Text 25
yac ca vrajanty animiṣām ṛṣabhānuvṛttyā
dūre yamā hy upari naḥ spṛhaṇīya-śīlāḥ
bhartur mithaḥ suyaśasaḥ kathanānurāga-
vaiklavya-bāṣpa-kalayā pulakī-kṛtāṅgāḥ
yat—Vaikuṇṭha; ca—y; vrajanti—van; animiṣām—de los semidioses; ṛṣabha—principal; anuvṛttyā—siguiendo los pasos; dūre—guardando una distancia; yamāḥ—principios regulativos; hi—ciertamente; upari—encima; naḥ—de nosotros; spṛhaṇīya—ser deseado; śīlāḥ—buenas cualidades; bhartuḥ—del Señor Supremo; mithaḥ—el uno por el otro; suyaśasaḥ—glorias; kathana—por conversaciones, discursos; anurāga—atracción; vaiklavya—éxtasis; bāṣpa-kalayā—lágrimas en los ojos; pulakī-kṛta—estremeciendo; aṅgāḥ—cuerpos.
Las personas cuyos rasgos corporales cambian por causa del éxtasis y que respiran dificultosamente y sudan cuando oyen las glorias del Señor son ascendidas al reino de Dios, aunque no tengan interés por la meditación ni otras austeridades. El reino de Dios está por encima de los universos materiales, y es deseado por Brahmā y otros semidioses.
SIGNIFICADO: Aquí se afirma claramente que el reino de Dios está por encima de los universos materiales. Tal como por encima de esta Tierra hay muchos cientos de miles de planetas más elevados, también hay muchos millones y billones de planetas espirituales que pertenecen al cielo espiritual. Brahmājī declara aquí que el reino espiritual está por encima del reino de los semidioses. Se puede entrar al reino del Señor Supremo solo cuando en la persona hay un alto desarrollo de las cualidades deseables. Toda buena cualidad se desarrolla en la persona del devoto. Se establece en el verso 12 del decimoctavo capítulo del Quinto Canto del Śrīmad-Bhāgavatam que cualquiera que sea consciente de Kṛṣṇa está dotado de todas las buenas cualidades de los semidioses. En el mundo material se tienen en alta consideración las cualidades de los semidioses, tal como, incluso en nuestro ámbito de experiencia, las cualidades de un caballero gozan de mayor aprecio que las cualidades de un hombre ignorante o de un hombre que se encuentra en una condición de vida inferior. Las cualidades de los semidioses de los planetas superiores están muy por encima de las cualidades de los habitantes de esta Tierra.
Brahmājī, con esto, confirma que solo las personas que han desarrollado las cualidades deseables pueden entrar en el reino de Dios. En el Caitanya-caritāmṛita, se describen las cualidades que son de desear en el devoto, en número de veintiséis. Se enumeran como sigue: es muy bondadoso; no riñe con nadie; acepta que la conciencia de Kṛṣṇa es la meta más elevada en la vida; es ecuánime; nadie puede encontrar defectos en su carácter; es magnánimo, dócil, y siempre limpio, tanto interna como externamente; no afirma poseer nada en este mundo material; es un benefactor de todas las entidades vivientes; es pacífico y un alma completamente entregada a Kṛṣṇa; no tiene deseos materiales que satisfacer; es manso y humilde, siempre estable, y ha conquistado las actividades de los sentidos; no come más que lo que se necesita para que el cuerpo y el alma sigan unidos; nunca enloquece persiguiendo renombre material; es respetuoso con los demás y no exige respeto para sí; es muy grave, muy compasivo y muy amistoso; es poético; es experto en toda clase de actividades, y no habla necedades. De modo parecido, en el verso 21 del vigésimo capítulo quinto del Tercer Canto del Śrīmad-Bhāgavatam, se mencionan las virtudes de una persona santa. Se dice allí que una persona santa, candidata para entrar en el reino de Dios, es muy tolerante y muy bondadosa con todas las entidades vivientes. No es parcial; es bueno tanto con los seres humanos como con los animales. No es un necio de los que van a matar una cabra Nārāyaṇa para dar de comer a un humano Nārāyaṇa, o daridra-nārāyaṇa. Es muy bondadoso con todas las entidades vivientes; no tiene, en consecuencia, enemigos. Es muy pacífico. Estas son las cualidades de las personas candidatas para entrar en el reino de Dios. El verso 2 del quinto capítulo del Quinto Canto del Śrīmad-Bhāgavatam corrobora que una persona así se libera gradualmente y entra en el reino de Dios. También el verso 24 del tercer capítulo del Segundo Canto del Śrīmad-Bhāgavatam afirma que, si una persona no llora ni exhibe cambios en su cuerpo tras cantar el santo nombre de Dios sin ofensas, debe entenderse que es dura de corazón y que, por esta causa, su corazón no cambia ni siquiera tras cantar el santo nombre de Dios, Hare Kṛṣṇa. Estos cambios en el cuerpo pueden tener lugar debido al éxtasis cuando cantamos sin ofensas los santos nombres de Dios: Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare.
