Text 36
pare ’vare ca ye bhāvā
guṇa-vyatikarād anu
na teṣāṁ vidyate kṣemam
īśa-vidhvaṁsitāśiṣām
pare—en el nivel de vida superior; avare—en el nivel de vida inferior; ca—y; ye—todos esos; bhāvāḥ—conceptos; guṇa—cualidades materiales; vyatikarāt—por interacción; anu—seguir; na—nunca; teṣām—de ellos; vidyate—existe; kṣemam—corrección; īśa—el Señor Supremo; vidhvaṁsita—destruidos; āśiṣām—de las bendiciones.
Hay estados superiores de vida que, comparados con los estados inferiores, nos parecen bendiciones, pero debemos de saber que esas diferencias se basan únicamente en los intercambios de las modalidades de la naturaleza material. En realidad, esos estados de vida no tienen una existencia permanente, pues todos serán destruidos por el controlador supremo.
SIGNIFICADO: En nuestra existencia material, una forma de vida superior nos parece una bendición; y una forma inferior, una maldición. Esa diferencia entre «superior» e «inferior» solo existe mientras se da la interacción de las diversas cualidades materiales (guṇas). En otras palabras, por nuestras actividades buenas nos elevamos a los sistemas planetarios superiores o a un nivel de vida superior (con buena educación, belleza física, etc.). Esos son los resultados de las actividades piadosas. De manera similar, las actividades impías traen consigo la incultura, la fealdad, la pobreza, etc. Sin embargo, todos esos estados de vida están supeditados a las leyes de la naturaleza material mediante la interacción de las cualidades de la bondad, la pasión y la ignorancia. Esas cualidades dejarán de actuar en el momento de la disolución de la manifestación cósmica. Por consiguiente, el Señor dice en el Bhagavad-gītā (8.16):
ābrahma-bhuvanāl lokāḥ
punar āvartino ’rjuna
mām upetya tu kaunteya
punar janma na vidyate
Mediante el avance del conocimiento científico o los principios religiosos de la vida —grandes sacrificios y actividades fruitivas—, podemos elevarnos hasta el sistema planetario más elevado. Sin embargo, aunque logremos elevarnos hasta allí, esos sistemas planetarios superiores y la vida que en ellos existe serán destruidos en el momento de la disolución. Las palabras īśa-vidhvaṁsitāśiṣām de este verso indican que todas esas bendiciones serán destruidas por el controlador supremo. No tendremos protección. Nuestros cuerpos, ya bien estemos en este o en otro planeta, serán destruidos, y de nuevo tendremos que permanecer en un estado inconsciente, dentro del cuerpo de Mahā-Viṣṇu, durante millones de años. Cuando la creación se manifieste de nuevo, tendremos que nacer en diversas especies de vida y dar comienzo a nuestras actividades. Por los tanto, no debemos sentirnos satisfechos simplemente con la elevación a los planetas celestiales. Debemos tratar de salir de la manifestación cósmica material, ir al mundo espiritual, y refugiarnos en la Suprema Personalidad de Dios. Ese es nuestro objetivo más importante. En lugar de dejarnos atraer por las cosas materiales, ya sean superiores o inferiores, debemos considerar que todas ellas están en el mismo nivel. Preguntar acerca del auténtico propósito de la vida y ofrecer servicio devocional al Señor deben ser nuestras verdaderas ocupaciones. De esa forma, recibiremos bendiciones eternas en nuestras actividades espirituales, llenos de conocimiento y bienaventuranza.
La civilización humana regulada promueve dharma, artha, kāma y mokṣa. En la sociedad humana debe de haber religión. Sin religión, no es más que una sociedad animal. El crecimiento económico y la complacencia de los sentidos deben basarse en principios religiosos. Cuando la religión, el crecimiento económico y la complacencia de los sentidos están regulados, la liberación del ciclo material del nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades, es segura. Sin embargo, en la era actual, la era de Kali, ni hay religión, ni liberación. La gente solo tiene interés en el crecimiento económico y la complacencia de los sentidos. Por esa razón, a pesar de que el crecimiento económico es suficiente en todo el mundo, el comportamiento de la sociedad humana es prácticamente como el de los animales. Cuando todo se rebaja al nivel animal, tiene lugar la disolución. Esa disolución debe considerarse īśa-vidhvaṁsitāśiṣām: las supuestas bendiciones del Señor en forma de crecimiento económico y complacencia de los sentidos tendrán un final definitivo: la destrucción. Al final de Kali-yuga, el Señor aparecerá en la forma de la encarnación Kalki, y Su única ocupación será matar a todos los seres humanos que haya en la superficie del globo. Después de la matanza, comenzará otra edad de oro. Por lo tanto, debemos saber que nuestras actividades materiales son como el juego de un niño. En la playa, los niños juegan a hacer castillos de arena, levantando muros y muchas otras construcciones, mientras el padre contempla sus juegos infantiles. Sin embargo, al final, el padre les dice que regresen a casa, y todo se destruye. El Señor a veces concede un favor especial a las personas demasiado adictas a las infantiles actividades del crecimiento económico y la complacencia de los sentidos, destruyendo lo que han construido en esos campos.
