Text 10
ahny āpṛtārta-karaṇā niśi niḥśayānā
nānā-manoratha-dhiyā kṣaṇa-bhagna-nidrāḥ
daivāhatārtha-racanā ṛṣayo ’pi deva
yuṣmat-prasaṅga-vimukhā iha saṁsaranti
ahni—durante el día; āpṛta—ocupados; ārta—ocupación angustiosa; karaṇāḥ—sentidos; niśi—de noche; niḥśayānāḥ—insomnio; nānā—diversas; manoratha—especulaciones mentales; dhiyā—por la inteligencia; kṣaṇa—constantemente; bhagna—roto; nidrāḥ—sueño; daiva—sobrehumano; āhata-artha—frustrados; racanāḥ—planes; ṛṣayaḥ—grandes sabios; api—también; deva—¡oh, mi Señor!; yuṣmat—de Tu Señoría; prasaṅga—tema; vimukhāḥ—puesto en contra; iha—en este (mundo material); saṁsaranti—rotan.
Semejantes no devotos ocupan sus sentidos en un trabajo muy extenso y molesto, y por la noche sufren de insomnio debido a que su inteligencia constantemente corta su sueño con diversas especulaciones mentales. Todos sus diversos planes los frustra el poder sobrenatural. Incluso los grandes sabios, si están en contra de Tus temas trascendentales, habrán de rotar en este mundo material.
SIGNIFICADO: Como se describió en el verso anterior, la gente que no siente ninguna atracción por el servicio devocional del Señor está dedicada a ocupaciones materiales. La mayoría se dedican durante el día a una ardua labor física; sus sentidos, de una manera muy extensa, están ocupados en tareas molestas en las gigantescas plantas de una empresa industrial pesada. Los dueños de esas fábricas están dedicados a buscar un mercado para sus productos industriales, y los obreros están dedicados a la producción masiva, que implica inmensos dispositivos mecánicos. «Fábrica» es otro nombre que se le da al infierno. De noche, las personas con una ocupación infernal utilizan el vino y las mujeres para satisfacer sus cansados sentidos, pero no pueden ni siquiera dormir profundamente, pues sus diversos planes, producto de la especulación mental, interrumpen constantemente su sueño. Como sufren de insomnio, a veces sienten sueño por la mañana debido a la falta de suficiente descanso. Por el plan del poder sobrenatural, hasta los grandes científicos y pensadores del mundo ven el fracaso de sus diversos planes, y, así pues, se pudren en el mundo material nacimiento tras nacimiento. Puede que un gran científico haga descubrimientos en el campo de la energía atómica para la rápida destrucción del mundo, y puede que se le otorgue el mejor de todos los premios en reconocimiento a su servicio (o antiservicio), pero él también tiene que someterse a las reacciones de su trabajo, rotando en el ciclo de repetidos nacimientos y muertes bajo el control de la sobrehumana ley de la naturaleza material. Toda esa gente que está en contra del principio del servicio devocional está destinada a rotar inevitablemente en este mundo material.
Este verso menciona particularmente que incluso los sabios que están en contra de los principios del servicio devocional al Señor están condenados a someterse a los términos de la existencia material. No solo en esta era, sino también en el pasado, hubo muchos sabios que trataron de inventar sus propios sistemas de religión sin hacer referencia al servicio devocional al Señor Supremo, pero no puede haber ningún principio religioso sin servicio devocional al Señor. El Señor Supremo es el líder de toda la gama de entidades vivientes, y nadie puede ser igual ni más grande que Él. Ni siquiera el aspecto impersonal del Señor ni el aspecto localizado y omnipresente pueden estar al mismo nivel que la Suprema Personalidad de Dios. Por consiguiente, no puede haber ninguna religión ni sistema filosófico genuino para el avance de las entidades vivientes sin el principio del servicio devocional.
