Text 46
kad-apatyaṁ varaṁ manye
sad-apatyāc chucāṁ padāt
nirvidyeta gṛhān martyo
yat-kleśa-nivahā gṛhāḥ
kad-apatyam—mal hijo; varam—mejor; manye—pienso; sat-apatyāt—que un buen hijo; śucām—de dolor; padāt—la fuente; nirvidyeta—se desapega; gṛhāt—del hogar; martyaḥ—un hombre mortal; yat—debido al cual; kleśa-nivahāḥ—infernal; gṛhāḥ—hogar.
Entonces el rey pensó: Es mejor un mal hijo que un buen hijo, pues el buen hijo hace que nos apeguemos al hogar, mientras que el mal hijo, no. Un mal hijo hace del hogar un infierno del que el hombre inteligente, de un modo natural, se desapega con gran facilidad.
SIGNIFICADO: El rey comenzó a plantearse la cuestión del apego y el desapego del hogar material. Prahlāda Mahārāja compara el hogar material con un pozo oscuro. Cuando un hombre cae en un pozo oscuro, es muy difícil que salga y continúe viviendo. Prahlāda Mahārāja nos aconseja que abandonemos lo antes posible ese oscuro pozo de la vida familiar y vayamos al bosque a refugiarnos en la Suprema Personalidad de Dios. En la civilización védica es obligatorio abandonar el hogar en las etapas de vānaprastha y sannyāsa. Sin embargo, la gente está tan apegada a sus hogares que no quieren retirarse de la vida familiar ni cuando están a punto de morir. Por eso el rey Aṅga, planteándose la cuestión del desapego, reconoció que aquel mal hijo era un buen aliciente para desapegarse de la vida familiar. En consecuencia consideró que aquel mal hijo era su amigo, pues le estaba ayudando a desapegarse del hogar. Finalmente, hay que aprender a desapegarse del apego a la vida material; por lo tanto, si un mal hijo ayuda con su mal comportamiento a un hombre casado a apartarse del hogar, ese hijo es una bendición.