Text 34
ṛte ’rthaṁ yat pratīyeta
na pratīyeta cātmani
tad vidyād ātmano māyāṁ
yathābhāso yathā tamaḥ
ṛte—sin; artham—valor; yat—aquello que; pratīyeta—parece ser; na—no; pratīyeta—parece ser; ca—y; ātmani—en relación conmigo; tat—eso; vidyāt—has de saber; ātmanaḥ—Mi; māyām—energía; yathā—tal como; ābhāsaḥ—el reflejo; yathā—como; tamaḥ—la oscuridad.
¡Oh, Brahmā!, todo lo que parece ser de algún valor, si no se encuentra relacionado conmigo, no tiene realidad. Ello has de considerarlo Mi energía ilusoria, que es ese reflejo que parece estar en la oscuridad.
SIGNIFICADO: En el verso anterior se ha concluido que, en cualquier etapa de la manifestación cósmica —su aparición, su manutención, su crecimiento, sus interacciones de diferentes energías, su deterioro y su desaparición— todo tiene su relación básica con la existencia de la Personalidad de Dios. Y por ello, cuando quiera que hay olvido de esa relación primaria con el Señor, y cuando quiera que se aceptan las cosas como reales, sin estar relacionadas con el Señor, esa concepción se dice que es producto de la energía ilusoria del Señor. Debido a que nada puede existir sin el Señor, ha de saberse que la energía ilusoria es también una energía del Señor. La conclusión correcta de acoplar todo de manera que todo esté relacionado con el Señor se denomina yoga-māyā, o la energía de unión, y la concepción errónea de separar algo de su relación con el Señor se denomina daivī-māyā, o mahā-māyā, del Señor. Ambas māyās tienen también relaciones con el Señor, debido a que nada puede existir sin estar relacionado con Él. Por ello, la errónea concepción de separar las relaciones del Señor no es falsa, sino ilusoria.
El tomar una cosa por otra se denomina ilusión. Por ejemplo, el tomar una soga por una serpiente es una ilusión, pero la soga no es falsa. La soga, tal como se encuentra frente a la persona engañada, no es falsa en absoluto, pero la creencia es ilusoria. Así pues, la errónea concepción de aceptar esta manifestación material como si estuviera divorciada de la energía del Señor es una ilusión, pero no es falsa. Y esa concepción ilusoria se denomina el reflejo de la realidad en la oscuridad de la ignorancia. Todo lo que parezca no estar «producido por Mi energía», se denomina māyā. La concepción de que la entidad viviente carece de forma o de que el Señor Supremo carece de forma, es también una ilusión. En el Bhagavad-gītā (2.12), el Señor dijo en el medio del campo de batalla que los guerreros que se encontraban de pie ante Arjuna, Arjuna mismo, e incluso el Señor, todos habían existido antes, estaban existiendo en el campo de batalla de Kurukṣetra, y también en el futuro todos continuarían siendo personalidades individuales, incluso después de la aniquilación del cuerpo actual, e incluso después de estar liberados del cautiverio de la existencia material. En todas las circunstancias, el Señor y las entidades vivientes son personalidades individuales, y las características personales tanto del Señor como de los seres vivientes, nunca son abolidas; solo la influencia de la energía ilusoria, el reflejo de la luz en la oscuridad, puede, por la misericordia del Señor, ser quitada. En el mundo material, la luz del Sol tampoco es independiente, ni tampoco la de la Luna. La verdadera fuente de luz es el brahmajyoti, que difunde luz desde el cuerpo trascendental del Señor, y la misma luz se refleja en diversas variedades de luz: la luz del Sol, la luz de la Luna, la luz del fuego y la luz de la electricidad. Así que la identidad del yo como si estuviera desconectado del Yo Supremo, el Señor, es también una ilusión, y la falsa afirmación de que «yo soy el Supremo», es la última trampa ilusoria de la misma māyā, o la energía externa del Señor.
El Vedānta-sūtra afirma en el propio comienzo, que todo nace del Supremo, y, así pues, como se explicó en el verso anterior, todas las entidades vivientes individuales nacen de la energía del supremo ser viviente, la Personalidad de Dios. El propio Brahmā nació de la energía del Señor, y todas las demás entidades vivientes nacen de la energía del Señor por intermedio de Brahmā; ninguno de ellos tiene existencia alguna si no está acoplado con el Señor Supremo.
