Text 14
evaṁ bahu-savaṁ kālaṁ
mahātmāvicalendriyaḥ
tri-vargaupayikaṁ nītvā
putrāyādān nṛpāsanam
evam—de este modo; bahu—muchos; savam—años; kālam—tiempo; mahā-ātmā—gran alma; avicala-indriyaḥ—sin que la agitación de los sentidos le perturbase; tri-varga—tres tipos de actividades mundanas; aupayikam—favorable para ejecutar; nītvā—habiendo pasado; putrāya—a su hijo; adāt—entregó; nṛpa-āsanam—el trono real.
La gran alma Dhruva Mahārāja, que tenía pleno dominio de sí mismo, pasó de ese modo muchísimos años, en los que llevó a cabo de modo favorable tres tipos de actividades mundanas, a saber: la religiosidad, el crecimiento económico, y la satisfacción de todos los deseos materiales. Después, puso a su hijo a cargo del trono real.
SIGNIFICADO: La observancia de principios religiosos es el proceso adecuado para obtener la perfección de la vida materialista, pues lleva de modo natural al éxito en el crecimiento económico, con lo cual todos los deseos materiales se satisfacen sin dificultad. Dhruva Mahārāja, como rey, tenía que mantener un nivel de vida elevado, pues de lo contrario, no le habría sido posible gobernar a la gente. Por lo tanto, eso fue lo que hizo, y lo hizo a la perfección. Sin embargo, tan pronto como vio que su hijo había llegado a la edad adulta y podía hacerse cargo del trono real, le hizo entrega del cargo y se retiró de todas las ocupaciones materiales.
Muy significativa en este verso es la palabra avicalendriyaḥ, que significa que sus sentidos no le perturbaban con agitaciones, y que todo su poder seguía intacto, aunque por la edad ya era muy anciano. Como gobernó el mundo durante treinta y seis mil años, es lógico concluir que tenía que ser muy anciano, pero de hecho sus sentidos se mantenían muy jóvenes. Sin embargo, no estaba interesado en complacerlos. En otras palabras, seguía teniendo dominio de sí mismo. En el cumplimiento de sus deberes, siguió los principios materialistas a la perfección. Así es el comportamiento de los grandes devotos. Śrīla Raghunātha dāsa Gosvāmī, uno de los discípulos directos del Señor Caitanya, era hijo de un hombre muy rico. Aunque no tenía interés en disfrutar de la felicidad material, cuando le confiaron un asunto relativo al gobierno del estado, lo hizo a la perfección. Śrīla Gaurasundara le aconsejó: «Por dentro, tú y tu mente deben estar aparte de todo, pero externamente debes hacer lo que haga falta para cumplir tus deberes materiales». Esa posición trascendental solo está al alcance de los devotos, como se explica en el Bhagavad-gītā. Mientras que otros, como los yogīs, tratan de controlar sus sentidos por la fuerza, los devotos, aun en pleno uso de las facultades de sus sentidos, no se sirven de ellas, sino que se ocupan en actividades superiores y trascendentales.