Text 12
śivāya lokasya bhavāya bhūtaye
ya uttama-śloka-parāyaṇā janāḥ
jīvanti nātmārtham asau parāśrayaṁ
mumoca nirvidya kutaḥ kalevaram
śivāya—bienestar; lokasya—de todos los seres vivientes; bhavāya—para la prosperidad; bhūtaye—para el desarrollo económico; ye—aquel que está; uttama-śloka-parāyaṇāḥ—consagrado a la causa de la Personalidad de Dios; janāḥ—hombres; jīvanti—viven; na—pero no; ātma-artham—interés egoísta; asau—ese; para-āśrayam—refugio para los demás; mumoca—abandonó; nirvidya—estando liberado de todo apego; kutaḥ—por qué razón; kalevaram—cuerpo mortal.
Aquellos que están consagrados a la causa de la Personalidad de Dios, viven únicamente por el bienestar, desarrollo y felicidad de los demás. Ellos no viven por ningún interés egoísta. Así que, aunque el emperador [Parīkṣit] estaba libre de todo apego por las posesiones mundanas, ¿cómo podía abandonar su cuerpo mortal, que era un refugio para los demás?
SIGNIFICADO: Parīkṣit Mahārāja era un rey y hombre de familia ideal, porque era un devoto de la Personalidad de Dios. El devoto del Señor posee automáticamente todas las buenas cualidades que existen, y el emperador era un ejemplo típico de esto. En lo personal, él no tenía ningún apego por las opulencias mundanas que poseía. Pero como él era el rey responsable del bienestar general de los ciudadanos, siempre estaba dedicado a las labores de bienestar del público, no solo en relación con esta vida, sino también con la siguiente. Él no permitía la existencia de mataderos ni la matanza de vacas. Él no era un administrador parcializado y tonto, que tomaría medidas para la protección de un ser viviente, y al mismo tiempo permitiría que otro fuese matado. Como él era un devoto del Señor, sabía perfectamente bien cómo conducir su administración en aras de la felicidad de todo el mundo: hombres, animales, plantas y todas las criaturas vivientes. Él no poseía intereses egoístas. El egoísmo se centra, o bien en uno mismo, o en las extensiones de uno mismo, pero él no era egoísta ni en un sentido ni en otro. Su interés radicaba en complacer a la Verdad Suprema, la Personalidad de Dios. El rey es el representante del Señor Supremo, y, por ende, el interés del rey debe ser idéntico al del Señor Supremo. El Señor Supremo quiere que todos los seres vivientes lo obedezcan y que en virtud de ello se vuelvan felices. Así pues, lo que al rey le interesa es guiar a todos sus súbditos de vuelta al reino de Dios. De esto se infiere que las actividades de los ciudadanos deben ser coordinadas de manera tal, que al final ellos puedan ir de vuelta al hogar, de vuelta a Dios. Bajo la administración de un rey representativo, el reino está lleno de opulencia. En esas circunstancias, los seres humanos no necesitan comer animales. Existe suficiente cantidad de granos alimenticios, leche, frutas y verduras, para que tanto los seres humanos como los animales puedan comer suntuosamente y a su entera satisfacción. Si todos los seres vivientes están satisfechos con la comida y la protección, y obedecen las reglas prescritas, no puede haber ningún disturbio entre un ser viviente y otro. El emperador Parīkṣit era un rey digno y, en virtud de ello, todos estaban felices durante su reinado.