La independencia de la entidad viviente individual no es verdadera independencia, sino que es solo el reflejo de la verdadera independencia que existe en el Ser Supremo, el Señor. La falsa pretensión de independencia suprema por parte de las almas condicionadas es una ilusión, y esta conclusión se admite en este verso.
Las personas que poseen poco acopio de conocimiento son engañadas, y, por lo tanto, los supuestos científicos, fisiólogos, filósofos empíricos, etc., quedan deslumbrados por el reflejo brillante del Sol, la Luna, la electricidad, etc., y niegan la existencia del Señor Supremo, exponiendo teorías y diferentes especulaciones acerca de la creación, manutención y aniquilación de todo lo material. El médico puede que niegue la existencia del alma dentro de la estructura corporal fisiológica de una persona individual, pero no puede darle vida a un cuerpo muerto, aun a pesar de que todos los mecanismos del cuerpo existen incluso después de la muerte. El psicólogo hace un estudio serio de las condiciones fisiológicas del cerebro, como si la construcción de la masa cerebral fuera la máquina de la mente funcional, pero en el cuerpo muerto, el psicólogo no puede reponer la función de la mente. Esos estudios científicos de la manifestación cósmica o de la estructura corporal, independientes del Señor Supremo, son solo diferentes gimnasias intelectuales reflexivas, pero al final todos son una ilusión y nada más. Todo ese avance de la ciencia y el conocimiento en el contexto actual de la civilización material, no es más que una acción de la influencia envolvente de la energía ilusoria. La energía ilusoria tiene dos fases de existencia, a saber: la influencia envolvente y la influencia lanzadora. Mediante la influencia lanzadora, la energía ilusoria lanza a las entidades vivientes a la oscuridad de la ignorancia, y mediante la influencia envolvente, cubre los ojos de los hombres, dándoles poco acopio de conocimiento acerca de la existencia de la Persona Suprema, la cual iluminó al supremo ser viviente individual, Brahmā. Aquí nunca se sostiene la identidad de Brahmā y el Señor Supremo, y, por ende, semejante declaración necia que hace el hombre que posee poco acopio de conocimiento, es otra manifestación de la energía ilusoria del Señor. El Señor dice en el Bhagavad-gītā (16.18-20) que las personas demoníacas que niegan la existencia del Señor son sumidas cada vez más en la oscuridad de la ignorancia, y, así pues, esas personas demoníacas transmigran vida tras vida sin conocimiento alguno acerca de la Suprema Personalidad de Dios.
Sin embargo, el hombre cuerdo se ilumina en la sucesión discipular que proviene de Brahmājī, quien fue instruido personalmente por el Señor, o en la sucesión discipular que proviene de Arjuna, quien fue instruido personalmente por el Señor en el Bhagavad-gītā. Él acepta la siguiente afirmación del Señor:
ahaṁ sarvasya prabhavo
mattaḥ sarvaṁ pravartate
iti matvā bhajante māṁ
budhā bhāva-samanvitāḥ
(Bg. 10.8)
El Señor es la fuente original de todas las emanaciones, y todo lo que se crea, se mantiene y se aniquila, existe en virtud de la energía del Señor. El hombre cuerdo que sabe esto es verdaderamente un entendido, y, por lo tanto, se vuelve devoto puro del Señor, dedicado al trascendental servicio amoroso del Señor.
