No edit permissions for Español

Text 27

namo ’kiñcana-vittāya
nivṛtta-guṇa-vṛttaye
ātmārāmāya śāntāya
kaivalya-pataye namaḥ

namaḥ—todas las reverencias a Ti; akiñcana-vittāya—a la propiedad del pobre en lo material; nivṛtta—completamente trascendental a las acciones de las modalidades materiales; guṇa—modalidades materiales; vṛttaye—afecto; ātma-ārāmāya—aquel que está autosatisfecho; śāntāya—el más gentil; kaivalya-pataye—al amo de los monistas; namaḥ—postrándome.

Mis reverencias a Ti, que eres la propiedad del empobrecido en lo material. Tú no tienes nada que ver con las acciones y reacciones de las modalidades materiales de la naturaleza. Tú estás autosatisfecho y, por consiguiente, eres el más gentil de todos y el amo de los monistas.

SIGNIFICADO: Un ser viviente se acaba en cuanto no hay nada que poseer. Luego, un ser viviente no puede ser un renunciante en el verdadero sentido del término. Un ser viviente renuncia a una cosa, para ganar otra más valiosa. Un estudiante sacrifica sus proclividades infantiles, para adquirir una mejor educación. Un sirviente abandona un trabajo por otro mejor. De modo similar, un devoto no renuncia al mundo material a cambio de nada, sino de algo tangible en valores espirituales. Śrīla Rūpa Gosvāmī y Sanātana Gosvāmī, así como Śrīla Raghunātha dāsa Gosvāmī y otros, abandonaron su pompa y prosperidad mundanas en aras del servicio del Señor. Ellos eran grandes hombres en el sentido mundano. Los Gosvāmīs eran ministros al servicio del gobierno de Bengala, y Śrīla Raghunātha dāsa Gosvāmī era el hijo de un gran zamindar* de su época. Pero ellos lo dejaron todo, para adquirir algo superior a lo que poseían anteriormente. Por lo general, los devotos no tienen prosperidad material, pero tienen una mina muy secreta en los pies de loto del Señor. Hay una bella historia acerca de Śrīla Sanātana Gosvāmī. Él tenía consigo una piedra de toque, la cual había dejado entre un montón de desechos. Un hombre necesitado la tomó, pero luego se preguntó por qué la valiosa joya se guardaba en un lugar tan descuidado como ese. Por lo tanto, él le pidió a Sanātana Gosvāmī la cosa más valiosa de todas, y entonces se le dio el santo nombre del Señor. Akiñcana significa «aquel que no tiene nada material que dar». Un verdadero devoto, o mahātmā, no le da a nadie nada material, porque ya ha dejado todos los bienes materiales. Sin embargo, él puede dar el bien supremo, es decir, la Personalidad de Dios, porque Este es la única propiedad de un verdadero devoto. La piedra de toque de Sanātana Gosvāmī, que estaba tirada en la basura, no era la verdadera propiedad del Gosvāmī, pues de lo contrario no la habría guardado en semejante lugar. Este ejemplo específico se da para los devotos neófitos, solo para convencerlos de que los anhelos materiales y el avance espiritual no se llevan bien. A menos que uno sea capaz de verlo todo como algo espiritual que está relacionado con el Señor Supremo, tendrá que distinguir siempre entre el espíritu y la materia. Un maestro espiritual como Śrīla Sanātana Gosvāmī, aunque en lo personal es capaz de verlo todo como espiritual, nos dio este ejemplo a nosotros, únicamente porque no tenemos semejante visión espiritual.

El avance de la visión material o de la civilización material es un gran obstáculo para el avance espiritual. Dicho avance material enreda al ser viviente en el cautiverio de un cuerpo material, seguido por toda clase de sufrimientos materiales. Ese avance material se denomina anartha, o cosas que no se quieren. De hecho es así. En el presente contexto del avance material, uno usa lápiz labial que cuesta cincuenta centavos, y hay muchísimas otras cosas indeseables, todas producto del concepto material de la vida. Al desviar la atención hacia tantas cosas indeseables, la energía humana se arruina sin que se logre la comprensión espiritual, que es la necesidad primordial de la vida humana. El intento de llegar a la Luna es otro ejemplo del desperdicio de energía, porque incluso si se llegara a la Luna, los problemas de la vida no se resolverían. Los devotos del Señor reciben el nombre de akiñcanas, porque prácticamente no tienen ningún bien material. Todos esos bienes materiales son producto de las tres modalidades de la naturaleza material, y desbaratan la energía espiritual. En consecuencia, cuanto menos poseamos dichos productos de la naturaleza material, más tendremos una buena oportunidad de progresar espiritualmente.

La Suprema Personalidad de Dios no tiene ninguna relación directa con las actividades materiales. Todos Sus actos y proezas, que se exhiben incluso en este mundo material, son espirituales y no son afectados por las modalidades de la naturaleza material. En el Bhagavad-gītā, el Señor dice que todos Sus actos, incluso Su aparición y desaparición dentro y fuera del mundo material, son trascendentales, y que aquel que sabe esto perfectamente no habrá de nacer de nuevo en este mundo material, sino que irá de vuelta a Dios.

La enfermedad material se debe al anhelo que se tiene de la naturaleza material y de enseñorearse de ella. Ese anhelo se debe a una interacción de las tres modalidades de la naturaleza, y ni el Señor ni los devotos tienen apego por dicho disfrute falso. Por consiguiente, el Señor y los devotos reciben el nombre de nivṛtta-guṇa-vṛtti. El nivṛtta-guṇa-vṛtti perfecto es el Señor Supremo, porque Él nunca queda atraído por las modalidades de la naturaleza material, mientras que los seres vivientes tienen esa tendencia. Algunos de ellos están atrapados por la ilusoria atracción de la naturaleza material.

Debido a que el Señor es la propiedad de los devotos y estos son recíprocamente la propiedad del Señor, los devotos son indudablemente trascendentales a las modalidades de la naturaleza material. Esa es una conclusión natural. Esos devotos puros son distintos de los devotos «con mezcla» que se acercan al Señor para mitigar los sufrimientos y la pobreza, o movidos por la curiosidad y la especulación. Los devotos puros y el Señor están apegados entre sí de un modo trascendental. En cuanto a los demás, el Señor no tiene nada que corresponder y, por consiguiente, Él recibe el nombre de ātmārāma, autosatisfecho. Autosatisfecho como es, el Señor es el amo de todos los monistas que buscan fundirse en Su existencia. Esos monistas se funden dentro de la refulgencia personal del Señor denominada brahmajyoti, pero los devotos entran en los pasatiempos trascendentales del Señor, que nunca deben ser malentendidos, considerándolos materiales.

« Previous Next »