Text 5
yayā sammohito jīva
ātmānaṁ tri-guṇātmakam
paro ’pi manute ’narthaṁ
tat-kṛtaṁ cābhipadyate
yayā—mediante el cual; sammohitaḥ—engañadas; jīvaḥ—las entidades vivientes; ātmānam—el ser; tri-guṇa-ātmakam—condicionadas por las tres modalidades de la naturaleza, o un producto de la materia; paraḥ—trascendental; api—a pesar de; manute—da por sentado; anartham—cosas que no se quieren; tat—mediante eso; kṛtam ca—reacción; abhipadyate—por eso pasa por.
Debido a esta energía externa, la entidad viviente, aunque es trascendental a las tres modalidades de la naturaleza material, cree ser un producto material, y por ello pasa por las reacciones de los sufrimientos materiales.
SIGNIFICADO: La causa fundamental del sufrimiento de los seres vivientes materialistas se señala junto con las medidas correctivas que se han de tomar, y también la perfección máxima que ha de alcanzarse. Todo eso se menciona en este verso en particular. Por constitución, el ser viviente es trascendental al enjaulamiento material, pero ahora se encuentra encarcelado por la energía externa y, en consecuencia, cree ser uno de los productos materiales. Y debido a ese contacto profano, la entidad espiritual pura padece los sufrimientos materiales bajo el control de las modalidades de la naturaleza material. La entidad viviente considera de modo erróneo que es un producto material. Esto significa que la actual forma pervertida de pensar, sentir y desear, bajo las condiciones materiales, no es natural para ella. Pero ella tiene su modo normal de pensar, sentir y desear. En su estado original, el ser viviente no se encuentra sin la capacidad de pensar, desear y sentir. En el Bhagavad-gītā también se confirma que el verdadero conocimiento del alma condicionada está ahora cubierto por la nesciencia. Así pues, aquí se refuta la teoría de que un ser viviente es el absoluto Brahman impersonal. Esto no puede ser, pues la entidad viviente también tiene su propia manera de pensar en su estado original no condicional. El presente estado condicional se debe a la influencia de la energía externa, lo cual significa que la energía ilusoria toma la iniciativa, mientras que el Señor Supremo se encuentra apartado. El Señor no desea que la energía externa engañe al ser viviente. La energía externa está consciente de este hecho, pero aun así acepta la ingrata tarea de mantener bajo el control de la ilusión al alma olvidada, mediante su influencia desconcertante. El Señor no interfiere en la tarea de la energía ilusoria, debido a que esas labores de la energía ilusoria también son necesarias para reformar al alma condicionada. A un padre afectuoso no le gusta que a sus hijos los castigue algún otro agente y sin embargo pone a sus hijos desobedientes bajo la custodia de un hombre severo, solo para disciplinarlos. Pero el Padre Todopoderoso y supremamente afectuoso desea al mismo tiempo la liberación del alma condicionada, es decir, desea que el alma condicionada se libere de las garras de la energía ilusoria. El rey pone tras las paredes de la cárcel a los ciudadanos desobedientes, pero a veces, deseando la liberación de los prisioneros, va allí personalmente y aboga por la reformación, y al hacerlo, los prisioneros son puestos en libertad. De igual manera, el Señor Supremo desciende de Su reino al reino de la energía ilusoria, y brinda personalmente el alivio en la forma del Bhagavad-gītā, en el cual Él Mismo indica que aunque las maneras de obrar de la energía ilusoria son muy difíciles de superar, aquel que se entrega a los pies de loto del Señor es puesto en libertad por orden del Supremo. Ese proceso de entrega es la medida curativa para lograr liberarse de los métodos desconcertantes de la energía ilusoria. El proceso de entrega se completa con la influencia de la asociación. El Señor ha indicado, por consiguiente, que a los hombres se los ocupa en el trascendental servicio amoroso del Supremo, mediante la influencia de los discursos de personas santas que de hecho han llegado a comprender al Supremo. El alma condicionada adquiere un gusto por oír hablar del Señor, y mediante esa sola acción de oír es gradualmente elevada al plano de respeto, devoción y apego al Señor. Todo el asunto se completa con el proceso de entrega. También aquí, el Señor, en Su encarnación de Vyāsadeva, señala lo mismo. Eso significa que de ambas maneras el Señor está redimiendo a las almas condicionadas, es decir, mediante el castigo que inflige la energía externa del Señor, y mediante Su propia actuación como el maestro espiritual de dentro y de fuera. Dentro del corazón de cada ser viviente, el propio Señor, en forma de la Superalma (Paramātmā), se vuelve el maestro espiritual, y desde fuera Él Mismo se vuelve el maestro espiritual en forma de las Escrituras, los santos y el maestro espiritual iniciador. Esto se explica más explícitamente en el siguiente śloka.
La superintendencia personal que realiza la energía ilusoria, se confirma en los Vedas (Kena Upaniṣad) en relación con el poder controlador de los semidioses. Aquí también se afirma claramente que a la entidad viviente la controla la energía externa de una manera personal. El ser viviente, sujeto así al control de la energía externa, está situado de un modo diferente. Sin embargo, queda claro con esta afirmación del Bhāgavatam que ante la Personalidad de Dios, o el ser perfecto, la misma energía externa está situada en una posición inferior. Al ser perfecto, o al Señor, ni siquiera puede acercársele la energía ilusoria, la cual únicamente puede actuar sobre las entidades vivientes. Por lo tanto, es pura imaginación la idea de que la energía ilusoria confunda al Señor Supremo y por eso Este se vuelva un ser viviente. Si el ser viviente y el Señor estuvieran en la misma categoría, entonces habría sido bastante posible que Vyāsadeva se hubiera dado cuenta de ello, y no habría habido ninguna posibilidad de que el ser engañado padeciera el sufrimiento material, pues el Ser Supremo es plenamente consciente. De manera que hay muchísimas imaginaciones inescrupulosas que crean los monistas, en un esfuerzo por poner tanto al Señor como al ser viviente en la misma categoría. Si el Señor y los seres vivientes fueran iguales, Śrīla Śukadeva Gosvāmī no se habría tomado entonces la molestia de describir los trascendentales pasatiempos del Señor, pues todos estos serían manifestaciones de la energía ilusoria.
El Śrīmad-Bhāgavatam es el remedio summum bonum para la humanidad que sufre y que se encuentra en las garras de māyā. Por eso, Śrīla Vyāsadeva diagnostica en primer lugar la verdadera enfermedad de las almas condicionadas, es decir, su condición de estar engañadas por la energía externa. Él también vio al Supremo Ser perfecto, de quien la energía ilusoria se encuentran muy apartada, si bien Este vio tanto a las enfermas almas condicionadas como también la causa de la enfermedad. Y las medidas curativas se sugieren en el siguiente verso. Tanto la Suprema Personalidad de Dios como los seres vivientes son, sin duda alguna, uno cualitativamente, pero el Señor es el controlador de la energía ilusoria mientras que la entidad viviente es controlada por la energía ilusoria. Así pues, el Señor y los seres vivientes son, simultáneamente, uno y diferentes. Y aquí queda claro otro punto: la relación eterna que existe entre el Señor y el ser viviente es trascendental, pues de lo contrario el Señor no se habría tomado la molestia de rescatar a las almas condicionadas de entre las garras de māyā. De la misma manera, a la entidad viviente también se le exige que reviva al amor y afecto natural que tiene por el Señor, y ello constituye la máxima perfección de la entidad viviente. El Śrīmad-Bhāgavatam trata al alma condicionada con miras a alcanzar esa meta de la vida.