges, rodeado de sabios, a aguardar la muerte sin comer ni beber.
SIGNIFICADO: En la cadena de sucesión discipular, todos los mensajes trascendentales se reciben debidamente. Esa sucesión discipular se denomina paramparā. Así pues, a menos que el Bhāgavatam o cualesquiera otras Escrituras védicas se reciban a través del sistema paramparā, la recepción de conocimiento no es genuina. Vyāsadeva le entregó el mensaje a Śukadeva Gosvāmī, y Sūta Gosvāmī recibió el mensaje de labios de Śukadeva Gosvāmī. Por lo tanto, uno debe recibir el mensaje del Bhāgavatam de labios de Sūta Gosvāmī o su representante, y no de un intérprete impertinente.
El emperador Parīkṣit recibió la información de su muerte con tiempo, y de inmediato dejó su reino y su familia, y se sentó a orillas del Ganges a ayunar hasta la muerte. Todos los grandes sabios, ṛṣis, filósofos, místicos, etc., fueron allí debido a la posición imperial que él tenía. Ellos hicieron muchas sugerencias acerca de cuál había de ser su deber inmediato, y finalmente se decidió que oiría a Śukadeva Gosvāmī hablar del Señor Kṛṣṇa. Fue así que se le recitó el Bhāgavatam.
Śrīpāda Śaṅkarācārya, quien predicó filosofía māyāvāda e hizo énfasis en el aspecto impersonal del Absoluto, también indicó que uno debía refugiarse en los pies de loto del Señor Śrī Kṛṣṇa, pues no hay ninguna esperanza de ganar nada con debates. Indirectamente, Śrīpāda Śaṅkarācārya admitió que lo que él había predicado con las floridas interpretaciones gramaticales del Vedānta-sūtra, no puede ayudarlo a uno en el momento de la muerte. En la crítica hora de la muerte, uno debe recitar el nombre de Govinda. Esa es la recomendación que dan todos los grandes trascendentalistas. Śukadeva Gosvāmī había declarado hacía mucho tiempo la misma verdad: que al final uno debe recordar a Nārāyaṇa. Esa es la esencia de todas las actividades espirituales. En prosecución de esa verdad eterna, el Śrīmad-Bhāgavatam fue oído por el emperador Parīkṣit, y fue recitado por el idóneo Śukadeva Gosvāmī. Y tanto el orador como el oyente de los mensajes del Bhāgavatam, a su debido tiempo, se liberaron por el mismo medio.