Text 43
tuṣṭaṁ niśāmya pitaraṁ
lokānāṁ prapitāmaham
devarṣiḥ paripapraccha
bhavān yan mānupṛcchati
tuṣṭam—satisfecho; niśāmya—después de ver; pitaram—el padre; lokānām—del universo entero; prapitāmaham—el bisabuelo; devarṣiḥ—el gran sabio Nārada; paripapraccha—preguntó; bhavān—tú; yat—tal como es; mā—de mí; anupṛcchati—indagando.
El gran sabio Nārada le hizo además preguntas detalladas a su padre, Brahmā, el bisabuelo de todo el universo, después de verlo bien satisfecho.
SIGNIFICADO: El proceso a seguir para entender el conocimiento espiritual o trascendental de labios de la persona iluminada, no es precisamente como hacerle una pregunta ordinaria al maestro de escuela. Los maestros de escuela de los días modernos son agentes a los que se les paga para que den cierta información; pero el maestro espiritual no es un agente a sueldo. Ni tampoco puede él impartir instrucción sin estar autorizado. En el Bhagavad-gītā (4.34), el proceso a seguir para comprender el conocimiento trascendental se describe de la siguiente manera:
tad viddhi praṇipātena
paripraśnena sevayā
upadekṣyanti te jñānaṁ
jñāninas tattva-darśinaḥ
A Arjuna se le aconsejó que recibiera el conocimiento trascendental de labios de la persona iluminada, mediante la entrega, las preguntas y el servicio. Recibir conocimiento trascendental no es como cambiar dinero; dicho conocimiento tiene que adquirirse mediante el servicio al maestro espiritual. Así como Brahmājī recibió el conocimiento directamente del Señor por haberlo complacido por completo, en forma similar uno tiene que recibir el conocimiento trascendental del maestro espiritual mediante la satisfacción de este. La satisfacción del maestro espiritual es el medio por el cual se asimila el conocimiento trascendental. Uno no puede entender el conocimiento trascendental con solo volverse un gramático. Los Vedas declaran que (Śvetāśvatara Upaniṣad 6.23):
yasya deve parā bhaktir
yathā deve tathā gurau
tasyaite kathitā hy arthāḥ
prakāśante mahātmanaḥ
«El conocimiento trascendental se le revela automáticamente solo a aquel que posee una devoción resuelta por el Señor y por el maestro espiritual». Esa relación entre el discípulo y el maestro espiritual es eterna. Aquel que es ahora el discípulo, es el siguiente maestro espiritual. Y uno no puede ser un maestro espiritual genuino y autorizado, a menos que le haya sido estrictamente obediente a su maestro espiritual. Brahmājī, como discípulo del Señor Supremo, recibió el verdadero conocimiento y se lo impartió a su querido discípulo Nārada, y, en forma similar, Nārada, como maestro espiritual, le entregó este conocimiento a Vyāsa, y así sucesivamente. Por lo tanto, los supuestos maestros espirituales y discípulos formales no son facsímiles de Brahmā y Nārada o de Nārada y Vyāsa. La relación entre Brahmā y Nārada es una realidad, mientras que la supuesta formalidad constituye la relación entre el engañador y el engañado. Aquí se menciona claramente que Nārada no solo tiene un buen comportamiento y es manso y obediente, sino que también es autocontrolado. Aquel que no es autocontrolado, específicamente en lo que respecta a la vida sexual, no puede volverse ni discípulo ni maestro espiritual. Uno debe tener un adiestramiento disciplinario para controlar el habla, la ira, la lengua, la mente, el estómago y el órgano genital. Aquel que ha controlado esos sentidos en particular, recibe el nombre de gosvāmī. Si uno no se vuelve un gosvāmī, no puede volverse ni discípulo ni maestro espiritual. El supuesto maestro espiritual que carece de control de los sentidos es ciertamente un engañador, y el discípulo de ese supuesto maestro espiritual es el engañado.
Uno no debe pensar en Brahmājī como en un bisabuelo muerto, tal como los que conocemos en este planeta. Él es el bisabuelo más viejo de todos, y aún vive, y Nārada también vive. La edad de los habitantes del planeta Brahmaloka se menciona en el Bhagavad-gītā. Los habitantes de este pequeño planeta Tierra difícilmente pueden calcular tan siquiera la duración de un día de Brahmā.