Text 20
tathā paramahaṁsānāṁ
munīnām amalātmanām
bhakti-yoga-vidhānārthaṁ
kathaṁ paśyema hi striyaḥ
tathā—además de eso; paramahaṁsānām—de los trascendentalistas adelantados; munīnām—de los grandes filósofos o especuladores mentales; amala-ātmanām—aquellos cuya mente es competente para discernir entre el espíritu y la materia; bhakti-yoga—la ciencia del servicio devocional; vidhāna-artham—para ejecutar; katham—cómo; paśyema—pueden observar; hi—ciertamente; striyaḥ—mujeres.
Tú Mismo desciendes para propagar la trascendental ciencia del servicio devocional en los corazones de los trascendentalistas adelantados y especuladores mentales, los cuales se purifican por el hecho de ser capaces de discriminar entre la materia y el espíritu. ¿Cómo, entonces, podemos nosotras, las mujeres, conocerte perfectamente?
SIGNIFICADO: Hasta los más grandes especuladores filosóficos no pueden tener acceso a la región del Señor. En los Upaniṣads se dice que la Verdad Suprema, la Absoluta Personalidad de Dios, está más allá del alcance de la capacidad de pensamiento del más grande de los filósofos. A Él no se le puede conocer a través de una gran erudición o del cerebro más grande de todos. A Él puede conocerlo únicamente aquel que tiene Su misericordia. Otros puede que continúen pensando en Él por años y años, más, aun así, Él es incognoscible. Este mismo hecho lo corrobora la reina, quien está haciendo el papel de una inocente mujer. Las mujeres son, en general, incapaces de especular como los filósofos, pero el Señor las bendice, porque creen de inmediato en la superioridad y omnipotencia de Él y, por ello, ofrecen reverencias sin reservas. El Señor es tan bondadoso, que Él no favorece de modo especial solo a aquel que es un gran filósofo. Él conoce la sinceridad del propósito. Por esta razón únicamente, las mujeres se reúnen por lo general en grandes números en cualquier clase de funciones religiosas. En todos los países y sectas religiosas parece ser que las mujeres están más interesadas que los hombres. Esta sencillez de aceptar la autoridad del Señor es más eficaz que el fervor religioso ostentoso e insincero.