A pesar de que la energía reflectora del Señor exhibe diversas ilusiones a los ojos de las personas que poseen poco acopio de conocimiento, la persona cuerda sabe claramente que el Señor puede actuar mediante Sus diferentes energías, aun desde muy, muy lejos de nuestra visión, tal como el fuego puede difundir calor y luz desde un lugar distante. En la ciencia médica de los antiguos sabios, conocida como āyur-veda, existe una aceptación definitiva de la supremacía del Señor, en las siguientes palabras:
jagad-yoner anicchasya
cid-ānandaika-rūpiṇaḥ
puṁso ’sti prakṛtir nityā
praticchāyeva bhāsvataḥ
acetanāpi caitanya-
yogena paramātmanaḥ
akarod viśvam akhilam
anityam nāṭakākṛtim
Existe una sola Persona Suprema que es la progenitora de esta manifestación cósmica, y cuya energía actúa como prakṛti, o la naturaleza material, deslumbrante como un reflejo. En virtud de esa acción ilusoria de prakṛti, hasta la materia muerta se hace mover mediante la cooperación de la energía viviente del Señor, y el mundo material parece un espectáculo dramático a los ojos ignorantes. En consecuencia, la persona ignorante puede que incluso sea un científico o un fisiólogo en el drama de prakṛti, mientras que la persona cuerda sabe que prakṛti es la energía ilusoria del Señor. Sobre la base de dicha conclusión, tal como se confirma en el Bhagavad-gītā, queda claro que las entidades vivientes son también una manifestación de la energía superior del Señor (parā prakṛti), de la misma manera en que el mundo material es una manifestación de la energía inferior del Señor (aparā prakṛti). La energía superior del Señor no puede ser igual que el Señor, si bien hay muy poca diferencia entre la energía y el poseedor de la energía, o entre el fuego y el calor. El fuego posee calor, pero el calor no es fuego. Algo tan sencillo como esto no lo entiende el hombre que posee poco conocimiento y que sostiene falsamente que el fuego y el calor es una misma cosa. Esa energía del fuego (es decir, el calor), se dice aquí que es un reflejo, y no directamente fuego. De modo que, la energía viviente representada por las entidades vivientes es el reflejo del Señor, y nunca es el propio Señor. Por ser reflejo del Señor, la existencia de la entidad viviente depende del Señor Supremo, quien es la luz original. De esta energía material se puede decir que es como la oscuridad, pues en realidad es oscuridad, y las actividades de las entidades vivientes en la oscuridad son reflejos de la luz original. Al Señor ha de entendérselo mediante el contexto de este verso. La no dependencia de ambas energías del Señor se dice que es māyā o ilusión. Nadie puede conseguirle una solución a la oscuridad de la ignorancia simplemente mediante el reflejo de la luz. En forma similar, nadie puede salirse de la existencia material simplemente en virtud de la luz reflejada, que procede del hombre común; uno tiene que recibir la luz de la propia luz original. El reflejo de la luz solar en la oscuridad es incapaz de disipar la oscuridad, pero la luz solar que se encuentra fuera del reflejo, puede disipar la oscuridad por completo. Nadie puede ver las cosas que se encuentran en un cuarto a oscuras. Luego una persona que se encuentra en lo oscuro siente temor de serpientes y escorpiones, a pesar de que puede que no haya tales cosas. Pero ante la luz, las cosas del cuarto pueden verse claramente, y el temor a las serpientes y escorpiones queda eliminado de inmediato. Uno tiene, entonces, que refugiarse en la luz del Señor, tal como se encuentra en el Bhagavad-gītā o en el Śrīmad-Bhāgavatam, y no en las personalidades reflectoras que carecen de contacto con el Señor. Nadie debe oír el Bhagavad-gītā ni el Śrīmad-Bhāgavatam de labios de una persona que no cree en la existencia del Señor. Dicha persona se encuentra desde ya condenada, y cualquier relación con semejante persona hace que el que se relacione también se condene.
De acuerdo con el Padma Purāṇa, dentro del ámbito material existen innumerables universos materiales, y todos ellos están llenos de oscuridad. Todo ser viviente, comenzando con los brahmās (existen innumerables brahmās en innumerables universos) y yendo hasta la insignificante hormiga, nace en la oscuridad y requiere la verdadera luz del Señor para verlo a Él directamente, tal como al Sol solo se lo puede ver mediante la luz directa del Sol. Ninguna lámpara o antorcha hecha por el hombre, por poderosa que sea, puede ayudarlo a uno a ver el Sol. El Sol se revela por sí mismo. En consecuencia, la acción de las diferentes energías del Señor, o la propia Personalidad de Dios, se puede comprender perfectamente mediante la luz que se manifiesta por la misericordia sin causa del Señor. Los impersonalistas dicen que a Dios no se lo puede ver. A Dios se lo puede ver mediante la luz de Dios, y no mediante especulaciones hechas por el hombre. Aquí se dice específicamente que esa luz es vidyāt, lo cual constituye una orden dada por el Señor a Brahmā. Esa orden directa del Señor es una manifestación de Su energía interna, y esa energía específica es el medio de ver al Señor cara a cara. No solo Brahmā puede comprender perfectamente a la Personalidad de Dios sin ninguna especulación mental, sino también cualquiera que reciba la gracia del Señor de ver esa misericordiosa y directa energía interna.