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Text 40

ime jana-padāḥ svṛddhāḥ
supakvauṣadhi-vīrudhaḥ
vanādri-nady-udanvanto
hy edhante tava vīkṣitaiḥ

ime—todas estas; jana-padāḥ—ciudades y pueblos; svṛddhāḥ—florecieron; supakva—maduros; auṣadhi—hierbas; vīrudhaḥ—vegetales; vana—bosques; adri—colinas; nadī—ríos; udanvantaḥ—mares; hi—ciertamente; edhante—aumentando; tava—por Ti; vīkṣitaiḥ—visto.

Todas estas ciudades y aldeas están floreciendo en todos los aspectos, porque hay hierbas y granos en abundancia, los árboles están llenos de frutas, los ríos están fluyendo, las colinas están llenas de minerales, y los océanos están llenos de riquezas. Y todo esto se debe a que Tú les has lanzado una mirada.

SIGNIFICADO: La prosperidad humana se debe a los regalos de la naturaleza y no a gigantescas empresas industriales. Las gigantescas empresas industriales son producto de una civilización atea, y ellas provocan la destrucción de los fines nobles de la vida humana. Cuanto más sigamos aumentando esas problemáticas industrias para exprimir la energía vital del ser humano, más habrá inquietud e insatisfacción entre la gente en general, aunque unos cuantos puedan nadar en la abundancia por medio de la explotación. Los regalos de la naturaleza, tales como los granos y vegetales, las frutas, los ríos, las colinas de joyas y minerales, y los mares llenos de perlas, se suministran por orden del Supremo, y, según Él lo desee, la naturaleza material los produce en abundancia o a veces los restringe. La ley natural estipula que el ser humano puede aprovechar esos dones divinos de la naturaleza y con ellos florecer de un modo satisfactorio, sin que lo cautive la explotadora motivación de enseñorearse de la naturaleza material. Cuando más intentemos explotar la naturaleza material conforme a nuestros caprichos de disfrute, más quedaremos atrapados por la reacción de esos intentos explotadores. Si tenemos suficientes granos, frutas, vegetales y hierbas, ¿qué necesidad hay, entonces, de mantener un matadero y matar a unos pobres animales? El hombre no necesita matar a ningún animal, si tiene suficientes granos y vegetales para comer. Las aguas de los ríos fertilizan los campos, y hay más de lo que nosotros necesitamos. Los minerales se producen en las colinas, y las joyas en el océano. Si la civilización humana tiene suficientes granos, minerales, joyas, agua, leche, etc., entonces, ¿por qué habríamos de anhelar la existencia de terribles empresas industriales, al costo de la labor de algunos hombres desafortunados? Pero todos esos dones naturales dependen de la misericordia del Señor. Lo que necesitamos, por consiguiente, es obedecer las leyes del Señor y alcanzar la perfección de la vida humana mediante el servicio devocional. Las indicaciones de Kuntīdevī vienen muy al caso. Ella desea que se les confiera la misericordia de Dios, de modo que la prosperidad natural se mantenga por la gracia de Él.

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