Cabe señalar que hay diez ofensas que se deben evitar. La primera ofensa es menospreciar a personas que intentan en sus vidas difundir las glorias del Señor. La gente debe ser educada en la comprensión de las glorias del Supremo; por esta causa los devotos que se ocupan en predicar las glorias del Señor no deben ser nunca menospreciados. Esta es la mayor de las ofensas. Además, el santo nombre de Viṣṇu es el nombre más auspicioso, y Sus pasatiempos tampoco son diferentes del santo nombre del Señor. Hay muchas personas necias que dicen que se puede cantar Hare Kṛṣṇa o cantar el nombre de Kālī o Durgā o Śiva, porque son todos iguales. Si se considera que el santo nombre de la Suprema Personalidad de Dios y los nombres y actividades de los semidioses están al mismo nivel, o si se acepta que el santo nombre de Viṣṇu es una vibración sonora material, esto es también una ofensa. La tercera ofensa es pensar que el maestro espiritual que propaga las glorias del Señor es un ser humano común. La cuarta ofensa es considerar que las Escrituras védicas, como los Purāṇas u otras Escrituras reveladas trascendentalmente, son libros ordinarios de conocimiento. La quinta ofensa es pensar que los devotos han dado importancia artificial al santo nombre de Dios. El hecho real es que el Señor no es diferente de Su nombre. La comprensión más elevada de valía espiritual es cantar el santo nombre de Dios, como para esta era se establece: Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare. La sexta ofensa es dar al santo nombre de Dios alguna interpretación. La séptima ofensa es actuar de manera pecaminosa amparándose en el canto del santo nombre de Dios. Se entiende que es posible liberarse de toda reacción pecaminosa por el mero hecho de cantar el santo nombre de Dios, pero si se piensa que, por ello, se está en libertad para cometer toda clase de actos pecaminosos, este es un signo de ofensa. La octava ofensa es equiparar el canto de Hare Kṛṣṇa con otras actividades espirituales, como meditación, austeridad, penitencia o sacrificio. No se pueden equiparar a ningún nivel. La novena ofensa es glorificar específicamente la importancia del santo nombre frente a personas que no tienen interés. La décima ofensa es estar apegado al concepto erróneo de la posesión de algo, o aceptar el cuerpo como el propio yo, mientras se pone en práctica el proceso del cultivo espiritual.
Cuando la persona está libre de todas estas diez ofensas en el canto del santo nombre de Dios, desarrolla las peculiaridades extáticas corporales denominadas pulakāśru. Pulaka quiere decir: «signos de felicidad», y aśru quiere decir: «lágrimas en los ojos». Los signos de felicidad y lágrimas en los ojos deben aparecer en una persona que ha cantado el santo nombre sin ofensas. Se afirma aquí, en este verso, que aquellos que manifiestan realmente los signos de felicidad y lágrimas en los ojos al cantar las glorias del Señor son candidatos para entrar en el reino de Dios. En el Caitanya-caritāmṛta se dice que, si no se manifiestan esos signos al cantar Hare Kṛṣṇa, hay que deducir que todavía se cometen ofensas. El Caitanya-caritāmṛta sugiere un buen remedio para esto. En el verso 31 del octavo capítulo del Ādi-līlā se dice que, si nos refugiamos en Śrī Caitanya y, simplemente, cantamos el santo nombre del Señor, Hare Kṛṣṇa, nos liberamos de toda ofensa.