Text 49
sa śreyasām api vibhur bhagavān yato ’sya
bhāva-svabhāva-vihitasya sataḥ prasiddhiḥ
dehe sva-dhātu-vigame ’nuviśīryamāṇe
vyomeva tatra puruṣo na viśīryate ’jaḥ
saḥ—Él; śreyasām—todo lo auspicioso; api—también; vibhuḥ—el amo; bhagavān—la Personalidad de Dios; yataḥ—debido a; asya—de la entidad viviente; bhāva—modalidades naturales; sva-bhāva—constitución propia; vihitasya—ejecuciones; sataḥ—todo buen trabajo; prasiddhiḥ—éxito final; dehe—del cuerpo; sva-dhātu—elementos que forman; vigame—siendo aniquilado; anu—después; viśīryamāṇe—habiendo abandonado; vyoma—cielo; iva—como; tatra—como consecuencia; na—nunca; viśīryate—queda aniquilada; ajaḥ—debido a ser innaciente.
La Personalidad de Dios es el amo supremo de todo lo auspicioso, debido a que los resultados de cualesquiera acciones que realiza el ser viviente, bien sea en la existencia material o en la espiritual, son otorgados por el Señor. Por ello, Él es el benefactor último. Toda entidad viviente individual es innaciente, y, por lo tanto, la entidad viviente existe incluso después de la aniquilación del cuerpo hecho de elementos materiales, tal como el aire que se encuentra dentro del cuerpo.
SIGNIFICADO: La entidad viviente es innaciente y eterna, y, tal como se confirma en el Bhagavad-gītā (2.30), la entidad viviente no se acaba aunque se aniquile el cuerpo hecho de elementos materiales. Mientras la entidad viviente se encuentre en la existencia material, las acciones que realice serán recompensadas en la siguiente vida, o incluso en la vida actual. En forma similar, también en su vida espiritual las acciones son recompensadas por el Señor mediante las cinco clases de liberación. Ni siquiera el impersonalista puede alcanzar la deseada fusión con la existencia del Supremo, sin ser favorecido por la Suprema Personalidad de Dios. En el Bhagavad-gītā (4.11) se confirma que el Señor otorga en la actual vida de uno, los resultados que uno desea. A las entidades vivientes se les da la libertad de elegir, y el Señor las recompensa de acuerdo con ello.
Luego es deber de todos adorar con devoción solo a la Personalidad de Dios, para alcanzar la meta que se desea. El impersonalista, en vez de especular o meditar, puede ejecutar directamente el rutinario servicio devocional del Señor, y, así pues, obtener fácilmente la meta deseada.
Los devotos, sin embargo, tienen una inclinación natural por volverse asociados del Señor, y no así por fundirse en la existencia espiritual, tal como lo concibe el impersonalista. Los devotos, por lo tanto, siguiendo sus instintos constitucionales, alcanzan la meta que desean: volverse servidores, amigos, padres, madres o amantes conyugales del Señor. El servicio devocional del Señor consta de nueve procesos trascendentales, tales como escuchar y cantar, y por llevar a cabo esos servicios devocionales fáciles y naturales, los devotos alcanzan los resultados más elevados y perfectos, que son muy, muy superiores al hecho de fundirse en la existencia de Brahman. En consecuencia, a los devotos nunca se les aconseja que se entreguen a especular sobre la naturaleza del Supremo o a meditar artificialmente en el vacío.
Sin embargo, uno no debe creer equivocadamente que después de la aniquilación de este cuerpo actual, no hay ningún cuerpo mediante el cual uno pueda asociarse con el Señor cara a cara. La entidad viviente es innaciente. No es cierto que se manifiesta con la creación del cuerpo material. Por otra parte, es cierto que el cuerpo material se desarrolla solo por deseo de la entidad viviente. La evolución del cuerpo material se debe a los deseos del ser viviente. De acuerdo con los deseos del ser viviente, el cuerpo material se desarrolla. Así que a partir del alma espiritual empieza a existir el cuerpo material, que se genera de la fuerza viviente. Como el ser viviente es eterno, existe al igual que el aire que se encuentra dentro del cuerpo. El aire existe dentro y fuera del cuerpo. Por lo tanto, cuando la cobertura externa, el cuerpo material, es aniquilada, la chispa viviente continúa existiendo, al igual que el aire que se encuentra dentro del cuerpo. Y por dirección del Señor, debido a que Él es el benefactor último, la entidad viviente es dotada de inmediato del cuerpo espiritual necesario y adecuado para su asociación con el Señor en la forma de sārūpya (con idéntico aspecto corporal), sālokya (con idéntica facilidad de vivir en el mismo planeta que el Señor), sārṣṭi (para poseer igual opulencia que el Señor), y sāmīpya (para asociarse con el Señor como un igual).
El Señor es tan bondadoso, que incluso si un devoto del Señor, por la asociación material, no puede cumplir el curso completo del servicio devocional puro e incontaminado, recibe otra oportunidad en la siguiente vida, al otorgársele un nacimiento en la familia de un devoto o de un hombre rico, de manera que, sin tenerse que dedicar a la lucha por la existencia material, pueda completar la restante purificación de su existencia, y, así pues, de inmediato, después de dejar el cuerpo actual, pueda ir de vuelta al hogar, de vuelta a Dios. Esto se confirma en el Bhagavad-gītā.
En el Bhagavat-sandarbha de Śrīla Jīva Gosvāmī Prabhupāda, se encuentra disponible una detallada información en relación con esto. El devoto, una vez que alcanza la existencia espiritual, queda situado ahí eternamente, como ya se discutió en el verso anterior.