Text 12
tam atrir bhagavān aikṣat
tvaramāṇaṁ vihāyasā
āmuktam iva pākhaṇḍaṁ
yo ’dharme dharma-vibhramaḥ
tam—al rey Indra; atriḥ—el sabio Atri; bhagavān—muy poderoso; aikṣat—pudo ver; tvaramāṇam—moviéndose apresuradamente; vihāyasā—en el espacio exterior; āmuktam iva—como una persona liberada; pākhaṇḍam—impostor; yaḥ—el que; adharme—en irreligión; dharma—religión; vibhramaḥ—confundiendo.
Para robar el caballo, el rey Indra se vistió con los hábitos de una persona liberada. De hecho, su vestimenta era una forma de engaño, pues creaba una falsa impresión religiosa. Cuando Indra salió al espacio exterior vestido de esa forma, el gran sabio Atri lo vio y pudo darse cuenta de lo que sucedía.
SIGNIFICADO: A veces, la palabra pākhaṇḍa que se emplea en este verso se pronuncia pāṣaṇḍa. Ambas palabras se refieren a un impostor que se hace pasar por persona muy religiosa cuando en realidad es un pecador. Indra se vistió con ropas azafrán con la intención de engañar a otros. Han sido muchos los impostores que se han hecho pasar por personas liberadas o encarnaciones de Dios, abusando del color azafrán de sus ropas. De este modo, se engaña a la gente. Como ya hemos mencionado muchas veces, el alma condicionada tiene la tendencia a engañar; esa cualidad, por lo tanto, también era visible en una persona de la talla del rey Indra. De esto se desprende que ni siquiera el rey Indra está liberado de las garras de la contaminación material. Por eso se emplean las palabras āmuktam iva, que significan «como si estuviese liberado». Las ropas azafrán de un sannyāsī anuncian al mundo que esa persona ha renunciado a todos los asuntos mundanos, y está simplemente ocupada en el servicio del Señor. Ese devoto es el verdadero sannyāsī, la verdadera persona liberada. En el Bhagavad-gītā (6.1), se dice:
anāśritaḥ karma-phalaṁ
kāryaṁ karma karoti yaḥ
sa sannyāsī ca yogī ca
na niragnir na cākriyaḥ
«Aquel que no está apegado a los frutos de sus actividades y actúa cumpliendo con su obligación se encuentra en la orden de vida de renunciación y es el verdadero místico, y no el que no enciende ningún fuego ni cumple ningún deber».
En otras palabras, el verdadero sannyāsī, el verdadero yogī, es aquel que ofrece el resultado de sus actividades a la Suprema Personalidad de Dios. Los sannyāsīs y yogīs engañadores vienen existiendo desde la época del sacrificio de Mahārāja Pṛthu. Fue el rey Indra quien cometió la necedad de dar origen a esa clase de engaño. En algunas eras ese engaño se hace notar mucho, y en otras, no tanto. El sannyāsī tiene el deber de ser muy prudente, porque, como afirma el Señor Caitanya: sannyāsīra alpa chidra sarva-loke gāya: La gente agrandará la más mínima mancha que pueda encontrarse en el carácter de un sannyāsī (Cc. Madhya 12.51). Por lo tanto, con excepción de personas muy sinceras y serias, nadie debe entrar en la orden de sannyāsa. Esa orden no debe utilizarse como un medio para engañar a la gente. En la era de Kali es mejor no entrar en la orden de sannyāsa, pues en esta era las provocaciones son muy fuertes. Solo personas muy excelsas y avanzadas en comprensión espiritual deben tratar de entrar en esa orden. Nadie debe hacerlo por motivos materiales o como una forma de ganarse el sustento.