Text 9
tatra nirbhinna-gātrāṇāṁ
citra-vājaiḥ śilīmukhaiḥ
viplavo ’bhūd duḥkhitānāṁ
duḥsahaḥ karuṇātmanām
tatra—allí; nirbhinna—heridos; gātrāṇām—cuyos cuerpos; citra-vājaiḥ—con distintas plumas; śilī-mukhaiḥ—con las flechas; viplavaḥ—destrucción; abhūt—se hizo; duḥkhitānām—de los muy afligidos; duḥsahaḥ—insoportable; karuṇa-ātmanām—para personas que son muy misericordiosas.
Durante la cacería del rey Purañjana, muchos animales del bosque perdieron la vida con gran sufrimiento, heridos por las afiladas puntas de las flechas. Al ver las actividades tan destructivas y espantosas del rey, todas las personas de naturaleza misericordiosa se sentían muy afligidas. Su vista no podía soportar aquella gran matanza.
SIGNIFICADO: Cuando las personas demoníacas se dedican a matar animales, los semidioses, los devotos del Señor, sienten una gran aflicción. Las civilizaciones demoníacas de la era actual mantienen mataderos de todo tipo por todo el mundo. Svāmīs y yogīs sin vergüenza animan a gente necia a que sigan comiendo carne y matando animales, y que al mismo tiempo continúen con sus falsas prácticas místicas y de meditación. Todo esto es desolador, y una persona compasiva, un devoto del Señor, se aflige mucho ante ese panorama. Como ya hemos explicado, hay otra modalidad de caza. Acosar a las mujeres, tomar bebidas alcohólicas, consumir drogas, matar animales y disfrutar de relaciones sexuales: esas son las bases de la civilización actual. Los vaiṣṇavas sienten una gran aflicción al ver que el mundo está en esas condiciones; por consiguiente, no escatiman esfuerzos para propagar el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa.
Los devotos sienten dolor cuando ven las cacerías y matanzas de animales en el bosque, las masacres masivas de animales en los mataderos, y la explotación de muchachas jóvenes en supuestos clubs y asociaciones que no son otra cosa que burdeles. Debido a la gran compasión que sentía por la matanza de animales en los sacrificios, el gran sabio Nārada comenzó a instruir al rey Prācīnabarhiṣat. En esas instrucciones, Nārada Muni explicó que los devotos como él se sienten muy afligidos por todas las matanzas que se llevan a cabo en la sociedad humana. No solo las personas santas sienten aflicción ante esas matanzas; incluso el propio Dios Se siente afligido, y por esa razón desciende en la encarnación del Señor Buddha. Jayadeva Gosvāmī canta a este respecto: sadaya-hṛdaya-darśita-paśu-ghātam. El Señor Buddha advino, con gran compasión, solo para detener la matanza de animales. Algunos sinvergüenzas se atreven a defender la teoría de que los animales no tienen alma, o que son como piedras inertes. De esta forma se justifican, considerando que matar animales no es pecado. En realidad, los animales no son como piedras inertes, pero los que matan animales sí tienen el corazón de piedra. Debido a ello, ninguna razón, ninguna filosofía les atrae, y continúan con sus mataderos y cazando animales en el bosque. La conclusión es que quien no tiene en cuenta las instrucciones de personas santas como Nārada y su sucesión discipular, entra, sin duda, en la categoría de naṣṭa-prajña y, por lo tanto, va al infierno.