El Señor dice: yasyāham anugṛhṇāmi hariṣye tad-dhanaṁ śanaiḥ. El Señor dijo a Yudhiṣṭhira Mahārāja que Él muestra Su favor especial a Su devoto quitándole todas las opulencias materiales. Por lo general, vemos que, materialmente hablando, los devotos no cuentan con grandes opulencias. El servicio devocional de un vaiṣṇava o devoto puro que trata de obtener opulencia material, y al mismo tiempo desea servir al Señor Supremo, se ve paralizado. El Señor, para favorecerle de manera especial, destruye su supuesta prosperidad económica y sus opulencias materiales. De esa forma, el devoto, decepcionado con sus repetidos intentos de prosperar en el terreno económico, finalmente acaba por acogerse al seguro refugio de los pies de loto del Señor. Una acción de ese tipo también se debe considerar īśa-vidhvaṁsitāśiṣām, pues con ella el Señor, a pesar de destruir las opulencias materiales, enriquece a la persona en comprensión espiritual. En nuestra actividad de prédica, a veces vemos que las personas materialistas se nos acercan y nos ofrecen reverencias para recibir bendiciones, lo cual quiere decir que tienen ilimitados deseos de opulencia material. En el momento en que dejan de recibir esas opulencias, pierden todo interés en ofrecer reverencias a los devotos. Esas personas materialistas están siempre preocupadas por su prosperidad económica. Ofrecen reverencias a las personas santas o al Señor Supremo, y dan un poco de caridad para la misión de prédica, con vistas a obtener, a cambio, una mayor prosperidad económica.
Sin embargo, al devoto que es sincero en su servicio devocional, el Señor le obliga a abandonar la prosperidad material y a entregarse completamente a Él. Como el Señor no da bendiciones de opulencia material a Su devoto, la idea de adorar a Viṣṇu infunde temor a la gente, pues ven que los vaiṣṇavas, los adoradores de Viṣṇu, son pobres en cuanto al aspecto superficial de la opulencia mundana. La adoración del Señor Śiva, sin embargo, brinda a esas personas materialistas inmensas posibilidades de prosperar económicamente, pues el Señor Śiva es el esposo de la diosa Durgā, la propietaria del universo. Por la gracia del Señor Śiva, el devoto puede recibir las bendiciones de la diosa Durgā. Rāvaṇa, por ejemplo, era un gran devoto y adorador del Señor Śiva, y recibió como premio todas las bendiciones de la diosa Durgā, en tal medida que su reino estaba completamente construido en oro. En Brasil, actualmente se han encontrado grandes cantidades de oro; los datos históricos de los Purāṇas nos permiten deducir, sin temor a equivocarnos, que ese lugar era el reino de Rāvaṇa. Ese reino, sin embargo, fue destruido por el Señor Rāmacandra.
Con el estudio de estos hechos podemos entender el sentido completo de īśa-vidhvaṁsitāśiṣām. El Señor no concede bendiciones materiales a los devotos para evitar que de nuevo queden atrapados en el ciclo del nacimiento, la vejez, las enfermedades y la muerte, en el mundo material. Debido a las opulencias materiales, personas como Rāvaṇa se envanecieron en cuanto a la complacencia de los sentidos. Rāvaṇa incluso se atrevió a raptar a Sītā, que, además de esposa del Señor Rāmacandra, era la diosa de la fortuna, pensando en que podría disfrutar de la potencia de placer del Señor. Pero en realidad, esa acción hizo que Rāvaṇa se arruinase, vidhvaṁsita. En la actualidad, la civilización humana está demasiado apegada a la prosperidad económica y la complacencia de los sentidos, y por ello está al borde de la ruina.