Text 54
andhāv amīṣāṁ paurāṇāṁ
nirvāk-peśaskṛtāv ubhau
akṣaṇvatām adhipatis
tābhyāṁ yāti karoti ca
andhau—ciegos; amīṣām—entre aquellos; paurāṇām—de los habitantes; nirvāk—de nombre Nirvāk; peśaskṛtau—de nombre Peśaskṛt; ubhau—ambos; akṣaṇ-vatām—de la gente que tiene ojos; adhipatiḥ—gobernador; tābhyām—con ambos; yāti—solía ir; karoti—solía actuar; ca—y.
La ciudad tenía muchos habitantes; dos de ellos se llamaban Nirvāk y Peśaskṛt. Eran ciegos, y por desdicha, el rey Purañjana, aunque gobernaba sobre muchos ciudadanos que tenían ojos, solía relacionarse con ellos. Iba a todas partes en su compañía, y con ellos llevaba a cabo sus actividades.
SIGNIFICADO: Aquí está hablando de los brazos y las piernas de la entidad viviente. Las piernas no hablan, y además, son ciegas. Si una persona confía en sus piernas y se deja llevar por ellas, es muy probable que caiga en un hoyo o tropiece con algo. Por lo tanto, si nos dejamos guiar por las piernas, que son ciegas, nuestra vida puede estar en peligro.
Entre los sentidos para la acción, los brazos y las piernas son muy importantes, pero no tienen ojos para ver. Eso significa que en ellos no hay agujeros. En la cabeza hay muchos agujeros: dos ojos, dos fosas nasales, dos oídos y una boca, pero más abajo, en los brazos y las piernas, no hay agujeros. De ahí que se diga que los brazos y las piernas son andha, ciegos. El cuerpo de la entidad viviente tiene muchos agujeros, pero aun así, la entidad viviente, en sus actividades, tiene que valerse de los brazos y las piernas. La entidad viviente es amo de muchos otros sentidos, pero cuando tiene que ir a alguna parte, hacer algo o tocar algo, tiene que servirse de las piernas y de los brazos, que son ciegos.