Text 31
tvan-māyayāddhā jana īśa khaṇḍito
yad anyad āśāsta ṛtātmano ’budhaḥ
yathā cared bāla-hitaṁ pitā svayaṁ
tathā tvam evārhasi naḥ samīhitum
tvat—Tuya; māyayā—por la energía ilusoria; addhā—ciertamente; janaḥ—la generalidad de la gente; īśa—¡oh, mi Señor!; khaṇḍitaḥ—separado; yat—debido a; anyat—otro; āśāste—desean; ṛta—verdadero; ātmanaḥ—del ser; abudhaḥ—sin la comprensión correcta; yathā—como; caret—se ocuparía en; bāla-hitam—el bienestar de su hijo; pitā—el padre; svayam—personalmente; tathā—de manera similar; tvam—Tu Señoría; eva—ciertamente; arhasi naḥ samīhitum—por favor, actúa en beneficio mío.
Mi Señor, debido a Tu energía ilusoria, en el mundo material todos los seres vivientes han olvidado su verdadera posición constitucional, y llevados por la ignorancia, siempre están deseosos de felicidad material en la forma de sociedad, amistad y amor. Por favor, no me pidas que acepte de Ti beneficios materiales; en lugar de ello, como un padre que hace todo lo necesario por el bien del hijo sin esperar que este se lo pida, concédeme, por favor, lo que Tú consideres mejor para mí.
SIGNIFICADO: El hijo tiene el deber de depender del padre sin pedirle nada a cambio. El buen hijo tiene fe en que el padre sabe qué es lo mejor para él. De la misma manera, el devoto puro no pide al Señor ningún beneficio, ni material ni espiritual. El devoto puro está completamente entregado a los pies de loto del Señor, y el Señor, como se explica en el Bhagavad-gītā (18.66), se hace cargo de él: ahaṁ tvāṁ sarva-pāpebhyo mokṣayiṣyāmi. El padre sabe lo que el hijo necesita, y se lo proporciona, y el Señor Supremo sabe lo que necesitan las entidades vivientes y se lo proporciona en abundancia. Por eso el Īśopaniṣad afirma que en el mundo material todo está completo (pūrṇam idam). La dificultad estriba en que las entidades vivientes, por causa del olvido, crean deseos innecesarios y se enredan en actividades materiales. Como resultado, las actividades materiales continúan vida tras vida sin interrupción.
Tenemos ante nosotros gran variedad de entidades vivientes, todas las cuales están enredadas en transmigraciones y actividades. Nuestro deber consiste simplemente en entregarnos a la Suprema Personalidad de Dios y dejar que Él Se encargue de todo, pues Él sabe lo que nos conviene.
Por esa razón, Pṛthu Mahārāja dice al Señor que, como padre supremo, elija lo más beneficioso para él y se lo conceda. Esa es la posición pefecta para la entidad viviente. Śrī Caitanya Mahāprabhu nos enseña en Su Śikṣāṣṭaka:
na dhanaṁ na janaṁ na sundarīṁ
kavitāṁ vā jagad-īśa kāmaye
mama janmani janmanīśvare
bhavatād bhaktir ahaitukī tvayi
«¡Oh, Señor Todopoderoso!, no tengo ningún deseo de acumular riquezas, ni de disfrutar de bellas mujeres, ni quiero tener seguidor alguno. Lo único que quiero en mi vida es Tu servicio devocional sin causa nacimiento tras nacimiento».
En conclusión, el devoto puro no debe aspirar a obtener ningún beneficio material del servicio devocional, ni debe dejarse seducir por las actividades fruitivas ni por la especulación filosófica. Debe estar siempre ocupado en el servicio del Señor con una actitud favorable. Esa es la perfección más elevada de la vida.