Los impersonalistas, que soportan muchas molestias en la ejecución de penitencia y austeridad para lograr la liberación del ser, puede que se acerquen al brahmajyoti impersonal, pero, en fin de cuentas, por no encontrarse en el estado de servicio devocional, se deslizan de nuevo al mundo material para someterse a otro período de existencia material. Esto se confirma de la siguiente manera:
ye ’nye ’ravindākṣa vimukta-māninas
tvayy asta-bhāvād aviśuddha-buddhayaḥ
āruhya kṛcchreṇa paraṁ padaṁ tataḥ
patanty adho ’nādṛta-yuṣmad-aṅghrayaḥ
«Las personas que tienen la falsa impresión de que están liberadas, sin el servicio devocional del Señor, puede que alcancen la meta del brahmajyoti, pero debido a su conciencia impura y a la falta de refugio en los Vaikuṇṭhalokas, esas personas supuestamente liberadas caen de nuevo a la existencia material» (Bhāg. 10.2.32).
Por lo tanto, nadie puede inventar ningún sistema de religión sin el principio de servicio devocional al Señor. Como observamos en el Canto Sexto del Śrīmad-Bhāgavatam, el inaugurador de los principios religiosos es el propio Señor. También en el Bhagavad-gītā observamos que el Señor condena todas las formas de religión que no implican el proceso de entregarse al Supremo. Cualquier sistema que conduzca al servicio devocional del Señor es verdadera religión o filosofía, y nada más lo es. En el Canto Sexto encontramos las siguientes declaraciones de Yamarāja, el controlador de todas las entidades vivientes infieles:
dharmaṁ tu sākṣād bhagavat-praṇītaṁ
na vai vidur ṛṣayo nāpi devāḥ
na siddha-mukhyā asurā manuṣyāḥ
kuto nu vidyādhara-cāraṇādayaḥ
svayambhūr nāradaḥ śambhuḥ
kumāraḥ kapilo manuḥ
prahlādo janako bhīṣmo
balir vaiyāsakir vayam
dvādaśaite vijānīmo
dharmaṁ bhāgavataṁ bhaṭāḥ
guhyaṁ viśuddhaṁ durbodhaṁ
yaṁ jñātvāmṛtam aśnute
«Los principios de la religión son inaugurados por la Suprema Personalidad de Dios, y nadie más puede manufacturar semejantes principios, ni siquiera los sabios y semidioses. Como ni siquiera los grandes sabios y semidioses están autorizados a inaugurar dichos principios de religión, ¿qué decir de otras personas, como supuestos místicos, demonios, seres humanos, vidyādharas y cāraṇas que viven en los planetas inferiores? Hay doce personalidades que son agentes del Señor, autorizados para hablar y propagar los principios de la religión: Brahmā, Nārada, Śiva, Kumāra, Kapila, Manu, Prahlāda Mahārāja, Janaka Mahārāja, Bhīṣma, Bali, Śukadeva Gosvāmī y Yamarāja» (Bhāg. 6.3.19-21).
Los principios de la religión no están abiertos a cualquier entidad viviente común. Tienen el único objeto de llevar al ser humano al nivel de la moralidad. La no violencia, etc., son necesarios para las personas descarriadas, pues, a menos que uno observe principios de moral y no violencia, no puede entender los principios de la religión. Entender lo que verdaderamente es religión es algo muy difícil, incluso para alguien que sigue los principios de moral y no violencia. Es algo muy confidencial, debido a que, tan pronto como uno se vuelve versado en los principios verdaderos de la religión, de inmediato queda liberado y se vuelve partícipe de la vida eterna de bienaventuranza y conocimiento. En consecuencia, aquel que no sigue los principios del servicio devocional al Señor no debe erigirse en líder religioso del público inocente. El Śrī Īśopaniṣad prohíbe ese disparate de manera enfática en el siguiente mantra:
andhaṁ tamaḥ praviśanti
ye ’sambhūtim upāsate
tato bhūya iva te tamo
ya u sambhūtyāṁ ratāḥ
(Īśopaniṣad 12)
Una persona que desconoce los principios de la religión y que, por ello, no hace nada en relación con la religión, es mucho mejor que una persona que descarría a otros en nombre de la religión, sin hacer referencia a los verdaderos principios religiosos del servicio devocional. Esos supuestos líderes de la religión habrán de ser condenados con toda seguridad por Brahmā y otras grandes autoridades.