Text 6
sa tudyamāno ’ri-durukta-tomarair
daṁṣṭrāgra-gāṁ gām upalakṣya bhītām
todaṁ mṛṣan niragād ambu-madhyād
grāhāhataḥ sa-kareṇur yathebhaḥ
saḥ—Él; tudyamānaḥ—dolido; ari—del enemigo; durukta—por las palabras injuriosas; tomaraiḥ—por las armas; daṁṣṭra-agra—en los extremos de Sus colmillos; gām—situada; gām—la Tierra; upalakṣya—viendo; bhītām—aterrorizada; todam—el sinsabor; mṛṣan—tolerando; niragāt—salió; ambu-madhyāt—del interior del agua; grāha—por un cocodrilo; āhataḥ—atacado; sa-kareṇuḥ—junto con una elefanta; yathā—como; ibhaḥ—un elefante.
El Señor, aunque dolido por las palabras del demonio, injuriosas como aguijones, toleró el sinsabor. Pero al ver que la Tierra en los extremos de Sus colmillos estaba aterrorizada, salió del agua tal como un elefante que con su compañera hembra emerge cuando sufre la embestida de un caimán.
SIGNIFICADO: El filósofo māyāvādī no puede entender que el Señor tenga sentimientos. El Señor Se siente satisfecho si alguien Le dedica una hermosa oración, y, del mismo modo, si alguien menosprecia Su existencia o Le insulta, Dios Se siente descontento. Los filósofos māyāvādīs, que son prácticamente demonios, menosprecian a la Suprema Personalidad de Dios. Dicen que Dios no tiene cabeza, ni forma, ni existencia, ni piernas, manos ni demás miembros del cuerpo. Es decir, dicen que está muerto o es inválido. Todos estos conceptos erróneos sobre el Señor Supremo son para Él fuente de descontento; nunca Se complace con estas descripciones ateas. En este caso, aunque el Señor Se sintió triste a causa de las hirientes palabras del demonio, salvó la Tierra, para satisfacción de los semidioses, que son siempre Sus devotos. La conclusión es que Dios es sensitivo como nosotros. Nuestras oraciones Le satisfacen, y nuestras palabras ariscas contra Él Le contrarían. A fin de proteger a Su devoto, está siempre dispuesto a tolerar las palabras insultantes de los ateos.