Text 36
tathāpi kīrtayāmy aṅga
yathā-mati yathā-śrutam
kīrtiṁ hareḥ svāṁ sat-kartuṁ
giram anyābhidhāsatīm
tathā—por lo tanto; api—aunque es así; kīrtayāmi—yo describo; aṅga—¡oh, Vidura!; yathā—tanto como; mati—inteligencia; yathā—tanto como; śrutam—oí; kīrtim—glorias; hareḥ—del Señor; svām—propias; sat-kartum—solo purifica; giram—discursos; anyābhidhā—de lo contrario; asatīm—impúdica.
A pesar de mi incapacidad, todo lo que he podido oír [de labios de mi maestro espiritual], y todo lo que pude asimilar, lo estoy describiendo ahora para glorificación del Señor mediante el habla pura, pues de lo contrario, mi capacidad de hablar permanecería impúdica.
SIGNIFICADO: La purificación del alma condicionada exige la purificación de su conciencia. Por la presencia de la conciencia se verifica la presencia del alma trascendental, y tan pronto como la conciencia abandona el cuerpo material, este deja de estar activo. La conciencia se percibe, en consecuencia, mediante las actividades. La teoría que exponen los filósofos empíricos de que la conciencia puede permanecer en un estado inactivo es la prueba de su débil base de conocimiento. Uno no debe ser impúdico, deteniendo las actividades de la conciencia pura. Si las actividades de la conciencia pura se detienen, es seguro que la fuerza viviente consciente se ocupará de alguna otra manera, pues la conciencia no puede permanecer sin estar ocupada. La conciencia no puede estar en silencio ni siquiera por un momento. Cuando el cuerpo no actúa, la conciencia actúa en forma de sueños. La inconsciencia es artificial; mediante una ayuda ajena inducida, permanece por un período limitado, pero cuando el efecto de la droga se termina, o cuando uno se despierta, la conciencia actúa de nuevo ardientemente.
Maitreya dice que para evitar las impúdicas actividades conscientes, estaba tratando de describir las ilimitadas glorias del Señor, aunque no tenía la capacidad de describirlas perfectamente. Esa glorificación del Señor no es el producto de la investigación, sino el resultado de oír sumisamente a la autoridad constituida por el maestro espiritual. Tampoco es posible repetir todo lo que uno ha oído de su maestro espiritual, pero uno puede narrar tanto como le sea posible mediante su honesto esfuerzo. No importa si las glorias del Señor se explican o no por completo. Uno debe intentar ocupar sus actividades corporales, mentales y verbales en la glorificación trascendental del Señor, pues de lo contrario dichas actividades permanecerán impúdicas e impuras. La existencia del alma condicionada puede purificarse únicamente mediante el método de ocupar la mente y el habla al servicio del Señor. El tridaṇḍi-sannyāsī de la escuela vaiṣṇava acepta tres varas, que representan el voto de dedicarse al servicio del Señor con el cuerpo, la mente y el habla, mientras que el ekadaṇḍi-sannyāsī hace el voto de volverse uno con el Supremo. Como el Señor es el Absoluto, no hay distinción entre Él y Sus glorias. Las glorias del Señor, como las canta el sannyāsī vaiṣṇava, son tan sustanciales como el propio Señor, y, por ello, mientras el devoto glorifica al Señor, se vuelve uno con Él en cuanto se refiere al interés trascendental, aunque permanece eternamente como un servidor trascendental. Esa posición de identidad y diferencia simultáneas del devoto lo vuelve eternamente purificado, y, en esa forma, su vida se convierte en un completo éxito.